En el año 2005, el jurista mexicano don Víctor M. Pérez Valera publicó un libro titulado Ser más humano, Reflexiones sobre ética y Derecho, mismo que se distinguió por la solidez de su pensamiento ético, jurídico y moral. Fundado en un conjunto de criterios comunitarios que dan solidez y coherencia a nuestra preceptiva ética, el maestro construye un discurso que nos obliga a definir, frente a nuestro presente, los debates en torno al valor de la vida. Aquí traemos a ustedes preguntas inevitables, que decidimos sintetizar en el “Decálogo de ética y derecho ante la eutanasia”.
1.- El suicido y la eutanasia revelan paradójicamente el poder y la impotencia del hombre. El poder de disponer de la vida ante su impotencia ante la muerte, el poder de darse la muerte ante la impotencia de superar el sufrimiento y la angustia. Un poder que procede de su impotencia. Un poder que manifiesta la profunda debilidad, incapacidad y fragilidad del ser humano.
2.- Rechazamos la ‘eutanasia social’ a la que tranquilamente condena nuestra sociedad, con el aislamiento, a los ancianos y los discapacitados. Nos manifestamos en contra de cualquier devaluación o desprecio de la vida humana, que en la teoría y en la práctica, se da en todo genocidio, racismo o marginación económica y social de grupos postergados.
3.- Nos encontramos abiertamente en contra de la distancia o encarnizamiento terapéutico, el cual básicamente sólo prolonga la agonía. Pensamos que una verdadera compasión del enfermo y del moribundo se da en el uso prudente y proporcional de los medios terapéuticos.
4.- Los que defienden la eutanasia aducen sobre todo la libertad del paciente, pero ni en Ética ni en Derecho se acepta la libertad absoluta que atente contra los valores y las normas jurídicas fundamentales. Debemos ejercer nuestra libertad, humana y limitada, según nuestras posibilidades en la vida, en la muerte según nuestra impotencia.
5.- El Derecho debe respetar el ethos médico de cuidar y defender la vida. Con la eutanasia, en cambio, se eliminan las posibilidades de que a) el paciente se alivie espontáneamente, b) pueda responder a un nuevo tratamiento, c) supere los falsos diagnósticos y pronósticos médicos, d) mediante la confianza en el médico, supere las etapas difíciles por las que pasa el moribundo.
6.- Habría que analizar también acuciosamente, desde el punto de vista jurídico, el valor del consentimiento del enfermo, la causa excusante del motivo de piedad, y lo injusto de la presión que una legalización de la eutanasia ejercería sobre los enfermos y familiares de éstos.
7.- Es importante subrayar que en este caso se trata de la vida humana, un bien jurídico de gran importancia, que se vería expuesto al relajamiento, con la prohibición de matar, y de ese modo se abriría una grita en un bien jurídico fundamental.
8.- El sufrimiento asumido con humildad conduce a profundizar en la verdad de la propia existencia, nos despoja de todo disfraz y nos lleva a la aceptación de nuestra caducidad, contingencia, fragilidad, debilidad, desnudez e impotencia, y por lo tanto nos hace conscientes de nuestra necesidad de ayuda y apoyo.
