abogacía ® es un medio comprometido con la consolidación de un espacio democrático para la difusión y la divulgación de ideas y opiniones. ¡Suscríbete!

Miguel de Cervantes: el decálogo del buen juez

Miguel de Cervantes Saavedra fue un soldado y escritor español, pero no un abogado. Tampoco lo fue su inmortal personaje don Quijote de la Mancha. Ambos fueron –de acuerdo a nuestro autor– personas muy cuerdas y mejor intencionadas, salvo en los asuntos de la caballería.

En la segunda parte del Quijote, en el capítulo cuarenta y dos, denominado «De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes de que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas» el caballero de la triste figura instruye a su fiel escudero sobre la manera de gobernar los quiméricos territorios que le ofrecen, bajo las premisas de temerle a Dios y «procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse».

Según don Quijote, «si tomas por medio a la virtud y te aprecias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen príncipes y señores; porque la sangre se hereda, y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.»

Unas líneas más adelante Miguel de Cervantes, en boca de Alonso Quijano, nos presenta un hermoso catálogo ético para el buen juez, quizá de los primeros que se conozcan, del cual nos dice que «si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible; casarás tus hijos como quieres; títulos tendrán ellos y tus nietos; vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y, en los últimos pasos de la vida, te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos.»

Estas reglas de conducta las reproducimos aquí:

1. Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos.

2. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no mas justicia que las informaciones del rico.

3. Procura descubrir la verdad por entre las promesa y las dádivas del rico, como por los sollozos y las importunidades del pobre.

4. Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la fama de juez riguroso a la de compasivo.

5. Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, si no con el de la misericordia.

6. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso.

7. No te ciegue la pasión propia de la causa ajena que en los yerros que en ella hicieres las más de las veces serán sin remedio y si le tuvieren será a costa de tu crédito y aun de tu hacienda.

8. Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

9. Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio sin la añadidura de las malas razones.

10. Al culpado que cayera debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente: porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.

Sergio Esquerra: Reflexiones desde el litigio fiscal

Experto en Derecho fiscal y autor de múltiples textos relacionados con la teoría y la práctica de su área de conocimiento, Sergio Esquerra conversa con nosotros desde su experiencia sobre su visión del litigio fiscal, las autoridades tributarias y...

Newsletter

Recibe contenidos e información adicional en tu bandeja de entrada.

.