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Los bancos centrales contra la inflación

Los últimos meses no han sido buenos para la economía global y, en general, los mercados financieros han salido con saldos negativos durante este periodo. Las acciones mundiales cayeron 8.8 %, la segunda mayor caída en una década. Mientras tanto, los mercados de deuda van hacia su peor resultado desde 1865. Y todo se debe a un problema de “escasez de dinero”.


Estos golpes brutales a la economía financiera tienen su origen en varios factores. El primero es la ola de alzas de interés en la mayoría de los bancos centrales del mundo; por ejemplo, en el caso de México, el Banxico ya lleva nueve alzas seguidas que suman un total de 375 puntos porcentuales. De hecho, el alza de junio hecha por el Banxico ha sido la más alta en 14 años. No obstante, otro factor muy importante de esta “escasez de dinero” es que la Reserva Federal, sin duda el banco central con mayor credibilidad en el mundo, ha “cerrado la llave del dinero”.

Empecemos señalando que desde la crisis financiera de 2007-2008 los mercados financieros de Estados Unidos comenzaron a tener un momento de auge, pues la Reserva Federal comenzó a comprar deuda como parte de su programa de apoyo económico tras la crisis, a lo que se le llama política de “flexibilización cuantitativa”, o quantitative easing (QE en inglés), medida que también instrumenta el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra. Este tipo de políticas tiene como propósito brindar liquidez a la economía. Posteriormente, cuando apareció el Covid-19, la Reserva Federal mejoró este esquema de flexibilización cuantitativa para rescatar a los mercados del borde del desastre, lo que ayudó a impulsar un gran repunte en todo, desde bonos del gobierno hasta criptomonedas: con la llave del dinero abierta todos vieron ganancias.

Todo cambió por causa de los problemas de inflación que trajo consigo el Covid-19 y el conflicto entre Rusia y Ucrania, cuestión que abordamos en la edición de agosto de abogacía. El alza agresiva de los precios, consecuencia de la escasez de productos, ha orillado a los bancos centrales a incrementar las tasas de interés y a la Reserva Federal a cerrar la llave del dinero, pues ya no ha comprado deuda (para aumentar su hoja de balance), sino todo lo contrario: ahora está haciendo esfuerzos para reducir su hoja de balance. Así, si antes de la inflación por el Covid-19 los bancos centrales hicieron esfuerzos para abrir la llave del dinero, ahora intentan cerrarla lo más pronto posible; una labor de “plomería” bastante peligrosa, vale decir.

Desde la crisis financiera de 2007-2008 los mercados financieros de Estados Unidos comenzaron a tener un momento de auge, pues la Reserva Federal comenzó a comprar deuda como parte de su programa de apoyo económico tras la crisis.

Si se comparan las medidas de flexibilización cuantitativa entre 2007 y 2020, las primeras parecen un juego de niños. En el transcurso de dos años, a partir del año 2020, la Reserva Federal adquirió unos 3.3 billones de dólares en bonos del gobierno de Estados Unidos y 1.3 billones de dólares en valores respaldados por hipotecas (MBS, por mortgage-backed securities). A partir de marzo, eso dejó al banco central de Estados Unidos con una cuarta parte de toda la deuda del Tesoro en circulación y una tercera parte de los MBS. 

Este tipo de medidas, como ya señalamos, ayudan a “abrir la llave del dinero”, pero también expulsan a los inversores privados de los activos más seguros del mundo y los obligan a comprar activos más riesgosos o bonos gubernamentales de otros países, como México. Aquí es importante señalar que para algunos economistas (sobre todo para aquellos que están en contra de la regulación de los mercados financieros) la flexibilización cuantitativa (QE) es una mala idea, sobre todo porque implica que los bancos centrales van teniendo un peso cada vez mayor en los mercados. Según su opinión, esto podría distorsionar el proceso de fijación de precios de los activos, además de causar una desestabilidad muy grande cuando efectúan reducciones de la hoja de balance (es decir, no reinvierten activos por madurar o venden activos).

