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El impacto del arte como reductor de la criminalidad

Es preocupante la participación de menores de edad en la comisión de delitos. El Estado debe ocuparse de la implementación de políticas públicas efectivas, con programas y planes de acción tendientes a reducir la criminalidad y la participación de menores en ésta. Rubén Darío Merchant reflexiona sobre el papel del arte en este proceso.


La criminología como ciencia formal se ha especializado en criminología para niñas, niños y adolescentes, la cual aporta conocimiento para advertir, mediante una investigación metodológica, el desarrollo, el origen, la prevención y el tratamiento de sus comportamientos antisociales, así como para evitar que aquéllos reincidan.

Por otro lado, la participación de las familias y de la sociedad es de suma importancia para atender la delincuencia y las conductas violentas en las colonias y los barrios, pues en ambos rubros se encuentra la detección y la atención inmediata para dar soluciones en comunión con una adecuada política criminal, implementada por las instituciones del Estado a nivel municipal, estatal y federal, según sea el caso.

Ahora bien, entre las citadas estrategias para reducir la criminalidad se tiene un rubro poco explorado en relación con el “arte”, generalmente entendido como cualquier actividad o producto realizado con una finalidad estética y también comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones y, en suma, una visión del mundo a través de diversos recursos: plásticos, lingüísticos, sonoros; esto es, el arte permite expresar ideas, emociones, percepciones y sensaciones.

Algunas manifestaciones del arte las identificamos comúnmente en la danza, la escultura, la música, el teatro, la poesía, la fotografía, los cómics, el cine, la moda, los videojuegos, la pintura, entre otras. Todo depende del talento, la creatividad, la originalidad y el mensaje que se desea transmitir en los tópicos citados para que tenga una trascendencia en el entorno social y un valor significativo.

Asociar el icon las políticas públicas de los gobernantes no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible; verbigracia, la campaña en el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, implementada por personal multidisciplinario de la Dirección de Seguridad Ciudadana, para la prevención del abuso sexual infantil, mediante teatro guiñol en las comunidades de la localidad dirigido a niños y adolescentes, con el fin de brindarles herramientas idóneas de autocuidado, así como para evitar que sean víctimas de algún delito.

Por su parte, la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México implementó un programa para fomentar la cultura de prevención del delito a través del arte. Por eso llevó a cabo un circuito artístico en el que jóvenes plasmaron, por medio de la pintura, diversas manifestaciones artísticas en los muros de algunos puntos de la demarcación.

Otro ejemplo de arte urbano, con resultados satisfactorios, es el instituido por la alcaldía Iztapalapa de la capital mexicana pues incide en la reconstrucción del tejido social, donde los jóvenes participaron en un proyecto para convertir en galería el arte urbano de la Central de Abasto.

En otras latitudes, Comuna 13, en Medellín, Colombia, en los últimos años se ha vuelto uno de los lugares más visitados por el turismo nacional e internacional, todo por su famoso graffiti Tour Comuna 13, un lugar donde a través de música y graffiti, se han encontrado nuevas maneras para expresarse y vivir en paz.

Tocante a la música, el llamado freestyle en el rap incita a los jóvenes a incursionar en la composición improvisada, para que sus diferencias sean sometidas al ingenio de la rima y el argot de las calles y no a los golpes. Es un reto a la creatividad, que se ha puesto en marcha en algunas urbes como Colombia, Perú, El Salvador, México y Brasil, por citar algunos países.

Asimismo, es de explorado conocimiento en la criminología que algunas causas de la delincuencia infantil y juvenil son la deserción escolar y la falta de oportunidades. El arte, por ser una expresión positiva de los sentimientos y las ideas, canaliza dichas frustraciones y hace sentir a los adolescentes que pueden expresarse, aun cuando no sea verbalmente, sino a través de sus creaciones. Recordemos también que el ocio es el enemigo más poderoso de la mente, pues una persona que no ocupa su pensamiento para realizar actividades positivas difícilmente tendrá metas en su vida. Éstas son las personas que caen en la delincuencia o en el suicidio.

