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Cataclismo ambiental: Cuando el destino nos alcance

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Parece que el apocalipsis se ha insertado en la realidad. El descuido ambiental lo ha provocado. No basta el cambio de políticas para evitar llegar a un punto de quiebre; se requiere un cambio de conciencias que nos permitan encaminar cada acción a salvar al mundo. Karla Doig Alvear afirma que estamos a tiempo de salvar al planeta y a las siguientes generaciones de la crisis ambiental que ha generado la humanidad.


Siempre se ha especulado sobre cómo será la catástrofe que termine con la vida en el planeta Tierra. Puede parecer alarmista, pero justo ahora nos encontramos en una encrucijada, que si no tomamos en serio podría provocar un evento de proporciones apocalípticas. Me refiero a la inexorable llegada del cambio climático y el cataclismo ambiental que se cierne sobre nosotros.

Este paradigma representa el mayor desafío del siglo XXI.  La mayoría de los países del mundo debería replantearse un modo de desarrollo que no sea el capitalista “rapaz”, sino una opción sustentable basada en un modelo de economía circular, así como lo que algunos han denominado shared economy. El actual modelo deriva de la Revolución industrial y ha llevado a un aumento en la temperatura global y a la explotación laboral.

La Revolución industrial provocó un aumento de la emisión de gases de efecto invernadero que no se ha detenido. En consecuencia, hemos tenido un incremento en la temperatura hasta de 1.2 grados centígrados, peligrosamente cerca del 1.5 establecido como límite en el Acuerdo de París. Lo anterior es suficiente para detonar daños ambientales irreversibles que pondrán en riesgo la vida de millones de seres humanos y especies de todo el mundo e, inclusive, para crear un lugar inhabitable para las próximas generaciones. 

Eso puede resultar difícil de concebir para el lector, pero no hay exageración en lo que se afirma. La sociedad moderna se ha acostumbrado a dar por hecho la continuidad de la vida en la Tierra. Pero el increíble y misterioso planeta, un oasis de vida en medio del desierto del sistema solar, podría darnos la espalda si lo descuidamos rompiendo el delicado equilibrio que ha hecho posible la vida. El propio presidente del Banco Mundial, David Malpass, propuesto por Donald Trump, mostraba una gran renuencia a aceptar la posibilidad del cambio climático. Recientemente, Malpass anunció su renuncia, a partir de junio de este año.  

El cambio climático es un término que se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones del clima, los cuales pueden ocurrir por causas naturales. No obstante, la actividad humana que desde el siglo XX ha optado por la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, ha acrecentado los efectos de este fenómeno. Utilizar estos materiales genera gases de efecto invernadero (GEI) que son liberados a la atmósfera y vuelven exponencial el calentamiento global. Además, la deforestación, la agricultura y la expansión de la mancha urbana reducen la capacidad de nuestro planeta para absorber y transformar el dañino dióxido de carbono.

Los GEI han ocasionado que el calentamiento global llegue a derretir durante 25 años consecutivos los glaciares en la Antártida y Groenlandia. En 2021 azotó un golpe de calor que supuso una aceleración de pérdida de hielo en el glaciar Sermeq Kujalleq, donde la tasa de pérdida se había estancado durante años y se registró una lluvia nunca antes vista en el glaciar Summit, de acuerdo con el informe anual sobre el estado del clima a cargo de la Organización Meteorológica Mundial. Según otro estudio de la revista The Science, al final del siglo podría desaparecer la mitad de los glaciares del planeta, dejando sin agua a 2,000 millones de personas. Debido a que los glaciares son fuente fundamental de agua dulce el impacto social es muy grave debido a la escasez del líquido vital –como ya nos ha tocado comprobar en el norte de México, en el estado de Nuevo León– aunque eso apenas es la punta del iceberg.

Todo comienza por una idea. Éste es un gran momento para enfocar nuestras ideas en cómo haremos para sobrevivir.

Además, recientemente la Organización de las Naciones Unidas pronunció, en el Consejo de Seguridad, que un aumento de temperatura de 1.5 grados centígrados amenaza la existencia de países costeros, como en el caso de las naciones en el Caribe, y las orillas del río Mekon en Vietnam o del Ganges en la India y Bangladesh.

Los glaciares también son esencial para el control del clima: hemos experimentado olas extremas de frío, como las que golpearon a Estados Unidos, cobrando decenas de vidas. Inclusive, se especula que el terremoto de Turquía, que mató a más de 40,000 personas este año podría, ser una consecuencia más del cambio climático.

Ante este aciago panorama pareciera que el apocalipsis ya está aquí. Ya sufrimos la pérdida extrema de la biodiversidad que, de acuerdo con Statista, ha representado el aumento de la desaparición de 22 por ciento de los mamíferos, de 276 por ciento de los insectos, de 145 por ciento de los peces y de 336 por ciento de los reptiles entre 2007 y 2022. A este ritmo, ¿qué nos va a quedar para las próximas décadas? El cambio climático encabeza las crisis que enfrenta el ser humano: las secuelas de la pandemia, la epidemia de enfermedades mentales ocasionadas por el estrés y la depresión, la proliferación de armas biológicas, la mala distribución de alimento y la polarización social.

