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Alejandro Pelayo: cine, derecho y justicia

Como lo hemos promovido en cada edición de esta revista, el cine juega un papel trascendental en la construcción del diálogo alrededor de temas que son relevantes para el mundo del derecho. Así, a través de este, podemos acercarnos a valores, cuestionamientos y problemáticas a las que nos enfrentamos en el mundo jurídico, pero desde un espacio más sensible. Platicamos con Alejandro Pelayo, director de la Cineteca Nacional, al respecto.


¿Qué vínculo encuentra usted entre el cine y el derecho?

Alejandro Pelayo – El derecho me dio, fundamentalmente, una formación y una estructura muy importantes. Independientemente de los conocimientos prácticos —yo litigué un tiempo derecho del trabajo—, lo que me proporcionó el derecho fue un  sentido lógico-racional y un sentido de justicia, que no me han abandonado nunca. En cuanto a los conocimientos prácticos, me han servido para manejar instituciones, no solamente la Cineteca Nacional, sino un tiempo también el Instituto Mexicano de Cinematografía, así como para trabajar en el consulado de México en Los Ángeles como agregado cultural. El derecho siempre ha sido útil para mí en todos los puestos administrativos de gestión que he ocupado; por un lado, en lo que concierne a contratos y convenios, pero también en lo relacionado con lo que es correcto, esto es, con lo justo. Eso en cuanto a mi ejercicio profesional en el ámbito del cine. Pero también hay otro vínculo en el desarrollo de temas concretos que aborda el cine.

Muchas veces el cine ha servido para expresar algunas opresiones y para reivindicar algunos discursos. ¿Tiene la Cineteca Nacional una función social?

Alejandro Pelayo – Sí. A las personas interesadas se les puede dar la oportunidad de producir cine social: un tipo de cine que no en netamente comercial (desde los principios de la cinematografía hemos tenido dos grandes corrientes: una, que es la búsqueda de un cine que genere beneficios económicos —la mayor parte del que se hizo en Hollywood—; otra, que es la búsqueda artística cuyo objetivo principal es crear cine de arte o de orientación artística), un cine con intereses sociales y artísticos.

Hay películas que logran ser muy comerciales, aunque su objetivo haya sido artístico; por ejemplo, filmes neorrealistas como Ladrón de bicicletas que, por un lado, es una obra artística y que, por otro, dejó mucho dinero en taquilla; o algunas películas de Stanley Kubrick, como Odisea del espacio. Pero estos son casos excepcionales. Normalmente las películas comerciales tienen una temática de comedia, de diversión, etcétera, y las películas artísticas poseen un contenido más reflexivo. En el caso de la Cineteca Nacional, aquí se puede acceder a un cine de búsqueda artística económicamente accesible.

Ese es un tipo de cine que en ofrece un producto de calidad a un precio accesible. Además, por medio de la industria cinematográfica se aprende mucho de otras culturas, de otras problemáticas. Por ejemplo, a través del cine sabemos cómo se vive en Marruecos. Ahora que está en su apogeo el conflicto entre Israel y Palestina he visto películas palestinas e israelitas.En ese sentido, el cine es una ventana para conocer el mundo, para conocer otros comportamientos, para enteder los problemas sociales que ocurren en otros países.

En el caso de las películas mexicanas, en los últimos años éstas han abordado los problemas de la migración, la forma cómo el narcotráfico se infiltra en las comunidades, por ejemplo. Todo eso uno lo aprende a través de la ventana del cine; por eso creo que este medio posee un enfoque social educativo muy importante. Yo creo que si en la Cineteca Nacional combinamos la función social y la función artística del cine, además de ofrecer una variedad de productos comerciales, y, al mismo tiempo, un panorama de la filmografía internacional y nacional más comprometida con nuestra realidad social, estamos cumpliendo con una tarea social importante.

Además de las funciones a las que se refiere, como revista de divulgación jurídica, nosotros nos hemos abocado a subrayar la importancia de los derechos humanos en el entorno social, sobre todo en un contexto en el que a veces éstos se presentan de una manera muy abstracta, pues suelen permanecer exclusivamente en el ámbito de las normas jurídicas. ¿Qué papel juega el cine en la protección de los derechos humanos de las personas para la construcción de un Estado democrático de derecho?

Alejandro Pelayo – Yo creo que lo más interesante que ha pasado en los últimos 10 o 15 años es la apertura del cine a temáticas que antes eran tabúes. Por ejemplo, las preferencias sexuales y los comportamientos y sociales e individuales. En el momento en que uno acepta abordar cualquier tipo de temática se abren las posibilidades de vivir en una sociedad más abierta, una sociedad que rechace que todo siga una misma línea, tradicional, como la que prevaleció en México con el predominio de valores sociales muy determinados.

La apertura que ha habido —no solamente en el cine, sino también en la televisión y en muchas otras manifestaciones audiovisuales— hacia la otredad y hacia la idea de que existan otras formas de vida ha generado una forma de comunicación muy importante. En la década de 1960, cualquier desnudo que aparecía en un filme automáticamente era sujeto de censura. Ahora ya no hay tabúes sexuales, pero tampoco políticos ni religiosos. La apertura temática, poco después del decenio de 1970 dio la pauta a trabajos como El crimen del padre Amaro y Rojo amanecer.

Quienes se dedican a la abogacía, ¿deberían ver más películas?

Alejandro Pelayo – Yo creo que sí, no sólo por cultura general —lo que es muy importante—, sino también porque el conocimiento del mundo, de las personalidades y de los comportamientos humanos que nos ofrece el cine, nos enriquece como personas, pero también beneficia a la función de un abogado. Saber qué está pasando en otra parte del mundo, cómo son otras sociedades, cómo se organizan, cuáles son las conductas de sus comunidades, nos permite aprender muchas cosas a través del cine, que es una gran fuente de conocimiento y de experiencia. Es una herramienta muy útil y necesaria para la profesión jurídica.

En sentido inverso, ¿puede una persona de a pie, que no se ha formado en el ámbito del derecho, instrumentalizar el cine o conocer mejor ciertos conceptos del derecho a través del cine, en temas como justicia, igualdad y paz, valores que subyacen en el interés de la labor jurídica?

Alejandro Pelayo – Yo creo que sí, porque normalmente en la estructura, en los guiones y en las historias que toca el cine se encuentran los personajes que representan valores como la bondad y la justicia o la maldad y la injusticia. En la medida en que logremos discernir esos valores a través de las historias que presenta el cine, habremos de hallar una forma de apreciar los principios rectores del derecho.

¿Qué le recomienda ver en el cine a los lectores de abogacía?

Alejandro Pelayo – Mi recomendación es que consulten la cartelera y que confíen en que la Cineteca Nacional les ofrece la posibilidad de disfrutar una gran variedad de películas que abordan diversos temas sociales, políticos y humanos de otros países, lo que les abrirá el abanico de posibilidades para acceder a realidades distantes y a la comprensión de lo que está pasando en otros latitudes del planeta. Les recomiendo especialmente la cinta Examen heroico, una crítica muy aguda a la formación autoritaria de los militares.

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