abogacía ® es un medio comprometido con la consolidación de un espacio democrático para la difusión y la divulgación de ideas y opiniones. ¡Suscríbete!

Educar en derechos humanos

La educación juega un rol central en la materialización de los derechos humanos. No bastan mallas curriculares en las que se enseñen fundamentos legales y teorías. Las metodologías pedagógicas son instrumentos que puedan transformar profundamente las prácticas a la luz de los derechos humanos.


Hablar de la importancia de la educación y su poder transformador ha sido algo cotidiano para nosotras desde que tenemos memoria, porque crecimos con una madre que se dedicaba no sólo a nuestra educación, sino a la de cientos de personas en las aulas. Creemos que por eso ambas hemos decidido involucrarnos en la labor pedagógica en distintos momentos de nuestras vidas. A lo largo de nuestras experiencias individuales se ha ido transformando nuestra perspectiva al respecto y hoy queremos compartirla entre nosotras y con ustedes para proponer herramientas, técnicas y principios que puedan serles de utilidad para transformar las aulas, sea cual sea el papel que tengan en ellas.

La educación tradicional invadió nuestras sociedades y se impuso como la mejor opción para aprender a transitar el mundo. Sin embargo, resultó una manera de despojar a las personas de su humanidad y de la posibilidad de alcanzar el máximo potencial de su ser.

Los espacios educativos son unos de los primeros y principales agentes socializadores (después de la familia). Una educación que favorece al statu quo impuesto por un sistema político capitalista, colonialista y patriarcal no podrá desmantelar estos sistemas de opresión. Por eso dedicamos nuestras vidas a defender una educación en derechos humanos con el fin de influir de forma positiva en la ciudadanía que formamos: con total aceptación a la diferencia, reconociendo las injusticias, actuando en contra de ellas y dignificando toda forma de vida. Hay muchas propuestas alternativas a la pedagogía tradicional, por eso hoy queremos destacar algunas que compondrían una educación integral basada en derechos humanos.

Sabemos que es retador introducir experiencias personales en la labor pedagógica porque la corriente tradicional lo rechaza y lo califica como poco profesional, pero confiamos en que es la mejor y más efectiva manera de acercarnos a lxs discentes. También creemos que este texto (como cualquier otro) es un medio de enseñanza, por lo que nos atrevemos a compartirles algunas de nuestras vivencias y sentipensares en estas páginas.

Queremos empezar definiendo algunos conceptos que utilizaremos a lo largo de este escrito, no porque sea su única definición válida, sino para introducirlos en caso de que resulten nuevos para el lector y como punto de referencia de lo que significan para nosotras:

Educación: práctica pacífica para construir de sociedades más justas y de respeto a la dignidad de todas las personas.

Pedagogía: ciencia de la educación; el lente crítico que usamos para identificar los impactos de la educación en la sociedad.

Derechos humanos: afirmar que todas las personas tienen derechos por el simple hecho de ser personas, y no actuar para que eso sea una realidad, es simplemente una falacia; los derechos humanos son principios rectores de respeto a toda la vida.

Inclusión: no exigir espacios de poder para quienes históricamente no han estado en esos espacios, sino pugnar por el desmantelamiento de los sistemas de opresión.

Docente: quien se dedica profesionalmente a guiar y coconstruir conocimiento.

Discente: quien tiene como objetivo aprender, participando activamente en la generación del conocimiento.

Educación libertaria/antiautoritaria

La propuesta de la educación libertaria o antiautoritaria reconoce a lxs discentes como entidades autónomas que tienen capacidades de autorregulación y decisión, lo que deriva en que decidan el currículum, el ritmo y la regulación de la conducta. Esa propuesta hace el llamado a cuestionarnos acerca de que las lógicas tradicionales de las jerarquías en las aulas se reproducen a lo largo de la vida de los individuos, quienes posteriormente querrán tomar el papel de opresorx o aceptar el destino de oprimidx.

Lxs opositores de la educación antiautoritaria podrán argumentar que no se puede dotar de poder de decisión a lxs discentes porque sólo propiciarán dispersión. En un modelo tradicional, esto podría ser verdadero porque se mantiene una relación lejana y tóxica con el aprendizaje. Sin embargo, si lo mudamos a un espacio de aprendizaje más flexible, donde exista una interacción armónica de los intereses individuales y colectivos, y los temas, las actividades y los tiempos no sean impuestos, la curiosidad nata florece y los procesos de aprendizaje se tornan más efectivos y atractivos.

Las escuelas donde cursamos nuestra educación básica, media y media superior no contemplaban los problemas del mundo a la hora de promediar nuestras habilidades creativas y nuestra sensibilidad. Estamos seguras de que muchxs se podrán identificar cuando decimos que pasamos noches de estrés y desvelo estudiando ciencias que no despertaban ningún interés en nosotras y que no hemos tenido que usar en nuestras vidas más que para obtener una calificación. En contraparte, nuestras almas mater proponían un modelo educativo más cercano al libertario, lo cual no derivó en que fuéramos peores estudiantes, menos productivas o más flojas; todo lo contrario, disfrutamos asistir a clases y nos sentíamos motivadas para continuar investigando fuera del aula, donde obtuvimos nuestras mejores calificaciones.

Educación intercultural/antirracista

Vivimos tiempos de emergencia mundial y atravesamos una crisis climática. El orden colonial avanza con pasos firmes rumbo a su objetivo: imponer una única forma de vida que prioriza el capital por encima de las personas, que desata conflictos armados obligando a las personas a buscar mejores condiciones de vida, que mata y deja morir en el camino a esas personas, que dota de derechos dependiendo el tono de la piel de los individuos. Por eso es necesario no sólo plantar hortalizas sino cuestionar y rechazar los sistemas de dominación. Las decisiones han sido tomadas por muy pocas personas a favor de sus intereses y es urgente apostar por otras formas para tomar esas decisiones.

En esta urgencia de encontrar formas de organización que vayan acordes con el respeto a la vida, los pueblos y las comunidades originarias, campesinas, rurales y tribales, aportan valiosas tradiciones, costumbres, conocimientos, formas de organización y estilos de vida que promueven el cuidado de la naturaleza y de otras personas. La educación intercultural obliga a la cultura hegemónica a escuchar otras realidades y funciona como medio de resistencia contra las discriminaciones y como defensa del derecho a la diferencia.

Hemos colaborado, en distinto tiempo y en distinta forma, con el Instituto Superior Intercultural Ayuuk, donde hemos llegado a la conclusión de que nuestra principal actividad debía ser —por nuestro origen— callar y aprender de una cosmovisión que genera conocimiento con el fin de que sirva a la comunidad. Aprendimos que un modelo intercultural permite el compañerismo sobre la competencia, que la conservación de los recursos naturales debe perseguirse sin que primen los intereses individuales, que puede haber justicia sin cárceles, y que, como escribe el poeta Wendell Berry, “el trabajo debe ser necesario, bueno, satisfactorio y digno para quienes lo realizan; y verdaderamente útil y aceptable para las personas para las cuales se hace” (Berry, 1996).

REGÍSTRATE PARA SEGUIR LEYENDO

Continúa disfrutando de nuestros contenidos sin interrupciones. Si ya tienes una cuenta con nosotros, inicia sesión.

Jorge Alfredo Domínguez Martínez: Combatividad y espíritu de justicia

Originario de la Ciudad de México, donde nació en 1941, Jorge Alfredo Domínguez Martínez ha ejercido la docencia en el área del derecho civil durante más de medio siglo en su querida alma mater, la Facultad de Derecho de...

Newsletter

Recibe contenidos e información adicional en tu bandeja de entrada.

.