Sin embargo, en 2020 a pocos actores les importaron estos aspectos “negativos” de las políticas de QE, pues la gravedad del impacto económico del brote de la pandemia de Covid-19 superó cualquier preocupación. La Reserva Federal inició compras ilimitadas de bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas de agencias y se aventuró en políticas que le permitieron compras de bonos corporativos y deuda municipal por primera vez.

El fin de la música

¿Qué implica reducir la hoja de balance? Pues que, junto con el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, la Reserva Federal está dejando de reinvertir los activos que vencen; apenas la semana pasada su balance general se redujo aproximadamente 20,000 millones de dólares. De hecho, hay algunos analistas que no descartan la posibilidad de que eventualmente puedan vender de manera directa parte de lo que tienen en sus libros. En total, los balances de los bancos centrales más afectados reducirán sus hojas de balance aproximadamente cuatro billones de dólares a finales de 2023.

Durante 10 años hubo una gran liquidez en todas partes, pero ahora todo se acabó. Es momento de guardar el dinero.

Lo anterior no significa otra cosa que “cerrar la llave del dinero”. Y los mercados, que siempre “piensan a futuro”, ya están resintiendo estas medidas. Durante 10 años hubo una gran liquidez en todas partes, pero ahora todo se acabó. Es momento de guardar el dinero. Como resultado, realizar transacciones cada vez es más difícil. Incluso hay plataformas de criptomonedas que han dejado de hacer operaciones y los recursos de sus miembros están estancados. Esto también ha generado que las operaciones de especulación hayan sufrido “el fin de la música”.1 

¿Cuáles serán las consecuencias finales para los mercados? Aún no se sabe. Todos pagaremos las consecuencias, incluido México, que tendrá menos compradores para sus bonos gubernamentales, para los bonos corporativos (como los de Petróleos Mexicanos) y para las acciones, lo cual tendrá efecto en la cotización de los índices bursátiles nacionales.

Los planes de la Reserva Federal para reducir su balance son muy agresivos. Para septiembre tiene como objetivo acelerar el ritmo al que está reduciendo su hoja de balance a una velocidad máxima de 95,000 millones de bonos por mes, dividido entre 60,000 millones del Tesoro y 35,000 millones para los MBS.

La duda más importante es qué hará la Reserva Federal con respecto a sus tenencias valores de hipotecas y si el banco central se convertirá en un vendedor absoluto, como han insinuado varios altos funcionarios que puede ser necesario. Éste sería un movimiento sin precedentes y generaría temor sobre la capacidad de los mercados para absorber la nueva deuda lanzada al mercado.

Otra incógnita es cuán potente y eficiente en realidad es la política de flexibilización cuantitativa como herramienta de política monetaria, es decir, ya sea para reducir la inflación o para reducir el desempleo. Algunos señalan que este tipo de política sólo es “mucho ruido y pocas nueces”. Los funcionarios de la Reserva Federal y los investigadores han ofrecido estimaciones aproximadas. Según un estudio de junio, publicado por la Reserva Federal, una reducción de 2.5 billones de dólares en la hoja de balance durante los próximos años equivaldría a un aumento de poco más de medio punto en la tasa de referencia de Estados Unidos.

La duda más importante es qué hará la Reserva Federal con respecto a sus tenencias valores de hipotecas y si el banco central se convertirá en un vendedor absoluto, como han insinuado varios altos funcionarios que puede ser necesario.

Duda, duda y sólo duda

Es posible que el proceso de reducción de hojas de balance y de combate a la inflación por esa vía no afecte tanto a los mercados. Pero de cualquier manera la mayoría todavía se preocupa porque tiene una comprensión reducida de dónde pueden aparecer las tensiones. Son cantidades y procesos que la teoría y la práctica monetaria desconoce.

La incertidumbre nunca es buena para nadie. Quiere decir que, aunado a que la Reserva Federal y otros bancos cerrarán la llave del dinero, también lo harán los fondos de inversión, los grandes inversionistas y, de hecho, muchos hogares, que ante la incertidumbre de qué sucederá con menos dinero, menos compras y menos empleos, decidirá guardar su dinero para el tiempo de vacas flacas. En cierta forma, debemos aprenderlo todos, la economía es el análisis de las profecías autocumplidas: si los hogares, los mercados y los gobiernos creen que habrá recesión entonces habrá recesión.

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