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El caso Padilla: un juicio contra sí mismo

En un entorno de discursos y narrativas polarizantes, de lealtad a las personas antes que a las ideas, de embates a la libertad de expresión, volvamos al Caso Padilla con Jaime Vázquez.


El 20 de marzo de 1971 la policía cubana arrestó al escritor Heberto Padilla y a su esposa, la poeta Belkis Cuza. Acusado de subversión, Padilla había leído días antes, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en La Habana, versos de su libro Fuera de juego, poemario galardonado por la Uneac en 1968 que suscitó la reprobación del gobierno.

En una nota de la revista El Caimán Barbudo Padilla había criticado el libro de Lisandro Otero, Pasión de Urbino, y alabado Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante. Otero era un intelectual ligado al régimen; Cabrera Infante, un escritor en el exilio.

Padilla y Cuza estuvieron bajo arresto poco más de un mes, lo que provocó una ola de críticas al gobierno de Fidel Castro. En Barcelona, escritores de diversos signos políticos redactaron una carta al gobierno cubano para pedir la libertad de Padilla y su esposa.

Liberados ambos el 27 de abril de 1971, Padilla ofreció en la Uneac un mea culpa ante sus amigos y compañeros de oficio. Nicolás Guillén, presidente de la Uneac, pretextó enfermedad y no asistió. La reunión fue encabeza por José Antonio Portuondo.

Décadas después, la filmación de esa “confesión de deslealtad” llegó a manos de Pável Giroud, cineasta cubano radicado en España. Se trata de un documento que navega por las casi tres horas de monólogo de Padilla, que se transforma en “autoacusador” y en su “defensa”, a pesar suyo, traza lo que significaba la lealtad para el gobierno castrista: el peso de la Revolución en la libertad creativa.

Sentado frente a los escritores, sudoroso y vehemente, Padilla elabora su discurso: un sermón contra sí mismo. Pide perdón por su lamentable caso de desarreglo ideológico: un error colosal contra la Revolución. 

Con ese material Giroud dirige El caso Padilla, filme de 80 minutos, señalado como el mejor documental en los Premios Platino del Cine Iberoamericano de 2023, y que reaviva el célebre caso que parece hablar del presente cubano. 

En entrevista para Ladislao Aguado, el cineasta afirmó: “Leí El caso Padilla más como el drama de Galileo Galilei que como la purga estalinista de los años treinta con la que continuamente se asocia. Eso hacía que me aferrase más a la perspectiva humana que a la ideológica. A Padilla sólo le faltó decir: ‘Eppur si muove’”.

La categórica frase de Fidel Castro, pronunciada en 1961, abarca todo: “Contra la Revolución, ningún derecho”. Márgenes de la lealtad, asideros de la fidelidad a la causa.

Padilla es acusado, acusador y defensor, juez y cronista, relator de su testimonio fílmico que sale a la luz para conocimiento de las nuevas generaciones.

Heberto Padilla murió en el exilio en el año 2000.

La poesía, la literatura, la libertad creativa, el derecho a expresarse son afrentas que están en unos cuantos versos del “delito contrarrevolucionario” de Padilla: 

A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.

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