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Lola, 25 aniversario

“Corre Lola, corre”, es el título en español de un nuevo clásico del cine alemán. Dirigida en el año de 1998 por Tom Tikwer, la película fue inmediatamente considerada a formar parte de festivales y a distribuirse rápidamente en las salas de todo el mundo. La crítica fue positiva y unánime al hablar de este dinámico filme y de su principal actriz Franka Potente, que posteriormente participaría en diferentes proyectos internacionales sin volver al nivel mostrado como la improvisada corredora. De hecho, esa galopada es la base de la historia.   

Manni, pareja de Lola, pierde una fuerte cantidad de antiguos marcos alemanes pertenecientes a la mafia local. El joven, acude a ella por medio de una llamada desesperada con lo que ambos personajes se inmiscuyen inmediatamente en tratar de recuperar el dinero en menos de veinte minutos. Lo novedoso de la historia es que narra tres versiones diferentes de esa situación, dos de las cuales son fatales, una para Manni y otra para Lola, aunque la parte final es lo que podríamos llamar un final feliz, y dado ese propósito temático es que retomamos la película, ya que el argumento tiene diferentes vertientes reflexivas, señalando, en primera instancia, el uso de los mundos posibles y la lógica de contrafácticos con que se estructuran las tres partes.  

¿Qué hubiera, y cómo serían las consecuencias de los hechos coherentemente construidos en un mundo posible W? es algo que resalta en la historia del filme. ¿Cómo están determinadas las situaciones en un mundo en que Manni debe de morir a causa del conjunto de esas situaciones? Y de igual forma, ¿cómo están determinadas en un mundo en el que Lola debe de morir bajo ese seguimiento de acciones? Finalmente, se abre la pregunta sobre qué habría de ocurrir para que ninguno de ellos muera, lo que representa el final afortunado para los amantes. 

Otra consideración tiene que ver con los diálogos sobre las preocupaciones individuales que ambos guardan, y que, como interlocutores, esperan resolver en diálogo directo entre ellos en escenas que se desarrollan en la intimidad. Sin embargo, un punto muy interesante, y muy poco observado en la película, tiene que ver con dos objetos que pasan casi desapercibidos en la historia, pero que forman parte sustancial de esta: una bolsa y el dinero contenido en ella ¿Qué ocurre con estos elementos? 

Resulta que, en su afán por reponer el dinero perdido, la pareja asalta un autoservicio en la primera versión, escapando sin llegar muy lejos, pues la policía los intercepta disparando sobre ella. Lola cae al suelo moribunda, mientras que Manni arroja la bolsa al aire que cae lentamente al piso. En el siguiente episodio, Lola, asalta de manera atípica un banco, llega con Manni evitando que este asalte el autoservicio, pero al ir hacia ella, es arrollado por una ambulancia. Lola es ahora quien deja caer la bolsa del dinero que se suspende nuevamente en cámara lenta. En la versión final, Manni recupera los dineros perdidos, mientras que Lola los obtiene por su parte en un casino de manera casi mística, casi mágica, y al llegar con él ¡se da cuenta de que todo está bien! Ambos caminan, Manni más feliz que Lola, que luce confundida, y mientras ella carga la bolsa con el dinero obtenido en el casino, él pregunta “¿qué hay en la bolsa?”

Desde luego, cuando el argumento de una película muestra a una pareja joven interactuando bajo reflexiones vitales, el asunto del dinero cobra una relevancia singular, y esto es la poca importancia existencial del mismo, pero a la vez, la de su mucha importancia artificial, lo que se percibe en las simbologías que dan cauce a la historia; el dinero que se aleja en su significado irrelevante cuando se pierde la vida (asunto recalcado en la fotografía ralentizada de la filmación), y lo anecdótico que es cuando la vida sigue su curso… Una vez resueltos los embrollos en el tercer episodio, la pregunta de Manni a Lola sobre lo que lleva en la bolsa, y que no es otra cosa que el dinero, siguiere una ironía del mismo, sobre los esfuerzos en los que se obtiene, sobre el valor emocional de este y sobre sus fines, que a veces son mayores que los fines humanos. ¿Qué hay en la bolsa? Es una pregunta que al final de la película queda sin respuesta, quizá porque si Lola no responde, la vida seguirá sin afección alguna en lo que continúa. O quizá, porque si Lola dice lo que hay, esto cambie el rumbo de un día con un destino perfecto. Como sea, si Lola dice o no lo que hay, antes de hacerlo, existe otra posibilidad para los contrafácticos y los mundos posibles, así que, filosóficamente hablando, el hubiera (lo que hubiera) si existe, y se plantea en una narrativa como la que cuenta esta esforzada película.  

De esta manera, “Corre Lola, corre” no es recomendable solo por sus pesquisas filosóficas, sino por el arte y la creatividad alrededor suyo: la música, el tempo narrativo, el suspenso, los desenlaces, sin olvidarnos de la actuación que, sin ser de gran carácter dramático, cumple con eficiencia y realismo en el personaje de Lola, principalmente, haciendo de este un filme que debemos bajar del entrepaño para disfrutarlo a 25 años, ya, de su aparición. 

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