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Ibrain Hernández: Upstanders The Podcast

«Un upstander» –sostiene Ibrain– «es alguien que alza la voz y que lucha para que otras personas puedan tener las mismas oportunidades que otros». Tal es el nombre de su podcast, UpStanders, un espacio que, desde 2021, ha construido al recuperar voces y experiencias del medio jurídico nacional e internacional, como las de las periodistas judiciales Linda Greenhouse y Katie Barlow, el juez de la Corte Suprema estadounidense, Clarence Thomas, o figuras más cercanas a nosotros, como el ministro José Ramón Cossío o, más recientemente, la ministra Margarita Ríos Farjat.

Ibrain ha colaborado con abogacía® desde hace más de un año. En este mes de junio (2023), decidimos entrevistarlo no sólo para dar a conocer su trabajo, sino para compartir una serie de entrevistas que ha realizado a propósito del mes del orgullo, y una experiencia personal que a continuación reproducimos.


Junio es para rendirse

Son alrededor de las 10.00 h. en algún punto de la Ciudad de México. Estoy a punto de bajarme del coche y antes de eso le doy un beso al conductor para despedirme. “Nos llamamos más tarde, me cuentas cómo te fue”, me dice. Cierro la puerta, doy unos pasos y escucho a alguien gritar: ¡Putos! Era un taxista que iba pasando y nos había visto. Yo sigo caminando hacia mi destino, pero no me siento ofendido, enojado o frustrado. Por primera vez en mi vida, estaba experimentando la reacción negativa de alguien que me había visto mostrar cariño a otro hombre.

Hace un año, tomé la decisión de liberarme y rendirme ante la realidad para mostrarme tal y como soy al mundo que me rodea. Desde entonces, he vivido muchas experiencias por primera vez. El miedo que sentí hasta los dientes al hablar con mi familia sobre mi orientación, la pena y ansiedad que sentí la primera vez que le di la mano a otro hombre en público o el impulso de alzar la voz y denunciar los comentarios homofóbicos de un profesor en la universidad. Esto puede sonar burdo o cotidiano, pero por mucho tiempo también parecía imposible para mi. Aunque vivamos en tiempos y espacios más inclusivos, nunca es fácil desafiar las normas y los convencionalismos sociales. Aún vivimos en un México lleno de prejuicios, estigmas y discriminación. Aún nos desarrollamos en un gremio jurídico en el que los puestos de liderazgo y toma de decisiones se encuentran conformados por hombres heterosexuales en su mayoría. 

Por mucho tiempo me sentí obligado a callarme, ocultarlo e incluso ignorarlo, pero llegó un punto en el que ya no pude más; lo único que pude hacer fue rendirme. Comúnmente, asociamos la palabra rendirse con  algo negativo, con tirar la toalla o abandonar algo; pero, en este contexto, rendirse representó dejar todos los miedos y dudas atrás. Rendirse es renunciar al mundo que conocemos, es caer al fondo de nuestros argumentos y retomar el origen de nuestras vidas. Solo así, pude verme y sentirme de la forma en la que verdaderamente lo quería. 

Lo anterior no es fácil. A veces, sientes que vas atrasado en la vida y te sientes frustrado por no haber tenido la oportunidad de ver la verdad antes. Sin embargo, todas y todos vivimos nuestros procesos de manera distinta y es importante ser respetuosos con las experiencias de los demás. La clave está en la empatía que mostramos a nuestro entorno y tener un grupo de personas con las que podamos identificarnos y hablar de las situaciones que nos afectan de una manera u otra. 

Para el gremio jurídico mexicano, me costó mucho trabajo encontrar a referentes de la comunidad LGBTQ+ con los que me pudiera identificar y admirar. Jamás he visto a un ministro de la SCJN abiertamente gay o a una socia de despacho transnacional que sea trans. Sin embargo, existe un grupo de abogados, servidoras públicas, magistrades y académicos que luchan todos los días para construir un gremio más inclusivo, diverso y accesible. En junio, Upstanders enfocará su atención a contar las historias de la Abogacía LGBTQ+ con el objetivo de que todas y todos podamos inspirarnos y descubrir que la diversidad nos hace mejores como sociedad. 

Quiero compartirles las historias de lucha, resiliencia y determinación de personas que han vivido en carne propia el rechazo, la discriminación y la violencia de un gremio que está acostumbrado, por naturaleza, a mantenerse estático y sin reformas. Hace unos años, una amiga abogada me contó que, en esencia, el Derecho versa sobre la certidumbre, el precedente y lo que siempre ha sido; pero ella estaba feliz de saber que existimos personas que creen en el cambio.  Yo estoy convencido de que nos encontramos en un momento histórico de gran trascendencia, en el que tenemos la oportunidad de transformar las realidades y las instituciones que conforman nuestras comunidades. 

En el Derecho, las palabras son muy importantes y su uso puede tener consecuencias monumentales. Creo que es muy importante reflexionar detenidamente sobre las palabras que utilizamos para referirnos o describir a alguien. Cada cabeza es un mundo y cada quien interpreta el lenguaje de acuerdo a su experiencia y formación. En su momento, la palabra puto me parecía un insulto, una forma de denigrar a alguien. El día que aquella persona se refirió a nosotros con esa palabra, mi perspectiva cambió y empecé a visualizarla como una manera de abrazar todo lo que soy y todo lo que quiero representar. 

Precisamente eso es lo que intento hacer cada vez que alguien utiliza las palabras para agredir o hacerme sentir mal. ¿Soy un pusilánime porque entiendo que cada decisión que tome conlleva diversas consecuencias y quiero tomarme el tiempo para elegir lo que me parezca más favorable? Adelante, lo soy. ¿Soy invasivo por querer comunicar y resolver los problemas a través del diálogo y la sinceridad? Por supuesto que lo soy. 

Mi invitación es escuchar detenidamente cada historia, estoy seguro de que tendremos algo que aprender o nos identificaremos de alguna manera. Ríndete y renuncia a los prejuicios y concepciones negativas que tengas porque, solo así, te darás cuenta de que todas y todos estamos en este mundo intentando hacer lo mejor que podamos y de que hay más razones para unirnos que para juzgar y excluir. 

Ibrain Hernández Rangel


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