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Reflexiones en torno al Día de la Criminología. Hacia la criminología contemporánea

El pasado 16 de noviembre fue conmemorado un día más de la Criminología en México. En el presente texto, Alan García Huitrón busca generar una reflexión sobre el estado actual de dicho campo en México, a través de una exposición histórica, a fin de entrever sus principales retos y pendientes.


Partiendo de que la historia no es una mera figura contemplativa del pasado, sino un recurso político que posibilita no solo conocer y comprender críticamente el presente, sino también transformar a éste en vista de un futuro menos violento, a continuación se reconstruye la propia de la criminología en México a través de cuatro etapas o periodos: su surgimiento situado a finales del siglo XIX; el desarrollo de principios del siglo XX; su consolidación en la segunda mitad del siglo XX, y su crisis/reforma en lo que va del siglo XXI. 

El surgimiento. Los estudios criminales 

El crimen es una cuestión que precede a la criminología, pero no a la sociedad y su control. Las versiones contemporáneas de dicha triada (crimen, control del crimen y estudio del crimen) son rastreables al largo y complejo proceso histórico que implicó el surgimiento del capitalismo y del Estado entre los siglos XIII y XVIII en Europa. La modernidad occidental, como se sabe, llegó tiempo después a nuestra Latinoamérica y a países como México derivado de las independencias y las primeras repúblicas oligárquicas. 

De esta forma, el surgimiento de la criminología en México ocurrirá durante el período conocido como porfiriato, entre fines del siglo XIX y principios del XX, con autores como De Zayas, Baca y Vergara, Verdugo, Macedo, Guerrero, Roumagnac, Lara y Prado y Almaraz quienes, sin ser criminólogos de formación y derivado de sus labores como periodistas, policías, abogados y médicos, investigaron la ascendente criminalidad, identificando en diversas particularidades físicas, climáticas, geográficas, psicológicas, morales, religiosas, sociales y económicas del mexicano, las causas del mal social. En términos generales, y salvo algunas honrosas excepciones, dichas investigaciones fueron un fiel reflejo de las ideas y teorías europeas de la criminología etiológica biologicista –paradigma dominante– como parte de un proyecto político y económico más amplio que implicó el estrechamiento de las relaciones económicas de complementariedad y subordinación entre las recientes repúblicas de pequeños terratenientes y el poder central colonialista continuado (neo) por Gran Bretaña y Estados Unidos.

El desarrollo. El criminólogo 

Lejos de romper con la tendencia etiológica tradicional, la etapa del desarrollo criminológico supuso la profesionalización de la misma a través de investigaciones y estudios sobre la criminalidad en sus aspectos clínicos, estadísticos y sociales. Lo anterior, de la mano de Alfonso Quiroz Cuarón quien, en 1939, obtuvo el título de perito en criminología en la entonces Universidad Nacional de México, convirtiéndose en el primer criminólogo graduado en México y Latinoamérica. 

A lo largo de su vida, ocupó diversos cargos como Profesor, Jefe de Departamento, Director, Secretario, Jefe de Sección y Perito en varias instituciones académicas, corporativas y de gobierno; miembro de decenas de sociedades nacionales como la Academia Mexicana de Ciencias Penales e internacionales como el Comité de Naciones Unidas para el Control del Crimen, y autor de los textos “Un estrangulador de mujeres”, “La criminalidad en la República Mexicana”, “Psicoanálisis del magnicidio”, “El costo social del delito en México”, “El Asalto” y “Estudio de la personalidad del asesino de León Trotsky”, muchos bajo el auspicio de la Revista Criminalia y producto de su intervención profesional en casos como Gregorio Cárdenas, Higinio Sobera, Enrico Sampietro y Ramón Mercader, Cuarón trascendió una época, por lo que no solo supone una mera figura del pasado, sino toda una institución que posibilitó sentar el porvenir de la criminología.  

Fue tal el reconocimiento alcanzado por Quiroz Cuarón que, en México1, Argentina, Costa Rica, España, Uruguay y Panamá el Día de la y el Criminólogo se celebra el 16 de noviembre; fecha en la que el criminólogo falleció, impartiendo clases de medicina forense en la facultad de derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

La consolidación. La criminología

Durante los años 70s, la criminología alcanzará su institucionalización como ciencia causal explicativa, natural y cultural de las conductas antisociales, lo anterior, a partir de tres acontecimientos sucedidos en los ámbitos de gobierno, educativo y académico.  

