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Víctor E. Corzo: América Latina en la Confenrecia de la Haya

Platicamos con Víctor E. Corzo, director del órgano mexicano ante la Conferencia de la Haya de Derecho internacional privado. Desde su experiencia como diplomático y como el primer candidato de la región a ocupar la Secretaría General de dicha conferencia, entre sus reflexiones nos compartió la importancia que tiene que América Latina tenga representación en la toma de decisiones de dicho organismo.


Para empezar, ¿quién es Víctor E. Corzo?

Es una pregunta un poco complicada de responder, porque hay muchas facetas de mi persona: Víctor E. Corzo el diplomático de carrera, Víctor E. Corzo el doctor en Derecho, Víctor E. Corzo el catedrático, Víctor E. Corzo el experto en Derecho internacional, Víctor Corzo el colaborador de la revista abogacía®, Víctor E. Corzo el delegado mexicano ante diversos organismos internacionales y Víctor E. Corzo el candidato para ser secretario de la Conferencia de Derecho Internacional Privado de La Haya. Puedo resumir quién soy diciendo que Víctor E. Corzo es un diplomático de carrera experto en Derecho internacional.

¿Cuál es el panorama del Derecho internacional privado en México, en particular, y en la región, en general?         

Víctor E. Corzo – No solamente me dedico al Derecho internacional privado, sino también al Derecho internacional público. Hoy ya es muy difícil delimitar las ramas de esta disciplina, como teóricamente se hacía antes, en público y privado. Hoy, como decía un juez de la Corte Internacional de Justicia, hablamos de cuestiones transnacionales, un ámbito en el que lo público y el privado se transversalizan. Pero volvamos a la pregunta sobre el Derecho internacional privado.

El reto es, primero, definirlo, porque cada región del mundo tiene su interpretación completamente distinta sobre lo que es. En Estados Unidos y en la India, por ejemplo, sólo es Derecho conflictual, en el sentido de determinar si hay una transacción comercial internacional: ¿cuáles son las leyes que se van a aplicar, las del país A o la del país B? En Europa no solamente se trata de un Derecho conflictual, sino también del Derecho procesal internacional, en el que se abordan cuestiones de arbitraje internacional y las convenciones de cooperación internacional en materia judicial —que es justamente la esencia de la conferencia de La Haya—. En América Latina, aparte de ser Derecho conflictual, es Derecho procesal constitucional, que aborda la nacionalidad y la extranjería.

La complejidad del Derecho internacional privado es justamente el factor de la globalización que cada vez hace más pequeño al mundo, en el que hay una gran cantidad de transacciones comerciales electrónicas, una fuerte movilidad humana y muchos matrimonios entre personas de distintas nacionalidades. Es muy complejo determinar cuál es la norma aplicable para darle la certeza jurídica a las personas. Y si nos vamos al ámbito financiero internacional, las criptomonedas, el blockchain, la tecnología, vuelven más complejo el asunto por el tema del anonimato que tienen las transacciones comerciales en línea o por la forma en la que se están configurando las criptomonedas en el sistema financiero electrónico mundial. Entonces surgen preguntas en los conflictos derivados de este contexto; por ejemplo, ante el robo de una moneda digital: ¿quién tiene jurisdicción?, ¿quiénes son las víctimas?, ¿quién es el delincuente?, ¿cómo encontrarlo?, ¿cómo notificarlo?, ¿cómo recuperar la moneda digital?  Este es el panorama al que se enfrenta el Derecho internacional privado, cuya complejidad también reside en la delgada línea que hay entre la intervención apropiada de los Estados y el echar a perder el desarrollo orgánico que está teniendo la industria con su propia naturaleza tecnológica innovadora. Eso hay que entenderlo y saber cuándo regularlo.

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Platícanos sobre la Conferencia de Derecho Internacional Privado de La Haya y sobre tu candidatura para ser su secretario general.

