En esta conversación entre Erica Mora y Miguel Carbonell sobre el periodismo judicial, se abordan desafíos en la comunicación jurídica, como simplificar el lenguaje legal y contar historias, y se destaca la importancia de colaborar entre periodistas jurídicos y abogados para acercar el derecho a la vida cotidiana.
Miguel Carbonell es director del Centro de Estudios Jurídicos Carbonell. Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid e Investigador nacional nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, ha escrito más de 80 libros y publicado más de 600 artículos en 12 países. Es consejero editorial de esta publicación.
En el mundo de la abogacía uno de los principales retos es diferenciarse de los demás, darse a conocer, y para eso se requiere la habilidad de comunicar. ¿Cuáles son las principales áreas de oportunidad que tienen las abogadas y los abogados para comunicar mejor?
Miguel Carbonell – El derecho se construye a partir de determinados usos lingüísticos. El lenguaje jurídico ha sido una forma de expresar necesidades técnicas y también ha sido una manera a través de la cual el gremio de los profesionales del derecho ha querido monopolizar el conocimiento del derecho. Esto se debe a razones poco “decorosas” que a la postre han determinado que sean los juristas los únicos que pueden resolver los problemas con trascendencia legal que afectan a las personas.
La renovación del lenguaje jurídico y el desarrollo de una nueva capacidad comunicativa nos pueden ayudar a romper esa especie de monopolio y de esa manera podemos lograr dar a la gente las herramientas y los conocimientos indispensables para la defensa de sus derechos.
Una ruta para democratizar el conocimiento jurídico tiene que ver con nuestras capacidades comunicativas para ser muy claros y directos al explicar a las personas cómo están regulados diversos aspectos de su experiencia cotidiana, cuáles son los mecanismos legales de defensa de sus derechos, qué responsabilidades tienen las autoridades y ante qué autoridad deben dirigirse en caso de que enfrenten algún problema, etcétera.
En ese contexto, lo primero que se requiere es voluntad para comunicarnos mejor. Esto implica el deseo explícito de ser claros en lo que exponemos y utilizar un lenguaje que esté al alcance de quienes no han estudiado la carrera de derecho.
En segundo lugar, debemos contribuir para resaltar los temas jurídicos que más interesan a las personas. Muchas veces el debate jurídico es totalmente cerrado y endogámico. Parece ser que nos encanta hablar entre nosotros, utilizando un lenguaje ajeno a quienes no pertenecen al gremio. Hay que romper esa inercia y confeccionar una agenda de temas para explicarlos a la gente.
Un tercer aspecto que vale la pena destacar es el uso que desde la abogacía se hace de los medios de comunicación. Me refiero a los medios tradicionales (como la radio, la televisión y la prensa escrita) y a los nuevos (como las redes sociales). Necesitamos ser capaces de adaptar el lenguaje y el tipo de mensajes a cada espacio informativo. No es lo mismo subir un post a Facebook que escribir un artículo de prensa o hacer un video para Youtube. Cada medio tiene una lógica diferente y hay que saber adaptarse a ella para poder comunicar correctamente y, de esa manera, alcanzar el objetivo de transmitir conocimiento jurídico a la sociedad.
En síntesis, diría que las áreas de oportunidad en materia de comunicación para el gremio jurídico son las siguientes: a) tener la voluntad expresa de comunicarnos mejor y de forma asequible; b) construir una agenda de temas que sean del interés de todas las personas y no solamente de interés del gremio jurídico, y c) hacer construcciones lingüísticas apropiadas para cada tipo de medio, sabiendo utilizar cada uno de ellos bajo su propia lógica.
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En las más de dos mil conferencias que has impartido en México y a nivel internacional uno de los ejes temáticos, en el que frecuentemente haces énfasis, tiene que ver con la excelencia profesional y la actualización constante. ¿Estimas que como parte de esa actualización los profesionales del derecho deberían saber explicar con claridad los tecnicismos legales y poder contar historias?
Miguel Carbonell – Sin duda alguna el derecho tiene un componente narrativo a partir del cual es indispensable saber contar historias. esa capacidad narrativa permite a los profesionales del derecho llegar a niveles de excelencia.
Los mejores abogados que conozco son, todos ellos, grandes contadores de historias. De hecho, se podrían escribir muchos tomos recogiendo las anécdotas del mundo jurídico, algunas de ellas divertidas, muchas otras de carácter trágico, pero siempre enriquecedoras.
