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Preludio veraniego

Es urgente atender al medio ambiente y reducir el acelerado cambio climático si queremos construir un planeta habitable para las futuras generaciones. Paulina Palencia hace un llamado a impedir que esta crisis ambiental siga en aumento.


Como cada año, la entrada del solsticio de verano augura el rompimiento de todos los récords por intensas olas de calor y sequías. Este año no fue la excepción. Mientras que las hermosas playas de Quintana Roo, México, y de algunos países caribeños y la Florida se llenaron de sargazo, el Medio Oriente y el norte de África sufrieron una de las peores sequías de muchos años, así como la peor ola de calor jamás registrada en Europa, Norteamérica y China.

El cambio climático que enfrenta la humanidad constituye un riesgo progresivo y latente. En ese sentido, desde 1997 se ha visto el interés y la voluntad política de los países para establecer acuerdos comunes con la finalidad de preservar el bienestar de las personas y del planeta. Un ejemplo de lo anterior fue la firma del Protocolo de Kyoto para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Ese protocolo fue ratificado por 192 países hasta 2005, excepto por Estados Unidos, que ha declarado su intención de no ratificarlo, desde entonces.

En el año 2000 se llevó a cabo la firma de los Objetivos del Milenio. Para los internacionalistas, ése fue una fecha histórica porque se signó un documento en el que el compromiso, las metas y la diversidad cultural lograron señalar una ruta de acción para que todos los países se adapten, bajo un mismo eje rector basado en ocho objetivos, con la finalidad de crear un nuevo orden mundial en el que las minorías étnicas, los indígenas y las mujeres tendrían voz en la toma de decisiones. Lo anterior representa el compromiso de 193 naciones para lograr múltiples acuerdos, entre los cuales destaca la sostenibilidad del medio ambiente y el respeto a la Tierra y a la biosfera, para asegurar el futuro de las nuevas generaciones.

Justicia ambiental

La urgencia climática es opacada por la volatilidad de la geopolítica mundial. El eco de los negacionistas climáticos es más estridente que el de los grupos interdisciplinarios sobre el medio ambiente, pues, desafortunadamente, los intereses económicos y comerciales marcan la agenda pública. Del mismo modo, el resurgimiento del autoritarismo propicia que se juzgue a cualquier institución democrática que ambicione mejorar el sistema social.

El rechazo de muchos países para ceder más poder de decisión a la ciudadanía y a los científicos deriva, en primera instancia, de presiones ideológicas y mercantiles, lo que ha dado como resultado la dificultad de lograr una justicia social y, por ende, una justicia ambiental. ¿Es necesario imponer un autoritarismo absoluto para lograr la preservación de la especie, como lo hizo China en 2019 para contrarrestar los contagios de Covid-19?

Los compromisos regionales han trascendido a escala internacional, pero no han sido suficientes; muestra de ello es que aún no se estipula al ecocidio como un delito penal. Apenas en junio de 2022 se inició una campaña global llamada Stop Ecocide International que se propone introducir el ecocidio como el quinto crimen internacional en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, después del genocidio, de los crímenes de lesa humanidad, de los crímenes de guerra y del crimen de agresión.

Los objetivos han sido insuficientes y los retos cada vez son mayores. La necesidad radica en acelerar las acciones para minimizar desafíos que, conforme pasa el tiempo, son más difíciles de cumplir. Por ejemplo, en 2019 la Comunidad Europea firmó el Pacto Verde Europeo, mediante el cual los Estados miembros se comprometen a hacer uso de energías renovables e invertir en investigación e innovación. No obstante, en 2018 el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tuvo que rechazar una propuesta de impuesto a las emisiones de carbono porque esa repercusión afecta, en mayor medida, a las clases medias y bajas; razón por la cual las partes, al no estar conformes por considerarlo excesivo, iniciaron un movimiento social denominado Chalecos Amarillos, que se extendió a otros países europeos, manifestándose contra el gravamen. Entonces, ¿el Pacto Verde Europeo puede hacer transigente la propuesta del presidente Macron? ¿Existirán limitantes estatales? ¿Por qué no idear otros planes para frenar el uso de los combustibles, que no fuese el económico? En caso de aprobarse una ley de impuesto ambiental, ¿los impuestos a las emisiones irán directamente a las arcas de los Estados? ¿Por qué no hacerlos retroactivos, como lo sugirió el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau? Si contaminas, pagarás mayores impuestos, aun cuando esos impuestos se verán reflejado en la devolución fiscal.

El tiempo dirá

Conforme pasan los años, la retórica de los nuevos líderes del mundo hace de la ambivalencia algo sustancial en la toma de decisiones por su carente entendimiento de la ciencia y por su rechazo total a la veracidad de los datos que manifiestan lo vulnerable que es el medio ambiente cuando se incumplen los compromisos firmados por gobiernos anteriores o cuando se denosta a movimientos juveniles como Fridays for Future, promovido por la activista sueca Greta Thunberg en 2019.

La presente eventualidad no es un hecho aislado pues la ideología populista impera en muchos países. Por ejemplo en naciones asiáticas y europeas, con ex primer ministro Boris Johnson de Reino Unido o con Pedro Sánchez en España. Los países latinoamericanos no han sido inmunes a esa tendencia, como Chile, Brasil y Argentina, sólo por mencionar algunos.