Víctor E. Corzo – Es un honor haber sido tomado en cuenta por el Comité de Selección de la Conferencia de La Haya, entre varios candidatos, después de realizar distintos exámenes de oposición sobre Derecho internacional. En estos momentos ya sabemos que la carrera —por el reporte final que se emitió– se reduce a la reelección del secretario general actual y a mi candidatura. Esto es muy interesante porque la Conferencia de La Haya es una iniciativa que propuso Tobías Asser, un jurista holandés, en 1893. La década de 1890 es una época muy importante para el Derecho internacional, pues tuvieron lugar las conferencias de La Haya sobre la solución pacífica de controversias que propuso Fiódor Martens y el zar Nicolás II de Rusia; años después Tobías ganó el Premio Nobel gracias a la iniciativa de crear la Conferencia de la Haya. En ese momento, el Derecho internacional solamente era un esfuerzo europeo.

La iniciativa se reducía a reuniones que tenían el objetivo de platicar sobre reglas para una mejor coexistencia en las relaciones entre las naciones europeas. Poco a poco se fue transformando en lo que es hoy en día: un organismo intergubernamental internacional que tiene 90 Estados como miembros, más la Unión Europea. Ya tiene la participación de todas las regiones del mundo. En la actualidad ese esfuerzo europeo tiene como finalidad la unificación del Derecho internacional privado para evitar las determinaciones arbitrarias de jueces que pensaban que sus leyes eran superiores, estableciendo criterios para evitar falsos positivos de conflicto.

Después de casi 130 años de la existencia de la organización, este proceso de elección y selección para el cargo de secretario general se abre a candidaturas independientes, a diferencia de lo que ocurre en otros organismos internacionales donde los Estados proponen a los candidatos. Una candidatura individual es más institucionalizada, pues se requiere determinar si el candidato tiene el perfil idóneo para dirigir la organización. Este es uno de los candados que han implementado los organismos internacionales porque antes los Estados proponían a los candidatos, quienes muchas veces no tenían el perfil que se requería y todo se reducía a un intercambio de votos. Lo que ahora se busca es una institución eficiente con expertos a la cabeza.

La Conferencia de La Haya se caracteriza por ser un organismo especializado en aspectos técnico-jurídicos que busca evitar la politización en el seno de sus labores. 

En este sentido, esta candidatura es muy importante, especialmente por lo que representa.  Se trata de la primera vez que un latinoamericano aspira al cargo, y la primera vez, en los últimos 30 años, que una persona no europea podría estar al frente de la organización. Esto resulta de gran interés, toda vez que estamos pensando en incorporar el español como idioma oficial de la organización. Al haber derivado de un esfuerzo europeo, al principio el idioma oficial era el francés; posteriormente se incorporaron países como Estados Unidos y Reino Unido y para que sus expertos tuvieran mayor participación se oficializó el inglés. Ahorita que la mayoría la constituimos los países latinoamericanos, la candidatura latinoamericana es muy especial; particularmente la candidatura mexicana, que en esencia es un reconocimiento no sólo al perfil del candidato, sino al conocimientos de sus expertos, al peso que México tiene en la esfera internacional y la fuerza que tiene ahora América Latina —los países hispanoparlantes— en la organización.

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¿Qué impacto ha tenido esta organización en México?

Víctor E. Corzo – Ha habido un impacto muy interesante. Nuestro país es parte de la Conferencia de La Haya desde 1986, así como de diversas convenciones que han influido muchísimo en la vida de los mexicanos. Un ejemplo es la Convención de La Haya para la Sustracción Ilícita de Menores de Edad, la cual evita que un padre de familia pueda llevarse a otro Estado —básicamente tomarlo como rehén— a un menor de edad, a pesar de que tiene una custodia compartida con el otro padre estado. También hay convenios para facilitar el pago de pensión alimenticia a nivel internacional en contextos en los que la separación de las familias por migración dificulta esos procesos, por ejemplo.