Por un lado, la expedición de la extinta Ley de Normas Mínimas sobre Readaptación de Sentenciados en 1971 (una copia de las Reglas de Naciones Unidas de los 50s y 60s), la cual instaló el sistema progresivo e individualizado con una participación clave de la criminología en el entonces Centro de Observación y Clasificación (luego, Centro de Diagnóstico, Ubicación y Determinación de Tratamiento) para la elaboración de los estudios clínico-criminológicos del delincuente, quien era considerado un enfermo (individual y socialmente) que debía ser rehabilitado (objeto de estudio).

Por otro, la creación de la Licenciatura en Criminología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) en 1974 y de la Maestría en Criminología por parte del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) en 1976; ambas con una tendencia hacia el positivismo etiológico de la criminología más endógeno que exógeno, mayormente individual que social, a fin de formar a operadores del sistema penal. En el caso de la Licenciatura, sobresale que, de las veintidós materias a impartir, solo nueve tenían relación con la ciencia criminológico (sociología, psicología, psiquiatría, demografía, antropología y biotipología, política criminal, método estadístico, cuestiones penitenciarias), el resto era de criminalística, derecho y cuestiones policiales. 

Finalmente, la publicación de Criminología del psicólogo Luis Rodríguez Manzanera en 1976, apasionado de la criminología clínica y a quien el propio Cuarón –su mentor– le prologaría una de sus tantas obras, dándole la bienvenida por la afortunada coincidencia de su pensamiento con el nuestro, se convertirá en el único referente para la formación, divulgación y profesionalización de la criminología en el país; obra más de historia que de investigación, de positivismo criminológico que de criminología en general. Durante su vida, cabe subrayar, Manzanera participará activamente en la consolidación de varias instituciones, entre ellas, la Sociedad Mexicana de Criminología (SOMECRIM) y el Consejo Nacional de Instituciones de Educación Criminológica (CIECRIM), de las cuales será su fundador, mismas que con el tiempo se convertirán en una especie de mainstream corporativo. 

La crisis/revolución. Hacia la criminología contemporánea 

En la actualidad, y en un contexto bastante complejo de violencias, criminalidad y políticas punitivistas, la criminología en nuestro país vive tiempos de claroscuros. Si bien a nivel educativo hay cada vez más centros escolares que ofertan licenciaturas y posgrados en la materia (de tres en los años noventas a casi quinientos en 2020), más alumnas y alumnos estudiándola (de 13 mil en 2011 a casi 70 mil en 2022) y  más asociaciones ofreciendo capacitación y actividades extraescolares al respecto (de 79 en 2011 a casi 400 en 2022), este crecimiento no ha tenido su correlato en lo profesional, donde es la carrera con mayor riesgo al puntuar los niveles más altos o por encima del promedio nacional en cuanto al desempleo, la informalidad, la subordinación y los bajos salarios. Aunque en la academia existe una visión compartida sobre su potencial como campo científico, de la complejidad y contemporáneo, en los hechos su incidencia en las recientes transformaciones y actuales discusiones dentro de los ámbitos de seguridad y justicia penal es nula o mínima. 

Por supuesto, esta crisis e incertidumbre no es privativa de este país, aunque expresa características propias del mismo. No es exclusiva de México, pues recuérdese que, desde la aparición en tierras estadounidenses, británicas y latinoamericanas allá por los años 60s y 70s de las corrientes disruptivas a este positivismo clasista y racista, la llamada criminología etiológica experimentó el derrumbe de sus principales postulados (ontología objetiva y legalista, consensualismo, universalismo, reduccionismo, etiología, patología y correccionalismo) lo que conllevo a una lucha interna de paradigmas y su posterior fragmentación, donde unos a otros se minimizan y hasta se persiguen. Por otro lado, esta crisis expresa características propias, pues tal fragmentación nunca se asentó en nuestro país, salvo el intento fallido de la criminología crítica por construir un programa político normativo viable en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco de la mano del abogado Fernando Tenorio Tagle. 

De esta forma, una de las explicaciones de esta problemática (contradicción entre lo educativo y lo laboral) es tanto la deficiencia en la formación educativa, desde la cual las opciones de empleo se limitan a los ámbitos tradicionales (prisión y docencia), así como el desconocimiento de las propias instituciones públicas y privadas con respecto al alcance contemporáneo de la criminología, generando un rechazo constante de egresados en áreas no tradicionales. 

