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José Luis Michelena: Acceso a la salud sin fronteras

Acceso a la salud para personas que transitan por México, asistencia humanitaria y el panorama social en la región fueron algunos de los temas que se abordaron en esta entrevista con José Luis Michelena, director ejecutivo de Médicos Sin Fronteras México y Centroamérica.


Diversas crisis humanitarias afectan a millones de personas en la actualidad. En lo que respecta a México, ¿qué hace Médicos sin Fronteras para salvaguardar la integridad física de los mexicanos y de las personas migrantes que transitan por el país? 

Médicos sin Fronteras tiene, desde 2012, un proyecto para la atención a personas migrantes, personas en movimiento, que se ha ubicado en distintos puntos de la ruta migratoria. Es muy flexible en ese sentido. Actualmente nuestros equipos están en Tapachula, en la zona de Palenque y Tenosique de Tabasco y Chiapas, en Coatzacoalcos, en la Ciudad de México y, en el norte, en Matamoros, Reynosa, Piedras Negras y Laredo.

De acuerdo a cómo funciona el flujo migratorio y la ruta, se ofrece una atención integral tanto a mexicanos como a personas que vienen de otros países; principalmente al triángulo norte, a América Central, y también a personas que vienen de Haití. Los casos que atendemos tienen que ver con aspectos de salud primaria; las personas llegan deshidratadas, con ampollas en los pies y en situaciones de desgaste por la rudeza del viaje, y hasta con enfermedades gastrointestinales y respiratorias; otras veces son casos más severos que tenemos que referir a las instalaciones de salud del país. 

Ofrecemos servicios de salud mental a personas que muchas veces vienen de situaciones de violencia extrema en sus países de origen, o que han sido sujetas de violencia durante su trayecto. Consideramos que la salud mental es un aspecto de la atención que deben recibir 

Es un proyecto muy amplio que abarca distintas facetas de la atención humanitaria y que se complementa con un proyecto que tenemos en la Ciudad de México, esto es, el Centro de Atención Integral, donde recibimos a pacientes que han sido sujetos a tortura, tratos degradantes e inhumanos, los cuales son casos muchos menores. Muchas veces nos envían a personas que han sido sujetas de secuestros o de asaltos con violencia y que presentan afectaciones físicas que requieren rehabilitación y tratamiento psiquiátrico para ayudarlas a sobrellevar la vida en un centro donde reciben una atención integral multidisciplinaria, lo que también responde a la necesidad de atender esta realidad. 

La atención que ofrece Médicos sin Fronteras es muy adaptable a la naturaleza del contexto y al tipo de emergencia de que se trate; no es lo mismo trabajar en una emergencia como la de un terremoto, donde hay necesidades muy particulares, que en una epidemia, donde es necesario establecer centros de tratamiento.

Desde hace unos años Médicos sin Fronteras ha estado consultando a las comunidades sobre el tipo de atención que requieren. Ya no se trata de determinar nosotros qué necesitan y qué se les va a dar. Seguimos una metodología que se llama “pacientes y poblaciones como socios” a través de la cual, en lugar de imponer lo que queremos llevar a la comunidad en términos de ayuda, auxilio humanitario o apoyo médico, consultamos a la comunidad acerca de cuáles son las preocupaciones y las necesidades que más les atañen. Eso tiene que ver con generar una apropiación de los proyectos y el trabajo de la organización, pero también con la transparencia y la rendición de cuentas de lo que hacemos en las comunidades.

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Bajo la lupa de la asistencia humanitaria, ¿crees que en México hay mayor índice de vulnerabilidad e injusticia?

Definitivamente en México aún se dan situaciones de tortura y de tratos degradantes e inhumanos. Por eso tenemos este centro, porque con el progreso del proyecto que comenzó en 2012 para la atención de la población migrante, empezamos a detectar casos de personas secuestradas e, incluso, casos muy severos de tortura. Recientemente emitimos una comunicación al respecto, en el marco del Día Internacional contra la Tortura, pues tenemos claro que hay casos tanto para la población migrante como para las personas mexicanas que se están desplazando de sus lugares de origen y que necesitaban atención. Era muy importante ofrecer esta atención integral porque, por un lado, está la atención médica de primer nivel derivada de la tortura, pues está claro que estas situaciones dejan secuelas muy severas que incluso requieren rehabilitación física y de salud mental.

Tristemente, en todo el mundo hay situaciones injustas; por eso existe Médicos sin Fronteras. Hay muchas poblaciones sin acceso a la salud. El cambio climático está generando sequías y se están incrementando los niveles de malnutrición en distintas partes del mundo. Existe un tema de farmacéuticas que no investigan medicamentos que afectan al mundo subdesarrollado, al sur global, porque no son redituables. El mandato de Médicos sin Fronteras es trabajar con el que no tiene voz y ofrecer apoyo a los olvidados y a las personas que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.