Pero no se trata solamente de saber contar anécdotas. Es algo más profundo y que también se conecta con la excelencia profesional a la que se alude en la pregunta. Pensemos, por ejemplo, en nuestra construcción de “teorías del caso”. Cuando me toca exponer en clase este tema siempre les digo a mis alumnos que una buena teoría del caso debe ser capaz de responder, desde la perspectiva de quien la formula, a la pregunta: “¿qué pasó?” Por supuesto, la respuesta en buena medida será adecuada si somos capaces de desarrollar una narrativa que permita, a quienes la van a escuchar o a leer, advertir que les estamos presentando un relato coherente y verosímil de los hechos materia de la litis.
Contar buenas historias sobre temas jurídicos no es algo que se requiera solamente en el escenario de un litigio, sino que abarca todo lo demás que también hacemos los profesionales del derecho. No se trata, por lo tanto, sólo de ver qué le voy a contar a una autoridad judicial para que termine dándole la razón a mi cliente, sino de desarrollar una capacidad narrativa que nos va a acompañar en todo momento mientras estemos ejerciendo la profesión.
Para eso es indispensable ser capaces de presentar sucesos o casos jurídicos de carácter histórico o actuales de una manera clara, precisa y atractiva; ya sea que estemos escribiendo un ensayo jurídico, dando una clase o discutiendo con algún cliente sobre un asunto que nos esté consultando.
En una sociedad como la mexicana, donde ha habido casos en que las propias autoridades incitan a los juicios mediáticos, sin importar el debido proceso, ¿qué tan oportuno es que las abogadas y los abogados que litigan reciban capacitación para responder con efectividad y claridad a los cuestionamientos de los periodistas?
Miguel Carbonell – La relación entre los medios de comunicación y el ámbito del derecho no siempre ha sido sencilla. Hay puntos de conflicto e incluso de choque, pero tenemos que reconocer que también existen intereses mutuos del todo legítimos y que hay que saber proteger en cualquier sistema democrático. Lo que quiero decir es que el periodismo necesita informar de temas de transcendencia jurídica, por un lado, y los profesionales del derecho debemos ser capaces de informar de lo que hacemos, siempre con apego a la ética profesional y atendiendo a la salvaguarda del interés general.
No es sencillo para quienes nos hemos formado en el derecho tener la capacidad de saber responder de manera adecuada a los cuestionamientos de los periodistas, pero creo que puede servir mucho tomar en cuenta los siguientes aspectos para hacer un buen papel:
a) Contextualizar: cuando hablemos con periodistas es importante proporcionar el contexto histórico, social y cultural necesario. Tenemos que ser capaces de explicar los antecedentes y los factores que llevaron hasta un determinado suceso o caso legal. Esto ayuda a su audiencia a comprender por qué es importante lo que se está analizando, así como las implicaciones que puede tener.
b) Ser precisos: la precisión es primordial cuando se habla de cuestiones jurídicas. Los profesionales del derecho debemos asegurarnos de que los datos, las fechas y los detalles a los que hacemos referencia sean correctos. La tergiversación o la mala interpretación de hechos jurídicos suele dar lugar a malentendidos y a desinformación que a la postre repercuten sobre el prestigio y la reputación de los profesionales del derecho.
c) Concentrarse en los puntos clave: en los medios de comunicación se requiere que seamos breves y concisos; no es necesario incluir todos los detalles del caso. Hay que identificar los puntos clave, los principios legales aplicables y los resultados que son más relevantes para la comprensión de lo que está sucediendo. Nuestro objetivo debe ser presentarlos de manera clara y resumida.
d) Darle estructura a la narrativa: es indispensable organizar la historia que vamos a presentar, de manera que se advierta una secuencia lógica. Se puede comenzar con los antecedentes y llegar al punto medular del hecho relevante, o bien se puede comenzar con el evento bajo análisis y luego profundizar en su contexto y en sus consecuencias. Un flujo narrativo claro ayudará a quienes nos escuchen o nos lean para que estén en posibilidad de comprender de mejor forma el caso que les estamos presentando.
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Con la diversificación de las plataformas digitales de comunicación, los periodistas (o los abogados que aspiren a ser comunicadores) tienen posibilidades de ser sus propios medios de comunicación. ¿Cuáles son algunas de las prácticas que recomiendas para la cobertura informativa de asuntos legales?