Una de las propuestas para resolver esta crisis ha sido, nuevamente a partir de lo sucedido en otros países y en saberes como la psicología y la sociología, las llamadas criminologías específicas o especializadas, dando lugar a la criminología educativa, la criminología penitenciaria, la criminología de la prevención, la criminología policial, la criminología corporativa, etc. Como consecuencia, cada vez más criminólogas y criminólogos llegan a ocupar puestos en diferentes sectores de la prevención (centros escolares, secretarias de seguridad pública), la investigación criminal (fiscalías de justicia), los servicios periciales (fiscalías de justicia y poder judicial), la evaluación del riesgo (fiscalías de justicia), la mediación y la justicia alternativa (poder judicial), lo corporativo (medianas y grandes empresas), la academia (institutos de gobierno, universidades, organizaciones de la sociedad civil o asociaciones civiles y comisiones de derechos humanos) y la ejecución penal (comunidades para adolescentes, centros penitenciarios y visitadurías de derechos humanos). 

Desafortunadamente, estos esfuerzos de poco o nada han servido para desarticular la descomposición social y estatal desde la cual se siguen reproduciendo las violencias, la criminalidad y el punitivismo hegemónico, muy por el contrario, aquellos muchas veces resultan funcionales a ese mundo del pánico moral y del control social en el que habitan y para el cual trabajan. 

Es necesario, desde ya, contribuir a la urgente transformación teórico-metodológica y ético-política de la criminología en México a la luz de los recientes avances científicos, sociales y políticos. Es inadmisible, en pleno siglo XXI, seguir defendiendo unívocamente como objeto de estudio de la criminología al «hombre y la mujer delincuentes»; al «método científico» como su procedimiento; «la prisión», su área de estudio; el «estado peligroso», su explicación, y «el tratamiento psicológico», su principal finalidad. 

Mi propuesta de criminología contemporánea, desarrollada desde hace algunos años, implica las siguientes bases para nuestro trabajo analítico (producción de pensamiento) y político (intervención social): 

  1. No es un saber del sentido común ni una pseudociencia;
  2. No es criminalística ni derecho penal, y tampoco psicología criminal, sociología criminal, biología criminal u otra especialización;
  3. Es un campo científico (empírico y teórico-metodológico) de la complejidad, compuesto por diversas disciplinas de las ciencias sociales y políticas en un sentido inter y trans disciplinario;  
  4. Estudia los daños sociales generados estados, empresas y/o personas, sea a través de violencias, delitos o violaciones a derechos humanos, abordándolos de manera procesual y relacional (observar el mundo social como un complejo relacional entre los sujetos sociales y sus prácticas y las estructuras sociales de poder en un contexto histórico concreto);  
  5. Su finalidad es comprender, explicar y disminuir dichos fenómenos y, así, proponer o modificar políticas, programas, proyectos, estrategias y acciones integrales (preventivas, disuasivas y/o reactivas) e intersectoriales (comunidad, Estado, víctimas, victimarios, sector privado y organismos internacionales); 
  6. La postura epistemológica a adoptar es la del realismo crítico de Bashkar (lo real está compuesto de tres niveles: el empírico, lo actual y transfactual, y la ciencia está dentro de la sociedad) y del realismo marginal de Zaffaroni y Sozzo (nuestra realidad es periférica y marginal, enraizada en el largo colonialismo con sus efectos de dependencia, por lo que las teorías y categorías importadas deben ser criticadas y puestas en constante diálogo con las tradiciones del saber popular); 
  7. La postura teórico-metodológica debe huir de los determinismos (la criminología es un saber de la complejidad anti determinista, sin que ello implique un relativismo absoluto). En consecuencia, el ejercicio de violencia directa o la práctica delictiva, que implican un daño social, serán comprendidas y explicadas en sus contextos históricos y relacionales de poder(agente/estructura,violencia/violencias,transgresión/prohibición)  a de metodologías mixtas, y  
  8. La postura ético política de la criminología contemporánea partirá de que la violencia y/o el delito no es el fin de la criminología (no a explicaciones tautológicas que exigen más y mejor sistema penal); de allí que su deconstrucción en tanto crimi-no-logía pueda interpretarse como estudio no del crimen, develando más bien cómo dichas categorías de acusación social (violencia y/o delito) encubren, legitiman, cosifican, unifican y/o fragmentan otros procesos no criminales.  

Sirva, así, el presente texto no sólo como un acto conmemorativo de lo que ha sido la criminología, sino de lo que puede ser en tanto campo científico, interdisciplinario y contemporáneo, desde el cual comprendamos y detengamos nuestros tiempos violentos y reconstruyamos nuestros lugares donde se redistribuya la economía y se alcance el reconocimiento sociocultural y representación política de todas y todos.

  1. A partir de 2018, y a iniciativa del Diputado José Adrián González Navarro, el Honorable Congreso de la Unión declaró el día 16 de noviembre de cada año, Día Nacional del Criminólogo.[]

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