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Nomenclatura urbana

Existe en la Ciudad de México una Comisión de Nomenclatura encargada de “coadyuvar con la Secretaría de Desarrollo Urbano para establecer los criterios para la asignación y modificación de nomenclatura de colonias, vías y espacios abiertos”. Ha de estar en un sótano y habrá tres escritorios chelengues, un librero, dos focos mosqueados y un garrafón vacío.

Sus empleados tramitan oficios de este corte: “Se solicita atentamente otorgar nomenclatura al desarrollo urbano cuya ubicación se anexa, así como para sus nueve vialidades”. El jefe —llamémosle Pichardo— grita: “A ver, Menchaca, ¿qué tenemos para nueve vialidades?” Menchaca contesta: “Musas y planetas”. Pichardo toma su decisión: acaba de nacer el desarrollo urbano Sistema Solar Tlaxcaltenango; sus calles son Avenida de Venus, Paseo de Mercurio, Calzada de Tierra, Vía de Marte, Rinconada de Júpiter, Calle de Saturno, Callejón de Urano, Callejuela de Neptuno y Ampliación Plutón. Listo. El que sigue.

Pichardo conoce las jerarquías: primero los nombres de los héroes que nos dieron (o nos están dando) patria, sus fechas y sus lugares; luego los grandes hombres en general (es decir, extranjeros); los infinitos mundos vegetal, animal y mineral, los ríos y las montañas y los lirios (cualquier imprevisto se resuelve con lirios, que debe ser la flor favorita de la mamá de Pichardo). De ahí en adelante Pichardo convierte en calle lo que sea.

¿Sabe usted por qué vive en la calle Fórceps, o en la avenida Cloruro de Sodio? Pregúntele a Pichardo. Su inventiva no va a la zaga de las premiosas circunstancias: en esta ciudad nacen cien calles al día.

El libro que Pichardo y sus predecesores escriben desde hace 500 años es la Ciudad de México. Sus renglones son las calles y las glorietas sus puntos y aparte. Es un libro que sólo tiene personajes, fechas, lugares y objetos, pero no verbos (aunque puede haber una calle Preposición en la colonia Lengua Nacional). El índice de ese libro ilegible es la Guía Roji: cientos de páginas que fantasean una ciudad aséptica de cuadrículas azules.

Hace poco la Causa de los Santos Laicos exigió ponerle calle Carlos Monsiváis a la calle en la que vivió el escritor. Según la Guía Roji, la calle Carlos Monsiváis ya existe: está en el Barrio 2, Tepoztlaco, colonia Chiconautla 3000-Tres Barrios, Ecatepec (esto es en serio). La rodean las calles Lorenzo Meyer, Elena Poniatowska, Pablo González Casanova y Sófocles (esto también es en serio). Días más tarde, el artista José Luis Cuevas, en un alarde de inventiva, propuso que la avenida Altavista mejor se llame Paseo José Luis Cuevas. Pues también existe, en la colonia Campiña de Aragón, Indeco Santa Clara. Hay que tener paciencia: llegará el día en que la explosión demográfica se cruce con el crecimiento de la mancha urbana y todo ciudadano sea calle, desde Abelardo Abasolo hasta Élmer Zucopachtle.

Asomarse a la guiaroji.com.mx es entrar a una dimensión delirante: una de las 173 calles Carlos Hank González se cruza con la calle Embajada de Irak. ¿Por qué? Por la misma razón que la calle Manuel Buendía cruza la calle Akenatón: porque sí. En una colonia oximorónica que se llama Sierra del Valle (porque en México hay Lagos de la Sequía) están las calles Reforma Política, Reforma Agraria y Reforma Constitucional. Pase, pero que además existan Reforma Espacial, Reforma Marítima y Reforma Terrestre es señal de que a Pichardo le urge ir al Paseo de la Pasiflorina.