Miguel Carbonell – En efecto, la existencia de tantas plataformas informativas ha supuesto una especie de “democratización del periodismo”, de modo que ahora cualquier persona potencialmente puede ser una fuente (individual) de información y tener sus propios canales para transmitirla, sin ningún tipo de filtro ni de edición (con los beneficios y los riesgos que ello supone). Me parece que hacer bien ese trabajo puede implicar al menos lo siguiente:
a) Resaltar la importancia del tema que se está exponiendo. Las audiencias (es decir, todos nosotros) tienen poco tiempo disponible y están rodeadas de mucha información. Si queremos ser leídos o escuchados debemos ser capaces de explicar por qué la historia jurídica que estamos exponiendo es importante. ¿Se trata de un caso importante para la coyuntura del país o para algún debate de trascendencia social o política? ¿Se trata de un caso que puede establecer un precedente importante, que puede servir para cambiar la interpretación de una ley o que tiene implicaciones sociales más amplias?
b) Incluir diversas perspectivas: los casos jurídicos importantes a menudo involucran temas complejos y diferentes puntos de vista. No siempre se pueden explicar a partir de esquemas de “blanco” o “negro”, sino que requieren muchas matizaciones en la tonalidad con que se deben exponer. Por eso es indispensable ser capaces de informar a través de diferentes perspectivas, argumentos e interpretaciones, las cuales permitan dar una comprensión integral del caso que estamos exponiendo.
c) Involucrar a la audiencia: estimo que es recomendable utilizar técnicas de narración para hacer que la historia legal que estamos contando sea atractiva para la audiencia. Se puede lograr de diversas maneras; a veces se pueden incorporar anécdotas, citas de especialistas e historias personales para humanizar los eventos y hacerlos identificables para la audiencia. Lo que más le interesa a la gente tiene que ver con temas jurídicos que se refieran (o estén cercanos) a su propia experiencia de vida. Hay que hacer explícita esa cercanía.
d) Citar fuentes: es indispensable, como principio de ética periodística, atribuir correctamente la información y siempre citar las fuentes que se estén utilizando. Esto sirve para mejorar la credibilidad de la narración y, a la vez, permite que los lectores interesados puedan profundizar en el tema por sí mismos.
e) Evitar sesgos: estamos viviendo un tiempo de gran polarización en muchos ámbitos del debate público, tanto a nivel nacional como internacional. El mejor periodismo jurídico es aquel capaz de presentar la información de manera objetiva, evitando opiniones personales o sesgos. Hay que dejar que los hechos y el contexto histórico hablen por sí mismos, para que luego cada persona se forme su propio criterio. Esto es particularmente importante cuando se está transmitiendo información y no se puede exigir de la misma forma cuando lo que se escribe es un texto de opinión, desde luego.
A través de la conducción del programa “Ya lo Dijo la Corte”, en el Canal del Poder Judicial de la Federación, y de otros contenidos audiovisuales con barras y colegios de abogados, analizas las sentencias más relevantes del máximo tribunal de justicia del país y planteas temas jurídicos actuales. ¿De dónde surge ese compromiso por promover la cultura jurídica y el Estado de derecho?
Miguel Carbonell – Supongo que, como suele suceder en la vida de cualquier persona, mi compromiso con las tareas de difusión del conocimiento jurídico responde a cuestiones de índole biográfica. Comencé a dar clases desde que estaba estudiando la carrera y siempre me apasionó poder compartir información jurídica con los demás, ya sea con los compañeros estudiantes, con los colegas de profesión o con el público en general en diferentes etapas de mi vida. Fue en esa misma época estudiantil cuando comencé a escribir artículos periodísticos (hacia 1990 si mal no recuerdo) y desde entonces he utilizado los medios de comunicación como una forma complementaria de mi actividad docente. Las cuentas que tengo en las redes sociales han sido una forma natural de prolongar algo que tuvo su origen remoto en las aulas universitarias en las que me formé.
La posibilidad de hacerlo desde hace varios años para la audiencia del Canal del Poder Judicial de la Federación es un gran privilegio, no sólo por el carácter institucional del medio sino también porque me ha permitido colaborar con personas a las que admiro y quienes me han impulsado a seguir aprendiendo de temas jurídicos, incluso en ámbitos que no son cercanos a mis áreas de especialidad académica.
¿Qué retos vislumbras para los periodistas de la fuente jurídica frente a la inteligencia artificial?
Miguel Carbonell – En el campo profesional de muchas empresas ya se está sintiendo el impacto del uso de algoritmos, robots, vehículos automatizados y drones guiados por la inteligencia artificial.
El mundo de la abogacía (incluido desde luego el periodismo jurídico) no está exento de esos cambios, por lo que quienes ejercemos el derecho y el periodismo tendremos que buscar la actualización y el conocimiento en la materia para poder hacer mejor nuestro trabajo y, a la vez, dar un buen servicio a nuestras audiencias.
La inteligencia artificial puede automatizar tareas repetitivas y tediosas, como la revisión de documentos legales de diverso tipo, lo que nos va a permitir dedicar más tiempo a cuestiones de mayor valor, como el análisis de los casos, la selección de las fuentes informativas y la exposición del contexto de lo que estemos explicando.
