Arístides Rodrigo Guerrero García: sobre la justicia


¿De dónde viene y cómo concibe la justicia?

Arístides Rodrigo Guerrero – Nací en la Ciudad de México, pero soy de origen chiapaneco, porque mi abuela era precisamente de Chiapas. Mi abuelo era michoacano, y mi mamá, veracruzana. Además, mi otra abuela era de Toluca, Estado de México, y mi esposa, de Chihuahua. Entonces soy producto de una confluencia de diferentes culturas y de distintos modos de pensar. Conocer las diversas realidades que vive al país ha hecho que mi concepción de la justicia también sea diferente. En Tabasco, por ejemplo, cuando sisité Barra de San Pedro, pude conocer lo que para los pescadores era la justicia. Para ellos la injusticia radica en no tener posibilidades de pescar, por ejemplo.

En Tenejapa, Chiapas, por ejemplo, donde comencé mi campaña, conocer sus usos y costumbres, y en el momento en que me honraron, regalándome, como ellos dicen, parte de su alma y me vistieron con el traje tradicional del pueblo, me ayudó a entender de manera diferente lo que para ellos valen esos usos y costumbres. En San Juan Chamula me platicaban que un procedimiento judicial se realizaba de manera oral. Y yo les preguntaba si después de ese procedimiento consignan en un papelito la solución a la que hayan llegado y después lo firman para que quede constancia, y me respondieron: “¿Por qué tendríamos que consignar eso en un papelito si aquí en San Juan Chamula la palabra tiene un gran valor?” En el antiguo consejo maya de Quintana Roo nos platicaban que a los jueces indígenas se les elige por voto popular desde el siglo pasado, y yo les preguntaba: “¿Y cómo ha funcionado?” Y nos contestaron: “Funciona porque, como nosotros los elegimos, creemos en ellos, pero a su vez ellos tienen la obligación de rendir cuentas”. Con estos ejemplos he podido entender lo que significa la justicia en diferentes partes de nuestro país.

¿Cómo concibe el panorama general de la justicia en México?

Arístides Rodrigo Guerrero –Pues yo creo que las instituciones pueden transformar definitivamente la observancia de los derechos. Lo vimos en su momento en el Instituto de Transparencia: cómo materializar el derecho de acceso a la información, pero hacerlo de manera pedagógica y también de manera cercana a la gente, a través de sesiones itinerantes. Íbamos a Tláhuac, a Tlalpan, a Azcapotzalco, a Iztacalco, e incluso al metro de la Ciudad de México, en sus andenes, o en la antigua cárcel de Santa Marta, Acatitla. Entonces yo creo que las instituciones poseen un poder transformador y puede materializar la ejecución de los derechos a través de lo que se realiza de manera cotidiana.

Platícanos de la necesidad de que un ministro genuinamente sea del pueblo y de que realice un trabajo en las calles.

Arístides Rodrigo Guerrero –Sí, la propuesta concreta es dejar de ser ministros de escritorio y ser ministros de territorio, acercándonos a las diferentes realidades que vive nuestro país. De hecho, cuando lo he llegado a proponer me han tachado de populista, pero déjenme platicarles que la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos lleva a cabo sesiones públicas, sesiones in situ. Ha sesionado, por ejemplo, en el antiguo Palacio de Minería, en la Ciudad de México, en la Biblioteca Vasconcelos, y del mismo modo ha sesionado en lugares públicos de El Salvador y de Argentina; es decir, lleva a cabo sesiones in situ, a pesar de que su sede se encuentra en San José, Costa Rica. Creo que la Corte mexicana puede sesionar en Chiapas, en Aguascalientes, en Chihuahua, en Oaxaca, en Veracruz, en Durango, en Chihuahua, en diferentes estados de la República, para conocer la realidad que se vive en esos estados. Porque además es una estrategia de ganar-ganar. Imagínate una sesión en una universidad, donde tienes como público a estudiantes, y cuando utilizas un lenguaje muy elevado, muy técnico, inmediatamente lo notas en la cara de los alumnos. A partir de ese momento, como ministros, y en su momento como comisionados, lo notábamos, comenzamos a utilizar un lenguaje más sencillo. O bien, cuando utilizábamos alguna palabra que, por su naturaleza, era muy técnica, por ejemplo sobreseer, la explicábamos de manera más sencilla. Creo que de este modo se puede garantizar el acercamiento del derecho y de la justicia a la sociedad.

A mí me gustaría que la Corte tomara como propia la iniciativa de que se implemente una acción afirmativa mediante la cual 10 por ciento de las personas que trabajen en las ponencias pertenezcan a un grupo en situación de vulnerabilidad. A mí me gustaría, por ejemplo, tener en mi ponencia a una abogada o a un abogado de origen indígena; me encantaría tener en mi ponencia también a abogados y a abogadas que se encuentren en una situación desfavorable; por ejemplo, con discapacidad. Esa es una acción afirmativa. Deseo que un grupo que históricamente se halla rezagado, relegado, en desigualdad de circunstancias, tenga la posibilidad de acceder a diferentes espacios, en este caso a mi ponencia.

¿Cómo combatir la corrupción dentro del Poder Judicial?

Arístides Rodrigo Guerrero –A través de la transparencia, pues la transparencia es un elemento fundamental para el combate a la corrupción, pero también a través de la innovación y de la tecnología. Voy a implementar inteligencia artificial en las sentencias de la Corte. Pero no quiero que por esto la gente se asuste, pues no pienso sustituir al secretario de estudio y cuenta por un robot ni que sea la inteligencia artificial la que elabore un proyecto de sentencia. No, las labores fundamentales las a seguir realizando el ser humano, el secretario, porque es el que conoce el derecho. La inteligencia artificial sólo nos va a servir para la búsqueda de precedentes judiciales y como un modelo de control de calidad. ¿Para qué? Para determinar si un mismo ministro, un mismo juzgador, está empleando un criterio similar para un caso similar y no está cambiando constantemente sus criterios ni dando bandazos, como se dice coloquialmente. La inteligencia artificial puede ser un elemento fundamental para garantizar la transparencia, como en su momento lo hicimos en la Ciudad de México, cuando creamos un chat que con inteligencia artificial podía responder una solicitud de información en nueve segundos y que permitió que la capital del país fuera la metrópoli más transparente de la República mexicana.

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