Un mundo conflictuado que se concentra en la lucha por un nuevo orden mundial. La hegemonía mundial que se disputa el liberalismo occidental y la propuesta de Rusia y sus aliados. Mientras tanto, los GEI calientan más nuestra atmósfera y derriten los glaciales. El destino nos alcanza y cuando menos nos demos cuenta el cataclismo ya estará sobre nosotros.

Ante este aciago panorama pareciera que el apocalipsis ya está aquí.

Tiene razón la activista Greta Thunberg: la mayoría de nuestros líderes políticos está más enfocada en hacer promesas imposibles, ganar elecciones y enriquecerse, enfrascados en la lucha de ideologías y en conquistar una nueva hegemonía global. Surgen más dictadores y más tendencias populistas que afectan la democracia y nuestras posibilidades de supervivencia. Y sin embargo no se vislumbre un cambio integral en la sociedad; ni siquiera un acuerdo en la dirección que debemos tomar.

El escenario suena complejo, pero quiero ser optimista y creer en las teorías científicas que me dan esperanza, como la de Humberto Maturana, biólogo, profesor e investigador y creador de la teoría de la autopoiesis que afirma: “La naturaleza es sabia y tiene distintas formas de ser cambiante; nos regeneramos continuamente al interactuar cognitivamente con nuestro entorno”. Por lo tanto, así como nos adaptamos a los cambios tecnológicos, espero que los líderes mundiales terminen por apostar finalmente por los consejos de los intelectuales y los académicos ambientales para crear una solución conjunta. Y así, evitar el cataclismo ambiental y proporcionar a las generaciones futuras un lugar digno donde vivir. 

Sabemos que la reducción de los GEI es indispensable para disminuir los niveles de calentamiento global. Bill Gates explica, en su libro Cómo evitar un desastre climático, que es necesario reducir hasta cero centígrados el aumento de la temperatura. Aunque es un gran reto, tenemos el apoyo de la ciencia y la tecnología para erradicar y reparar las consecuencias del cambio climático, si bien no será posible lograrlo sin cambios estructurales duraderos.

Algunas naciones como Suecia y Dinamarca ya han avanzado exitosamente en la transición hacia una economía verde, más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. No obstante, no es suficiente contar con esfuerzos aislados; también se requiere una transformación de la psique colectiva que nos ayude a reinventar nuestros patrones de consumo y de producción. En otras palabras, necesitamos desaprender lo que solíamos considerar “progreso”.

Despojarnos de lo que el ser humano apostó durante la Revolución industrial, en el mercado como fuerza controladora absoluta de la economía, no será tarea fácil. A Margaret Thatcher le gustaba decir que “no había alternativa al capitalismo”; sin embargo, la ex primera ministra del Reino Unido era política.  

Cambiar patrones de consumo es indispensable, comenzando por las industrias del fast fashion y de productos de un solo uso que rápidamente se convierten en basura y contaminación, sin contar el costo social y ambiental de producirlos. En este mismo sentido, es imperativo reducir el tránsito en las ciudades que genera contaminación de GEI, auditiva y hasta lumínica. Para conseguirlo, optar por alternativas como el smart working será clave: si las personas pueden trabajar por objetivos desde sus hogares reducen la necesidad de desplazarse y de utilizar el transporte, dejando vía libre para que los que pertenecen al sector de trabajadores esenciales lleguen a sus trabajos en menor tiempo.

Moderar el consumo de energía eléctrica también es una medida necesaria; no sólo por el gasto de recursos que implica, sino porque hemos llegado a un punto en el que la oscuridad necesaria para los ciclos nocturnos de cientos de especies se encuentra escasa como consecuencia de la constante contaminación lumínica. Éstas son sólo unas cuantas directrices para solucionar la situación que enfrentamos, pero las posibilidades y los esfuerzos deben ser mayores. 

Nos encontramos en medio de una “tormenta perfecta”. Necesitamos iniciar una nueva era, caracterizada por la responsabilidad ambiental y social, donde las distintas naciones se unifiquen tras una misma bandera de rescate a nuestro hogar. El hombre más rico del mundo, Elon Musk, sueña con convertir al ser humano en colonizador del universo. Es interesante, pero primero rescatemos a nuestro planeta, antes de saltar a otros cuerpos celestes.

Dicen que la imaginación es el límite. Encaucémosla para impedir el cataclismo antes de que el destino nos alcance. Algunos dicen que ya es demasiado tarde. Otros, entre los que me incluyo yo, insistimos en que estamos a tiempo de llevar a cabo cambios urgentes implementando todas las herramientas a nuestro alcance, desde la creatividad hasta la tecnología. Todo comienza por una idea. Éste es un gran momento para enfocar nuestras ideas en cómo haremos para sobrevivir.

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