Además, la inteligencia artificial puede analizar grandes cantidades de información y encontrar patrones de solución de problemas que los comunicadores pueden pasar por alto o que tardan mucho en comprender, lo que puede ayudar en la investigación legal y en la identificación de argumentos sólidos para los casos que se están exponiendo.
Para el periodismo jurídico será muy interesante considerar también las cuestiones que, derivadas del uso de sistemas de inteligencia artificial, pueden afectar las tareas de aplicación de la ley y poner en riesgo algunos de nuestros derechos fundamentales. Por ejemplo, es evidente que la capacidad de la inteligencia artificial de recolectar datos puede poner en peligro nuestra privacidad; de hecho, nuestros datos personales son una fuente de información de gran valor para millones de empresas y no siempre se encuentran protegidos adecuadamente. Ahora ya no sólo nos tenemos que cuidar de lo que hagan las autoridades para amenazar nuestros derechos, sino que también son las empresas de tecnología las que los pueden afectar. O en otro tema, que también debe merecer un análisis detallado desde el periodismo jurídico: se ha señalado desde hace ya algunos años que un ámbito de impacto inmediato de los sistemas de inteligencia artificial será el de la responsabilidad civil (lo que en los países anglosajones llaman tort law). ¿Quién responderá civilmente por los daños que se causen a través del uso de la inteligencia artificial? ¿Qué pasa si un software automatizado se equivoca en un diagnóstico médico y concluye que se le debe practicar una cirugía a una persona que en realidad no necesita? ¿Quién responde por una mala decisión tomada por un vehículo autónomo que pueda lesionar o incluso matar a alguna persona mientras transita¡ por una vía pública?
Lo anterior intenta ilustrar simplemente lo mucho que va a influir la inteligencia artificial en el campo de la comunicación jurídica. Los ejemplos podrían multiplicarse y se irán acumulando conforme se generalice todavía el uso de la inteligencia artificial. Pero, en general, soy optimista de las muchas oportunidades que trae consigo, sobre todo para quienes tengan clara la necesidad de estar siempre actualizados y que no se resistan a las nuevas realidades.
Hay que considerar que el surgimiento de los sistemas de inteligencia artificial, con todo y sus riesgos, en realidad es una gran oportunidad para continuar creciendo profesionalmente y como personas. Vale la pena no desaprovecharla.
¿Cómo pueden colaborar y trabajar de forma coordinada los especialistas del periodismo jurídico y los profesionales del derecho, partiendo de la premisa de que ambas profesiones se enfrentan al reto de asociar los temas legales a las propias experiencias de vida de las personas?
Miguel Carbonell – Estoy convencido de que, por el bien del derecho y por el bien del periodismo, necesitamos hacer más y mejor periodismo jurídico. No solamente porque los fenómenos jurídicos forman parte esencial de la agenda pública en todos los países, sino también porque la gente tiene una gran necesidad de conocer cuáles son sus derechos y cómo puede actuar si enfrentan algún problema jurídico. Eso implica que el periodismo jurídico tiene a su cargo una gran responsabilidad pública y tiene que hacer su trabajo de la mejor manera posible para atender a las necesidades de nuestras audiencias.
Me parece que al periodismo jurídico le espera un futuro fascinante y lleno de retos. Uno de ellos será el de la inteligencia artificial al que ya nos hemos referido. Por otra parte, como sucede con muchas otras formas de periodismo, es probable que el periodismo legal continúe estando cada vez más volcado hacia las plataformas digitales. Las publicaciones en línea, los blogs legales, los podcasts y las redes sociales seguirán siendo los medios más relevantes para compartir noticias, análisis y comentarios legales. Esta presencia digital es muy positiva ya que permite una comunicación y una interacción más inmediatas con los lectores.
Con la creciente disponibilidad en línea de datos legales y tecnologías para el análisis de esos mismos datos, los periodistas legales pueden aprovechar los informes basados en fuentes digitales para descubrir tendencias, identificar patrones y generar información novedosa y útil sobre el sistema legal. Esto requiere un profundo trabajo de análisis de decisiones judiciales, legislación y bases de datos legales para proporcionar información detallada sobre cuestiones jurídicas de todo tipo.
Por otro lado, las nuevas tecnologías permiten hacer hoy en día un periodismo más “visual”, por llamarlo de alguna forma. Esto implica utilizar técnicas narrativas que incluyen el uso de infografías, mapas interactivos y videos, todo lo cual puede hacer que los conceptos legales complejos sean más accesibles para una audiencia más amplia. Esto podría implicar la generación de informaciones a través de líneas de tiempo interactivas, simulaciones y experiencias de realidad virtual que ayuden a los usuarios a comprender mejor los procesos y los contextos legales. Este enfoque puede ser especialmente importante para quienes no son abogados.