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La lección del zorro

Partiendo de la importancia de reflexionar sobre el fenómeno jurídico a través del arte —que sin duda puede tener una influencia positiva en nuestra perspectiva del derecho y la justicia—, el autor aborda un fragmento de la novela corta más famosa del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), El Principito, con el objetivo de mostrarnos la importancia de interpretar y aplicar las normas desde la empatía y la sensibilidad que cada caso concreto requiere.


No es objeto de este artículo ahondar en el todo de El Principito, sino en un momento específico de la conversación que sostienen el protagonista de la novela y el zorro cuando se conocen. Sólo diremos en relación con la novela que la mejor forma de sintetizarla es la propuesta por Beigbeder: es el único cuento de hadas del siglo XX y pudo haberse titulado “En busca de la infancia perdida”.

En la primera parte del texto presentamos el diálogo que acontece entre los dos personajes mencionados, en el que desarrollan el concepto de domesticación; posteriormente, anotamos una de las conclusiones a las que han llegado los estudios de literatura neurocognitiva y la teoría de la aritmética de la compasión, y su relación con el derecho; concluiremos reflexionando sobre la importancia de la mencionada conversación entre el Principito y el zorro para el estudio, la reflexión y la aplicación del derecho a la luz de los estudios literarios mencionados.

Una rosa domesticada

En los capítulos XX y XXI de El Principito se narra uno de los momentos más conmovedores de la novela: el instante en que el joven protagonista se encuentra con un jardín florido de rosas, todas parecidas a la rosa que él había dejado en su “planeta” de origen (asteroide B612). Como se apunta en el texto, al reconocer la similitud que tenían con la suya, preguntó quiénes eran, a lo que le respondieron, confirmando el pensamiento del chico: rosas. El golpe de realidad no se hizo esperar: “Y se sintió muy desdichado. Su flor le había contado que era la única de su especie en el universo. Y he aquí que había cinco mil, todas semejantes, en un solo jardín”. 1

Posteriormente, tras haber llorado el Principito ante su descubrimiento, conoció a un zorro que le explicó que para jugar con él debía “domesticarlo”, esto es, crear lazos que lo distinguieran del resto de los zorros, que lo hicieran diferente: “Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero si me domesticas tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo…” 2

Entonces el Principito empezó a comprender el lazo que él y su rosa habían generado y que eso la distinguía de las demás rosas con las que se había encontrado. A esto, el zorro agregó que “sólo se conocen las cosas que se domestican” 3 y procedió a explicar al chico cómo podía domesticarlo a él para que pudieran jugar.

¿Podemos conocer y domesticar (generar lazos) a personas a través de la literatura de ficción? ¿Importa esto al derecho? Veamos.

Empatía y derecho

Los estudios sobre literatura neurocognitiva establecen los procesos mentales a través de los cuales las personas lectoras de literatura de ficción pueden generar empatía con las historias/experiencias de los personajes que las protagonizan (e incluso con las de aquellos que juegan roles secundarios dentro de la historia).

Dice Luis Javier Plata Rosas, en su texto Literatura neurocognitiva: el poder transformador de las letras (2016), que “hacer que lectores y lectoras se enfrenten a la tarea de inferir pensamientos, sentimientos e intenciones de los y las personajes en sus mundos imaginados, permite que haya una mayor identificación con el/la personaje y una mayor comprensión es ésta”.

La individualización de experiencias tiene como efecto aquello a lo que Paul Slovic llama “la aritmética de la compasión” (en su teoría del entumecimiento psíquico); para el psicólogo “es más fácil generar empatía si un mensaje presenta información sobre una persona única e identificable, que cuando la información hace referencia a grupos enteros de personas o estadísticas”; el cerebro se entumece cuando tratamos de ponernos en los zapatos de decenas, miles o millones a la vez. Dice Slovic que “la lectura puede desentumecer nuestras neuronas empáticas lo suficiente para que nos interese el bienestar de alguien más como si nosotros fuésemos ese alguien” (Artihemtic of Compassion).

Manuel Alcántara-Plá, en un texto titulado La aritmética de la compasión (2016), ilustra lo anterior con el caso de la fotografía de Aylan Kurdi, un niño sirio que apareció ahogado en una playa durante la revolución en Siria el 2 de septiembre de 2015. Hasta ese entonces, las noticias mundiales se habían reducido a la cantidad de muertos que había ocasionado el conflicto armado y el interés global no era tanto. Desde que apareció la fotografía que narraba la historia particular del pequeño hijo de migrantes que huían de las hostilidades, aumentaron la cantidad de búsquedas en internet para conocer sobre el conflicto y las formas de ayudar a familias refugiadas.

Generar experiencias individualizadas a través de la literatura de ficción que permitan a las personas lectoras conocer (y reconocer) experiencias distintas a las propias, permite, de igual forma, conocer las experiencias de categorías identitarias determinadas, “compadecerse” (en términos de Paul Slóvic) de éstas y reconocerlas en la sociedad y en sus estructuras, generando la mayor inclusión posible.

Esto adquiere trascendental importancia cuando quien lee estas experiencias codificadas en la literatura también es quien opera el derecho, pues sus decisiones (que impactan directamente la vida en sociedad de las demás personas) necesariamente serán desde la empatía.

La domesticación entre el Principito y su rosa —el vínculo que ambos habían generado, y que los distinguía a ambos de los demás seres de su especie en el universo— ilustra la importancia de la individualización de las experiencias y la trascendencia de conocer cada una para apreciarla y empatizar con ella. No es lo mismo conocer hechos a partir de cifras, que a partir de experiencias únicas con las que podemos relacionarnos.

Conclusión

Para que el derecho logre concretar su fin último, la justicia, además de la aplicación de normas justas, si bien abstractas, se requiere que sean aplicadas con empatía y sensibilidad en cada caso en concreto, y no únicamente al pie de la letra. Recordemos el principio: summum ius, summa iniuria. El zorro nos recuerda que para generar empatía con alguien/algo tenemos que conocerlo: la literatura de ficción, a través de sus procesos de “empatización”, es una gran forma de conocer (y reconocer) los intereses, las inquietudes, las necesidades y las experiencias de otras personas. Esto tiene que ver con la construcción de paz, pero de eso escribiremos después. Nuevamente, la literatura de ficción se presenta como una herramienta esencial para la reflexión y la aplicación del derecho.


* Agradezco a Manuel Jorge Carreón Perea sus comentarios a este texto.

Referencias:

  • Alcantará-Plá, Manuel, La aritmética de la compasión, en https://inicios.es/2016/la-aritmetica-de-la-compasion/.
  • Arithmetic of Compassion, en https://www.arithmeticofcompassion.org/.
  • Plata Rosas, Luis Javier, Literatura neurocognitiva: el poder transformador de las letras, 2016, en https://www.nexos.com.mx/?p=29998.
  • Saint-Exupéry, Antoine de, El Principito, trad. Bonifacio del Carril, Emecé Sanborns, México, 2012.
  • Volpi, Jorge, Leer la mente: el cerebro y el arte de la ficción, Alfaguara, México, 2011.
  1. Antoine de Saint-Exupéry, El Principito, trad. Bonifacio del Carril, Emecé Sanborns, México, 2012, p. 76.[]
  2. Ibid., p. 79.[]
  3. Ibid., p. 80.[]

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