En el ámbito jurisdiccional existe una convención de principios del año 2000 sobre la elección de tribunales para determinar qué corte tendrá competencia para resolver una controversia internacional.

Existe la convención de 2019 sobre sentencias judiciales, que es un símil de la convención de la década de 1950 para la ejecución y el conocimiento de los abusos arbitrales de Nueva York. La problemática que había era que, en materia arbitral, no existia ningún instrumento internacional que facilitara la ejecución de una sentencia judicial. La convención de 2019 de la Conferencia de La Haya llenó ese vacío.

Eso es lo que busca esta red de instrumentos: facilitar la resolución de trámites, el reconocimiento de los derechos de las personas, la transparencia de los derechos, el fomento de la cooperación internacional en materia judicial, el respeto al derecho a nivel mundial y la erradicación de las visiones que sostienen que esto vulnera la soberanía.

Hay que destacar que México no sólo es espectador de la Conferencia de La Haya, sino que tiene un papel muy activo, pues varios expertos mexicanos participan en sus trabajos. Yo tengo la fortuna de ser el experto mexicano en el proyecto de jurisdicción a través del cual se desarrollan las reglas para evitar procedimientos paralelos a nivel internacional. Espero que lo anterior pueda cristalizarse en un instrumento internacional del que México, como los demás Estados miembros de la comunidad internacional, pueda ser parte.

Tú eres la primera persona de la región en ser candidata para ocupar la Secretaría General. ¿Qué hace un secretario general de la Conferencia de La Haya? ¿Qué implicaciones tendría para la región y para México que tú lograras ocupar ese puesto?

Víctor E. Corzo – Es una pregunta muy interesante. La respuesta nos lleva a analizar cuál es la mentalidad institucional. Para responder cuál es el papel del secretario general, tengo que apuntar lo siguiente.

En la Conferencia de La Haya hay un buró permanente compuesto por abogados especializados que trabajan para que los esfuerzos de la conferencia avancen. Hay órganos nacionales en todos los Estados miembros, los cuales —en teoría— también influyen en lo que se decide en las sesiones diplomáticas para que esos esfuerzos sean continuos, dando seguimiento —en un trabajo poslegislativo—  a la aplicación de las convenciones en los Estados, para detectar si hay trabas, cuáles son las mejores prácticas que implementan los Estados, qué obstáculos se pueden evitar con una interpretación a posteriori del convenio, etcétera. De eso se encarga el buró permanente, y el líder de ese buró permanente es el secretario general. En este sentido, la candidatura latinoamericana aún es más importante porque no hay ningún latinoamericano en los principales puestos de la Conferencia de La Haya, lo cual significa que sólo los abogados de sus regiones, expertos de sus leyes domésticas, los que con su mentalidad van a permear la visión institucional.

Si hay un región ausente en el organismo internacional, ésta solamente va a poder participar con sus expertos en la configuración de la organización, pero no en su operatividad cotidiana. La representación equitativa impide que el quehacer institucional se incline hacia un lado o hacia el otro. Una de las críticas actuales hacia la Conferencia de La Haya es que está permeada por una visión europea, lo que pone en duda su legitimidad. En este contexto se vuelve crucial mi candidatura. La organización tiene que reconocer que ya es un ente global y que ya no puede continuar con la práctica de designar solamente a secretarios generales europeos. Se tiene que permitir que los países que son nuevos Estados miembros tomen la batuta para llevar a la organización a donde se requiere, a donde se halla el sueño originario de su fundador. Mi candidatura implica esa representatividad.

Los contendientes somos el actual secretario general, de nacionalidad suiza, que ya ha estado en el organismo durante 25 años —10 como secretario general—, y yo. Este es el dilema: ¿seguimos operando como lo hemos venido haciendo todo este tiempo o empezamos a incorporar cosas nuevas de alguien que tiene expertis fuera de la organización, que ha implementado las convenciones y que puede inyectar sangre nueva e iniciativas novedosas al organismo?

