El desarrollo sostenible es un tema que nos aqueja desde finales del siglo XX. ¿Cómo podemos construir un planeta habitable para las futuras generaciones? Mirna Molina Alonso nos comparte sus perspectivas.
Los “bonos verdes” son un tipo de deuda que emiten diversas organizaciones para financiar proyectos socialmente responsables con el medio ambiente; puede ser para atenuar las consecuencias del cambio climático o para preservar el medio ambiente.
Este tipo de bonos surgió como una respuesta sencilla en la que los inversionistas tendrían un lugar seguro para invertir y además a sabiendas de que su acción estaría marcando una diferencia sustentable. En 2008 se emitió el primero por parte del Banco Mundial, que fijó el modelo para el mercado de bonos verdes con criterios específicos en los que se incluyó al Centro de Investigación Internacional sobre el Clima y el Medio Ambiente para que proporcionara una segunda opinión y la presentación de informes de impacto como una parte integral del proceso.
A pesar de que el Banco Mundial decidió optar por esos criterios, éstos sólo son orientadores; por eso hay personas que siguen cuestionando si realmente los bonos hacen una verdadera diferencia o si constituyen otra forma de utilizar términos ambientales con fines de publicidad para obtener beneficios particulares, lo cual provoca una verdadera problemática pues perjudica a aquellos proyectos que sí podrían generar un impacto positivo en el medio ambiente.
Sin embargo, los bonos verdes tienen el potencial de transformarse en instrumentos de vanguardia para dirigir inversiones hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, concretamente a los 7 y 13, que se centran en la energía no contaminante y en la acción por el clima, respectivamente. No olvidemos que el medio ambiente sano implica un derecho que trae consigo la posibilidad de desarrollar una vida digna, pero también que implica una responsabilidad de la sociedad civil que debemos atender.
