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El abogado que canta y baila en Chicago

En un interesante análisis sobre el papel que desempeña el abogado en el filme Chicago, Jaime Vázquez se cuestiona si los profesionistas que encuentran grietas por las cuales colarse en la ley terminan por derrotarla.


“Mira, Hart, no me gusta presumir, pero créeme, si Jesucristo hubiera vivido hoy en Chicago y tenido cinco mil dólares, las cosas hubieran acabado de otra manera”, afirma categóricamente el abogado Billy Flynn (Richard Gere) a Amos Hart (John C. Reilly), al aceptar el dinero para defender a Roxie Hart (Renée Zellweger), esposa de Amos.

Son los años veinte del siglo XX y Roxy quería, a toda costa, triunfar en el teatro musical y enamorar al público con su talento y su belleza, pero confió en el hombre equivocado que la sedujo y mintió con la promesa del estrellato. Roxy apretó el gatillo, adiós traidor.

Amos, el esposo engañado, buscó una salida digna para su mujer y acudió a Flynn, el marrullero, equilibrista de las leyes.

Ahora Roxy comparte la cárcel con otra asesina, estrella del musical, Velma Kelly (Catherine Zeta-Jones). Ambas son defendidas por Flynn.

La historia que nos cuenta Chicago comenzó en la vida real con Maurine Dallas, quien en 1926 estrenó su pieza teatral basada en hechos de nota roja que involucraban a dos coristas, asesinatos, amantes y abusos legales. 

El éxito de la obra fue enorme. Cecil B. DeMille hizo su versión para cine en 1927; William Wellman dirigió otra en los cuarenta, Roxy Hart, con Ginger Rogers en el protagónico.

En los setenta, Fred Ebb y John Kander tomaron la historia para el musical Chicago, estrenado en 1975 en el Teatro de la Calle 46 en Broadway, por el coreógrafo y director Bob Fosse, quien siempre quiso llevarla al cine. 

Fosse había dirigido en 1969 Sweet Charity, su personal versión a Las noches de Cabiria de Fellini; en 1972 obtuvo el Oscar por Cabaret, por encima de Coppola y El padrino y de John Boorman en Amarga pesadilla.

Fosse pensó en Liza Minnelli y en Goldie Hawn para los papeles estelares en Chicago, pero el proyecto no se llevó a cabo. Realizaría Lenny, basada en la vida del comediante Lenny Bruce, y All That Jazz, especie de declaración vital influenciada por Ocho y medio de Fellini.

Finalmente, en 2002, con Rob Marshall en la dirección, se estrenó Chicago, con guión de Bill Condon. Y ganó el Oscar a la mejor película. 

Es en la historia original de los años veinte de Maurine Dallas donde está el centro de la trama: dos mujeres que dan muerte a sus amantes y los juicios que enfrentan, los alegatos del abogado defensor para evadir las condenas, los trucos y los argumentos para presentar a las mujeres como víctimas de su circunstancia y lograr su libertad. 

Chicago es un alarde de cine musical, género en el que la cinematografía estadounidense ha entregado verdaderas joyas.

Pero la película de Marshall hace también un pequeño guiño a la razón femenina ante las conductas machistas. Las seis prisioneras de la cárcel de Cook cantan y cuentan sus desventuras en El tango del bloque de las celdas, desenfadada crónica musical del machismo.

Flynn, el abogado, sabe que las leyes tienen grietas y él está dispuesto a encontrar las salidas de emergencia. Finalmente, la absolución de las criminales, la victoria del abogado, ¿será una derrota de la ley?

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