¿Cómo vislumbra Médicos sin Fronteras el panorama social en México y Centroamérica? ¿Se agravó con la pandemia de Covid-19?

Claramente, el Covid-19 tuvo una consecuencia muy seria en términos del acceso a la salud. Por un lado, los hospitales se vieron completamente saturados por pacientes de Covid-19, lo que significó que otros pacientes con otras enfermedades en algunos casos tuvieran que suspender sus tratamientos o no tuvieran acceso a medicación o consultas de seguimiento, entre otras cuestiones. Eso tuvo un efecto muy grave en los indicadores de salud de las personas. Por otro lado, la crisis financiera que advino después de la pandemia, que incrementó la inflación y la falta de acceso a muchos recursos, tuvo un efecto muy severo sobre poblaciones que ya eran vulnerables mucho antes de la pandemia.

Médicos sin Fronteras ha abogado siempre por la reflexión en torno del acceso a las vacunas de manera asequible. Como sabemos, muchas farmacéuticas las desarrollaron, pero no compartieron las patentes, lo que significó que en muchos países del sur global se tuvieran que comprar esas vacunas. Cuando Médicos sin Fronteras recibió el Premio Nobel, creó una organización satélite que se llama Campaña de Acceso, la cual aboga por la accesibilidad a medicamentos a precios justos. Desde el terreno, nuestros médicos ven que si se tuviera tal o cual medicamento para tratar el virus de la inmunodeficiencia humana, para tratar la tuberculosis o la neumonía, pues obviamente morirían mucho menos personas. Hay un claro problema de acceso a medicamentos. En ese sentido, la pandemia demostró que es imprescindible garantizar la disponibilidad de las vacunas y establecer protocolos y procesos para que, en el caso de una eventual nueva pandemia, el acceso a los desarrollos científicos y médicos y biológicos sea garantizado para toda la población y no sólo para quien lo pueda pagar.

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¿Existe una relación y alteración en el aumento de las caravanas migrantes y el contexto de estabilidad social en otros países cercanos a México?

Definitivamente desde hace muchos años y desde que comenzamos nuestro trabajo con la población migrante en esta región, tenemos detectado que las condiciones de violencia, sobre todo en los países del triángulo norte de América Central, son muy graves y ha generado desplazamiento interno en esos países, pero claramente ha impulsado a las personas a salir huyendo. Tenemos infinidad de historias sobre personas que han sido extorsionadas y amenazadas y cuyo último recurso que tienen es salir de su país para salvar su vida, o salvar la vida de sus hijos o de algún otro familiar. Definitivamente, esta situación que también se extiende a otros países, tiene un efecto claro de expulsión cuando una familia o una persona ya no tienen otra salida que salir de su país. Vienen en una situación de trauma. Nos preocupa mucho que esas situaciones se agraven durante la ruta a México, donde se ven expuestos a situaciones traumáticas, como pueden ser secuestros, asaltos u otro tipo de ataques.

En el Día Internacional de las Personas Refugiadas, o rechazadas internamente, Médicos sin Fronteras México produjo un cortometraje titulado Somos pajaritos, en el que niños y niñas migrantes prestaron su voz, su sentir y su narrativa para explicar su camino. ¿Nos puedes hablar de esta fabulosa narrativa?

Fue un proyecto desarrollado por los compañeros del área de comunicación de nuestra oficina en México. Estamos encantados. Era muy importante mostrar las historias de las personas. Médicos sin Fronteras habla públicamente sobre el devenir de las personas que atiende en todo el mundo y de sus necesidades, pero a veces se tienen que encontrar distintas fórmulas para sensibilizar tanto a los gobiernos como a la población en general.

De alguna manera las voces de los niños (que, por cierto, son aproximadamente un tercio de las personas que están en la ruta migratoria) es muy importante porque le da una visión muy humana al drama que significa tener que huir de sus casas y el trauma que significa dejar su pasado, a sus familiares, a sus abuelos; los peligros a los que se enfrentan y el contexto tan agresivo para los niños. Fue una experiencia muy bonita que se hizo durante un taller, en Reynosa, con el consentimiento de los padres. Que expresaran su sentir, las cosas que extrañan, las cosas a las que le temen, las ilusiones que tienen. Sirvió para sensibilizar a muchas personas acerca de la realidad por la que atraviesan y el drama que significa la migración y los obstáculos y los riesgos que enfrentan las personas que solicitan asilo.