¿Cuál ha sido tu experiencia en este procedimiento? ¿Cómo pudiste presentar tu candidatura para este cargo?

Víctor E. Corzo – Las reglas varían, dependiendo de cada organismo. En este caso se adoptó un enfoque moderno, porque también es la primera vez en la historia que se realiza este proceso de selección. Antes el proceso era similar al de la elección del papa: había un encerrón entre los representantes de todos los países y ellos determinaban quién era elegido. Y si bien es cierto que esa estrategia funcionó, casi todos los que han sido secretarios generales fueron personas del buró permanente, lo que empezó a generar un vicio en el sentido de que solamente hay un molde de personas trabajando ahí. Si se elige a alguien que ha trabajado toda la vida en el organismo internacional, que nunca ha estado afuera, entonces existe una visión muy cerrada de lo que pasa en la organización. 

El Consejo de Asuntos Generales y Políticas de la Conferencia de La Haya emitió hace algunos años nuevas reglas para seleccionar al nuevo secretario general. Los anteriores secretarios generales ocupaban el puesto a perpetuidad, hasta que ellos decidían retirarse.   Ahorita es una coyuntura histórica, porque se busca erradicar esa mala práctica impulsados por la necesidad de modernizar a la organización.

Se estableció un periodo de cinco años para el mandato, con la posibilidad de una reelección por otros cuatro años. Un abogado o un experto pueden ir explorando la posibilidad de participar en esa selección. En este caso se trató una convocatoria abierta, mediante la cual se publica en la página web de la Conferencia de La Haya el aviso para que todo el mundo enviara sus candidaturas. Como dije antes, hubo un proceso de oposición de exámenes; no sólo de conocimiento del Derecho internacional público y del Derecho internacional privado, sino también psicológicos, de capacidad intelectual, y de tipo de liderazgo, para evitar los vicios que había en otros organismos, donde no hay un filtro para determinar quiénes son los candidatos, sino que literalmente los enviaba la cancillería de un país por razones de amistad, porque a alguien lo querían lejos de su país, o porque creían que un político merecía un puesto determinado como premio a sus servicios a la patria. Y los nominaban aun cuando los estatutos de los organismos señalaban que debían tener una gran reputación y suficiente experiencia, lo que en la práctica no era así.

Hay países, como Japón, en los cuales cualquier candidatura de corte internacional se basa en un proceso en el interior del Estado, mediante el cual éste no determina por sí solo quien será seleccionado, sino que intervienen diversos organismos, como las universidades y las academias, para nombrar a quien represente genuinamente la experiencia jurídica del país nipón. Muchos países están adecuando sus métodos de selección a esa experiencia. Definitivamente, estamos en un momento de transición en el que lo más importante es que sean verdaderos expertos quienes asuman esas tareas especializadas en los organismos internacionales.

Si llegaras a ser secretario general, ¿qué beneficios tendría la Conferencia de La Haya, el Derecho internacional privado y el trabajo que se desarrollado ahí?

Víctor E. Corzo – La Conferencia de La Haya se ha posicionado como el organismo más especializado del  Derecho internacional privado a nivel mundial; sin embargo, creo que es importante que tome nuevos bríos. Hay que renovar a ese órgano internacional, sustituir las formas de trabajo que tiene en la actualidad. Es importante incorporar nuevas tecnologías que faciliten su trabajo y que reduzcan los costos de su funcionamiento. Se debe procurar mayor cercanía con los órganos nacionales para optimizar sus actividades.

Es indispensable elaborar guías que faciliten la interpretación del Derecho internacional privado en el seno de los Estados, organizar seminarios y ofrecer capacitación a las autoridades nacionales y acercar el tema a todos los países para que dejen de verlo como algo exótico, como un asunto de nicho, ajeno a la realidad. 

Es indispensable que el Derecho internacional privado sea considerado como una herramienta más de la abogacía que le abre un campo de oportunidades laborales a quienes se dedican a construir puentes con los diferentes sistemas nacionales del mundo.

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