Por su parte, el Estado mexicano era considerado pionero en la diplomacia multinivel por su proactividad y su compromiso con la preservación del medio ambiente. En el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) se llevó a cabo la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en su edición 16, en Cancún, Quintana Roo, México. En esas reuniones de alto nivel, el ex presidente de México, junto con sus homólogos, se comprometieron a limitar el incremento de la temperatura por debajo de dos grados Celsius. Lo que dio la pauta a los Acuerdo de París en 2015, compromiso más ambicioso hasta el momento, que contó con la reincorporación de Estados Unidos, en 2021, gracias al presidente de ese país, Joe Biden.

Sin embargo, en la actual administración del Estado mexicano, encabezada por Andrés Manuel López Obrador, los compromisos ambientales se han visto opacados por el quebrantamiento de la trayectoria del desarrollo sustentable. Muestra de lo anterior son los dos megaproyectos en curso en Tabasco y en la Riviera Maya: la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, respectivamente.

No obstante, ante la negativa del presidente de México de participar en foros globales, su ex canciller Marcelo Ebrard fue el portavoz del gobierno en múltiples actos de índole internacional, como la Cumbre de las Américas, en junio de 2022, donde se firmó el documento “América por la Protección del Océano”, por medio del cual México se comprometió a proteger los océanos bajo su jurisdicción, lo mismo que cada uno de los países presentes (Estados Unidos, Canadá, Colombia, Perú, Costa Rica, Ecuador y Panamá, por iniciativa de Chile). Derivado de lo anterior, es propicio cuestionar si la contención y la extracción del sargazo en las playas de Quintana Roo para evitar la erosión costera, u otras afectaciones a los ecosistemas, no forman parte de una política de buena voluntad. Y si lo mismo ocurre en el caso de la protección de la vaquita marina que está en peligro crítico de extinción debido a la caza furtiva.

El territorio mexicano no sólo ha sido afectado por los altos niveles de contaminación fecal de algunas playas importantes, sino también por un incendio en el mar. Basta recordar que en junio de 2021 se suscitó un accidente trascendental en una plataforma de Petróleos Mexicanos (Pemex), en el Golfo de México, ocasionado por una fuga de gas y por una tormenta eléctrica, lo que evidencia la irresponsable gestión de Pemex y su nulo compromiso con la política ambiental oceánica. Porque, ¿a quién se le puede quemar el mar? ¿Cuáles son las posibilidades de que eso ocurra?

Por lo anterior, es tiempo de que los países mayormente industrializados y contaminantes —por sus altas emisiones de dióxido de carbono: Estados Unidos, China e India— se hagan responsables de la crisis climática que está menoscabando la biodiversidad. Es inaceptable que unos Estados realicen una labor de protección ambiental modificando su normativa para lograr los compromisos de reducción y limitación de emisiones, y otros más hagan caso omiso de su compromiso ambiental, porque consideran que es innecesario cumplir con él y sólo lo hacen hasta que el problema es evidente. Es el caso de la sequía que enfrenta México: una vez que se ha confirmado el desabasto de agua, se inicia un proyecto para la captación del líquido vital gran escala. ¿Por qué la necedad de ser reactivos ante las circunstancias, en lugar de ser precavidos?

Última llamada para la acción

El panorama global no es alentador: el derretimiento extremo de los glaciares ha provocado que las corrientes marinas del Atlántico Norte se alteren, propiciando sequías, huracanes catastróficos, incendios forestales, calores excesivos, enfermedades y migraciones masivas, todo lo cual conforma la tormenta perfecta del caos. ¿Es probable que haya iniciado la Primera Guerra Mundial del Cambio Climático? El Cuerno de África enfrenta crisis humanitarias como consecuencia de guerras civiles y sequías que han durado décadas. El Mar Mediterráneo incrementó su temperatura, por lo cual el verano pasado fue el más caluroso del que se tenga registro. Los ciclones tropicales en el Caribe cada vez son más escasos pero su capacidad destructiva es mayor.

El mundo continuará enfrentando temperaturas nunca antes sentidas, acompañadas de sequías que mermarán las reservas de agua, ocasionando no sólo la degradación del suelo sino muchas pérdidas humanas, de cultivos y económicas multimillonarias.

Mientras el cambio climático no sea considerado como un nuevo reto de la geopolítica y de la gobernanza global, la humanidad estará muy lejos de resarcir el daño al planeta. En esta batalla el tiempo es el enemigo que hay que vencer.

En última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se llevó a cabo en 2022, del 6 al 18 de noviembre, en Sharm El-Sheikh, Egipto, los líderes políticos provocaron el colapso del espacio aéreo de la ciudad, pues se trasladaron en jets privados, desdeñando los vuelos comerciales. ¿De qué sirve la buena voluntad cuando las acciones particulares tienen un impacto en el ámbito colectivo que contrapone los compromisos globales de disminuir los gases de efecto invernadero?

A pesar de lo anterior, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, convocó a una Cumbre sobre la Ambición Climática en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, el pasado mes de septiembre, en la que se abordó la urgencia de crear una economía mundial resiliente para limitar el calentamiento global e impedir el incremento de la temperatura en el planeta. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿la intención del colectivo mundial es real o meramente superficial? ¡Se necesita poner manos a la obra de manera urgente porque si no ganamos esta batalla perderemos todos!


Fuentes de consulta

“México promueve la protección oceánica en el marco de la IX Cumbre de las Américas”.

Disponible en https://www.gob.mx/sre/prensa/mexico-promueve-la-proteccion-oceanica-en-el-marco-de-la-ix-cumbre-de-las-americas.

“Stop Ecocide International”. Disponible en https://www.stopecocide.earth/.

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