¿Aproximadamente cuántos proyectos salen al mundo y en qué se basan para iniciar uno? ¿Médicos sin Fronteras debe contar con el beneplácito del país para ingresar a ese país y actuar?

Actualmente Médicos sin Fronteras es la organización humanitaria más grande del mundo. Tenemos alrededor de 60,000 colaboradores en todo el mundo; trabajamos en más de 70 países, aproximadamente en 510 proyectos distintos de todos estos países. Estamos al tanto de lo que sucede en el mundo; tenemos equipos que llevan cabo misiones exploratorias sobre situación de vulnerabilidad o sufrimiento particular, que evalúan la situación, la presencia de los diversos actores, cuál es el apoyo que recibe esa población de su respectivo gobierno, etcétera. Determinar las posibilidades de trabajar y las necesidades específicas, así como la posibilidad de que la organización pueda satisfacerlas, es un trabajo que lleva varios meses.

Médicos sin Fronteras trabaja en epidemias, conflictos armados, desastres naturales, poblaciones sin acceso a medicamentos, huracanes y poblaciones que no tiene acceso a tratamiento contra el virus de la inmunodeficiencia humana, o picos en casos de malaria, o sarampión, que en África todavía mata a muchísimos niños todos los años.

Nos gusta tener el beneplácito de los gobiernos para intervenir. Es muy raro que no lo recibamos; sin embargo, ha habido situaciones en las que hemos intervenido incluso sin autorización. Un ejemplo es el caso de Siria donde el gobierno de Bashar Al Asad jamás permitió la presencia de organizaciones internacionales, lo que obligó a la nuestra a trabajar en las zonas controladas por la oposición. 

Al final, cada contexto es distinto y hay que negociar. El trabajo humanitario siempre implica una negociación humanitaria para ganar espacios. Por ejemplo, Médicos sin Fronteras ha trabajado en Afganistán, donde ha negociado con todas las partes del conflicto interno, desde los talibanes hasta las fuerzas de ocupación. Para eso la independencia financiera es muy importante.

En el contexto de la delegación estadounidense en Afganistán, en 2015 se suscitó un bombardeo a un hospital de Médicos sin Fronteras en Kunduz, al norte del país. ¿Cuál fue la situación? ¿Hubo una disculpa pública por parte del gobierno de Barack Obama?

El bombardeo de nuestro hospital de Kunduz es una historia con la que tengo mucha cercanía por distintos motivos. Médicos sin Fronteras tenía muchos años trabajando en Afganistán y este hospital, inaugurado en 2011, se construyó y se adaptó a un hospital que había estado abandonado por las autoridades afganas y se convirtió en centro de referencia regional para heridos de guerra de todos los bandos. Desgraciadamente, a pesar de que Médicos sin Fronteras, siguiendo los protocolos, había notificado a las autoridades —tanto afganas como de la fuerza opositora, que en ese entonces era los talibanes, así como a la fuerza de Estados Unidos— la ubicación del hospital a través de coordenadas, la madruga del 3 de octubre de 2015, de pronto fue bombardeado por más de 260 proyectiles; aproximadamente 47 personas, incluidos 14 miembros de nuestro personal, fallecieron en el nosocomio. Hubo pacientes calcinados en sus camas; fue una experiencia muy dura que constituyó una clara violación al Derecho internacional humanitario que prohíbe el ataque a objetivos civiles y a instalaciones de salud.

Nuestros equipos se comunicaron a las bases y a los mandos militares para informar que el ataque se estaba produciendo y pidieron que se detuviera, pero no se obtuvo respuesta. El bombardeo duró varias horas. Médicos sin Fronteras tuvo que realizar muchos traslados de pacientes que estaban internados o que resultaron heridos a hospitales que no estaban cerca. También solicitó una investigación independiente sobre lo que había pasado, la cual nunca fue hecha en términos independientes. Sí fue realizada por el gobierno de Estados Unidos y el ex presidente Barack Obama se comunicó con nuestra presidenta para ofrecer una disculpa, pero nunca se llevó a cabo una investigación independiente, lo que resultó en un diagnóstico sobre fallas en el equipo de comunicación del avión que realizó los bombardeos. Sin embargo, fue inaceptable que el mismo perpetrador del ataque fuera quien realizara la investigación.

Médicos sin Fronteras tiene un estatus consultivo ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y junto con el Comité Internacional de la Cruz Roja abogó e incidió para que se emitiera la resolución 2286 que condenaba los ataques a hospitales como una violación al Derecho internacional humanitario.

¿Qué mensaje puedes darles a los jóvenes abogados internacionalistas que se enfrentan a un mundo cada vez más interconectado y complejo? 

Infórmate, sensibilízate e involúcrate en lo que tú quieras para ayudar.

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