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Apuntes sobre el fascismo, de Baltasar Garzón

En su más reciente libro, Los disfraces del fascismo (2022), el abogado español, Baltasar Garzón, reflexiona desde su experiencia y saber acerca de lo que, según él, puede entenderse hoy por fascismo. El coordinador de la defensa de Julian Assange en la actualidad, quien emitió la orden de aprehensión contra Augusto Pinochet en 1998, y quien se aventuró a investigar los crímenes del franquismo –cuestión que le costó una suspensión cautelar en sus funciones como magistrado en 2010–, explora, a través de múltiples casos, cuáles son los elementos que podemos reconocer como fascistas frente a un mundo que, ya en el siglo XXI, está siendo testigo de un resurgimiento o fortalecimiento del mismo. Te compartimos un fragmentos destacado de sus reflexiones:


“Por mi parte, y sin pretensiones de dar una definición, desde mi experiencia y reflexiones, simplemente enunciaré las características que creo que son las esenciales del fascismo y que he ido mencionando antes.

“De una parte, está el supremacismo, esa sensación o creencia de superioridad respecto de otros, que precisamente rompe con el concepto universal de derechos humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos; el fascismo, por el contrario, proclama que hay algunos seres humanos con más y mejores derechos, y otros que están en posición de inferioridad, a quienes lógicamente corresponden menos derechos o de peor calidad. Además, el fascismo propugna la sumisión extrema o absoluta al líder del grupo superior, reclamando una lealtad absoluta. A su vez, y como método de cohesión del grupo, el fascismo busca un enemigo externo común, al cual se le hace responsable de todos o de la mayoría de los problemas o dificultades. Para ello, primero se siembran la desconfianza y el miedo, y luego el odio hacia ese enemigo externo común, que generalmente es un grupo vulnerable. Cuando el fascismo accede al poder, extiende el terror en la población, tanto entre quienes considera enemigos, a los que reprime de acuerdo con el trato inferior que se merecen, como entre los propios adeptos, castigando de la peor manera posible la duda, la falta de compromiso suficiente, la disidencia y la deserción. El fascismo carece de consistencia en las ideas y valores que profesa, por lo que para convencer a sus partidarios se vale de la mentira y el engaño, tanto de hechos del presente como de hechos históricos (que normalmente deforma), tanto de aspectos fácticos y sociales como de aspectos puramente científicos (así, la existencia de una raza superior), lo que no deja de ser finalmente una buena noticia, porque permite desenmascararlos, siendo esta la mejor herramienta para combatirlo.”

“Creo que cuando nos encontramos en presencia de estos elementos, podemos estar seguros de que estamos frente a un grupo, movimiento o partido político de corte fascista, por mucho que se intente vestir con diferentes disfraces, incluido el embozo de demócrata, tecnócrata, apolítico o incluso de cooperante que ayuda al necesitado […].”

Lee la entrevista a Baltasar Garzón.


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