A mediados de la década de 1970 en Sudamérica existían dictaduras en Bolivia, Brasil, Chile, Perú, Paraguay, Ecuador y Uruguay. La intervención estadounidense en el continente era sello de la política de la “seguridad nacional” que promovían y ejecutaban.
Henry Kissinger, secretario de Estado durante el mandato de Richard Nixon, ideólogo del “Plan Cóndor”, destacó como artífice de esa política en aquellos años en los que el terrorismo de Estado cubrió de sangre y quebró la democracia en el Cono Sur.
En 1974 murió Juan Domingo Perón, caudillo político de Argentina, tres veces presidente de su país. Asumió el poder la vicepresidenta, su viuda, María Estela Martínez de Perón. La nación cayó en un vacío de poder que se fue llenando con los intereses de diversos actores políticos de aquel tiempo. Fueron meses de inestabilidad, de actividad guerrillera y de cruzada anticomunista por parte de las fuerzas civiles y armadas; escenario de fragilidad institucional.
Todo estalló el miércoles 24 de marzo de 1976 con el golpe de Estado encabezado por Jorge Rafael Videla, comandante general de Ejército; Emilio Eduardo Massera, comandante general de la Armada; Orlando Ramón Agosti, comandante general de la Fuerza Aérea, la Junta Militar que gobernó de ese año a 1983.
En 1983, cuando Argentina volvió a la democracia, la “lista abierta”, el estimado de muertos por la dictadura, era de casi 9,000 personas, número que crecería con el tiempo hasta llegar a 30,000, entre muertos y desaparecidos.
En 1985 el presidente Raúl Alfonsín dio luz verde al llamado “Juicio a las Juntas”: el Estado argentino acusaba a los militares de los crímenes cometidos.
Santiago Mitre y Mariano Llinás escribieron el guión para la película Argentina 1985 (2022), que dirigió Mitre. Es la memoria sobre un momento crucial de la historia, el juicio a los dictadores, para “sanar” una de las muchas heridas abiertas de América Latina.
Argentina 1985 se centra en el juicio celebrado entre abril y diciembre de 1985.
Ricardo Darín da vida a Julio César Strassera, fiscal en el juicio, y Peter Lanzani interpreta a Luis Moreno Ocampo, fiscal adjunto; cabezas de un grupo de jóvenes abogados que se integraron al equipo de investigación para el juicio.
La película colocó en el foco de atención, para las nuevas generaciones, un episodio dramático de la historia.
En su alegato final, un discurso memorable, Strassera apuntó: “Ahora que el pueblo argentino ha recuperado el gobierno y el control de sus instituciones, yo asumo la responsabilidad de declarar en su nombre que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral. A partir de este juicio y esta condena, el pueblo argentino recuperará su autoestima, su fe en los valores sobre la base de los cuales se constituyó la nación y su imagen internacional severamente dañada por los crímenes de la represión ilegal. Los argentinos hemos tratado de obtener la paz fundándola en el olvido, y fracasamos: ya hemos hablado de pasadas y frustradas amnistías. Hemos tratado de buscar la paz por la vía de la violencia y el exterminio del adversario, y fracasamos: me remito al periodo que acabamos de describir […] Nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvido sino en la memoria, no en la violencia sino en la justicia […] Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino: ‘Señores jueces: nunca más’”.
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