Entre los motivos que pueden incentivar a niños y jóvenes a tener un punto de encuentro con el arte, sobresale el hecho de lograr empoderarlos positivamente para que se sientan valorados y útiles y para que descubran su talento al diseñar talleres, escuelas e incubadoras y expresarse de distintas formas, además de que se les da una oportunidad de participar en activismo constante y obtener una retribución económica. No olvidemos que las emociones que genera el arte son percibidas de manera intensa, porque cuando se está frente a una representación artística, ésta se concebida como algo real por el espectador

Del mismo modo, resulta viable aplicar políticas públicas idóneas en los centros penitenciarios relacionados con el arte, como parte de la readaptación y la resocialización de los presos, pues, por ejemplo, cuando una actividad se repite más de 20 veces se vuelve un hábito. Por lo tanto, si una persona privada de la libertad elige una de las artes plásticas y se le apoya mediante un emprendimiento, se obtendría su verdadera reinserción social, o bien, se le podría canalizar, con el acompañamiento de un profesional, a la industria privada, para que potencialice su talento, sin que sea estigmatizado ni discriminado. De todo lo anterior se ocupa la criminología penitenciaria como área de especialización de la ciencia criminológica.

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En el ámbito de la psicología existe la “arteterapia”, cuyos efectos se expresan constantemente en la reducción de la agresión, la ira, la tensión, el estrés y la distorsión cognoscitiva, aportando al control de impulsos, al menor riesgo de autolesión, a la reducción de la depresión y al cumplimiento de las normas y las habilidades sociales, con lo cual se lograría disminuir el riesgo de cometer actos delictivos y favorecer la abstención por reincidir. Aquí es importante destacar el valor de estas terapias en la generación de un estado opuesto a la violencia. Dichas terapias artísticas no sólo se pueden instrumentar en internamiento o prisión, sino también fuera de los centros de reclusión, como medidas de tratamiento para menores y adolescentes en conflicto con la ley e impuestos por la autoridad.

El impacto del arte en el cerebro, de acuerdo a las neurociencias, se encuentra en el hemisferio derecho, con su respectivo lóbulo. Aquellos sujetos que tienen mejor desarrollado este hemisferio tienen más probabilidades de focalizar cualquier tipo de arte; al mismo tiempo, psicológicamente el delincuente canalizará su conducta disruptiva y, en consecuencia, se alejará de los actos delictivos y entrará en un estado de tranquilidad y placer (dopamina) por haber terminado su obra. Entonces se sentirá realizado y será más susceptible a los pensamientos positivos.

Por su parte, la iniciativa privada, con su distintivo de empresas socialmente responsables, podría contribuir por medio del patrocinio de materiales y espacios para la enseñanza o a través del financiamiento de concursos, en los que los artistas jóvenes tengan la oportunidad de expresar su ingenio y sus destrezas artísticas en alguna actividad. De manera similar ocurriría con algunas asociaciones civiles que realizan una labor encomiable cuando se trata de resolver el problema de la criminalidad en niños, adolescentes y adultos en prisión, como en el caso de la asociación civil Reinserta.

Por lo tanto, en la adolescencia es común que los jóvenes presenten ciertos problemas de autoestima. En esa etapa de la vida del ser humano, la enseñanza del arte mejora el autoconcepto del adolescente y también contribuye a optimizar las relaciones grupales, propiciando individuos más empáticos. Aunado a ello, la reinserción de los adultos, más que una estrategia, tendrá que convertirse en un valor y una responsabilidad del Estado.

Finalmente, el vínculo que existe entre la hermenéutica, el derecho penal, la criminología y el arte es vasto, por ejemplo, en la enseñanza, pues ayuda a distinguir la diferencia entre un robo y un hurto por medio de pinturas, como lo hace el criminólogo español Carlos Pérez Vaquero, o bien, al interpretar las imágenes del artista, satírico y filósofo nacido en Polonia, Pawel Kuczynski.


¿Tiene alguna utilidad integrar a la criminología en un penal compliance program? ¿Qué tiene que ver la criminología con el derecho penal? Más aún, ¿cuál es la relación de aquélla con las empresas? ¿Qué es el compliance penal y el penal compliance program? ¿Es legal en México? ¿Es verdad que este es un programa de prevención? Estas y otras cuestiones aborda Alan García Huitrón en el presente texto, en el marco de lo que él denomina un nuevo pacto en las relaciones entre Estado (Derecho penal), mercado (empresa) y ciencia (criminología).

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