¿Por qué habrá una calle Huecampool? En la colonia Primero de Mayo está la calle José Stalin, y en Lomas del Paraíso, la Fidel Castro. Proletarios Unidos se cruza con Liberación de la Mujer en la colonia 10 de Junio del Fraccionamiento Social Progresivo Santo Tomás Chiconautla (es el fraccionamiento sincrético). En la colonia Ampliación Evolución las calles son Monedita de Oro, Granito de Sal y Zopilote Mojado.

En la colonia Metropolitana se llegó al extremo de bautizar calles con nombres de vialidades: calle Avenida Paseo de la Reforma. En la colonia La Nopalera existe la Unidad La Traviata con las calles Turandot y Elíxir de Amor. Hay siete calles Layka (la perrita rusa que viajó al espacio y que luego fue enviada al Gulag por mordelona), pero no hay calle Neil Armstrong. Una de las cinco calles Fidel Velázquez hace esquina con la calle Mejoramiento del Ambiente. Eso sucede en la colonia Himno Nacional. En Bosques de las Lomas una oportuna barranca separa a la calle ricachona Bosque de Canelos de las calles Bayonetas, Misiles y Explosivos que están en la colonia Sindicato de Trabajadores de la Industria Militar… Tal es su desesperación que Pichardo ha comenzado a bautizar calles en maya: Dzemuldzilam. ¿Qué significa? Fácil: Paseo de los Lirios.

Otro problema surge de las tiranteces políticas. La Asamblea Legislativa del Distrito Federal acordó retirar el nombre de Luis Echeverría Álvarez, un señor que fue presidente el siglo pasado, de 40 calles de la capital. “Ni Luis Echeverría Álvarez ni Gustavo Díaz Ordaz —otro presidente del siglo pasado— merecen tener nombre de calle”, dijo Salvador Martínez della Rocca, vetusto cuanto perseverante joven revolucionario del siglo pasado.

¿Qué hacer? El problema es que si se aplica el revisionismo a la nomenclatura urbana el resultado puede ser una pesadilla. Mientras tenga el poder, el Partido de la Revolución Democrática puede ordenar que la calle Echeverría cambie su nombre, digamos, a calle Héroes de Bejarano, y cuando el Partido Revolucionario Institucional vuelva a ganar el Distrito Federal le ponga de nuevo Calle Echeverría, y así sucesivamente. ¿Resultado? Habrá que enviar las cartas a “Alberto Fonseca. Calle Héroes de Noroña (antes o después Echeverría), colonia Dedo Prensil, México, Distrito Federal”.

Debería haber una comisión perredista encargada de la nomenclatura, y su manera de funcionar debería ser la de acudir a las calles, realizar un análisis dialéctico y objetivo y proceder a ponerles nombres realistas-socialistas. Por ejemplo: Avenida de los Microbuses Asesinos y Hazle Como Quieras; Calle Irremediablemente Fea, Paseo del Cristalazo Vespertino a la Vista de Todos Incluyendo la Policía; Rinconada que se Inunda Todo Julio, Agosto y la Mitad de Septiembre; Eje Vial Donde Recogen Rápido los Cadáveres de los Atropellados; Boulevard de los Vendedores de Productos Piratas Baratos Pásele Pásele; Paseo de las Casas Cuadradas Espantosas Color Violeta con Ventanas de Aluminio Dorado; Avenida Duodenal; Paseo del Narcomenudeo; Callejón de la Anfetamina, etcétera.

La confusión de la nomenclatura urbana es un remedo de confusiones superiores. Pero aquí es tal que se impone conjeturar que es producto del cálculo. ¿Qué tal que la Guía Roji guarde la clave de algún secreto superior y terrible? Más que las rayas del tigre, el manuscrito Voynich o la Pirámide de Keops, la Guía Roji puede esconder el verdadero nombre de Dios, o la solución a la teoría del campo unificado. ¿De qué otra forma explicar que en su infinito crucigrama se crucen la Avenida Matemáticas y la calle del Pingüino?

Texto tomado del libro Viaje al centro de mi tierra.

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