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Eduardo Ramírez: reconstituir Chiapas

Eduardo Ramírez Aguilar tiene una larga trayectoria como actor en el campo político: desde presidente municipal en su natal Chiapas y presidente de la mesa directiva en el Senado de la República, hasta –ahora– candidato a la gobernatura de su estado. Platicamos, entre otros temas, sobre su plan para convocar a un nuevo constituyente que represente a la diversidad cultural de esa entidad federativa.


Eduardo, ¿quién eres?

Eduardo Ramírez – Eduardo Ramírez es un hombre de convicciones, de principios, con valores, echado para adelante, sin miedo al éxito y sin miedo a la vida, con carácter y determinación.

Hemos observado algo muy interesante en tu línea de trabajo, y es que no únicamente eres un operador de las instituciones del Estado, sino que además eres académico. ¿Nos puedes platicar sobre la relevancia de la educación de los juristas en México?

Eduardo Ramírez – La preparación debe ser constante. Cuando uno va a la universidad, aprende materias trascendentales de manera universal en el derecho; cuando aprende lo sustancial del derecho, continúa su especialización en la materia de su interés. Hay dos grandes ramas: el derecho público y el derecho privado. Hay a quienes les gusta estar en la esfera del derecho privado, en el litigio, y hay a quienes nos gusta estar en la esfera del derecho público, que tiene que ver aquella relación gobierno o Estado-ciudadano. Independientemente de la rama, el derecho implica una permanente preparación, porque hay reformas, se derogan leyes, se aprueban nuevas leyes, la sociedad cambia y la visión de cada momento tiene sus implicaciones. Lo fundamental es prepararse para hacer un trabajo decoroso, un trabajo profesional y un trabajo que le sirva a la gente. Porque si los conocimientos que uno adquiere profesionalmente no los pone al servicio de los demás, definitivamente se equivoca de rumbo.

Al respecto, ¿cuál ha sido tu experiencia al poner tus conocimientos en función de la sociedad, ya sea como presidente municipal o desde el Congreso de la Unión?

Eduardo Ramírez – He implementado políticas públicas que he traducido en reglamentos en el municipio con base en mi trabajo en el cabildo, este órgano colegiado que toma decisiones por acuerdos. Considero que ha aportado mucho a la sociedad. ¿En qué sentido?

Con base en mi experiencia, generé el primer Instituto de Planeación Urbana en Chiapas; Comitán fue el primer municipio que lo tuvo en el estado, en 2008, y ha sido un ejemplo vivo que posteriormente se convirtió en una ley votada por el Congreso local en 2009. Lo anterior ha permitido un desarrollo urbano muy amplio: el crecimiento ordenado de la población y de la vivienda, el trazo ordenado de la movilidad urbana, las rutas recolectoras de basura y las tomas domiciliarias de agua, para abaratar los costos de los servicios primarios como agua potable, energía eléctrica, pavimentación y todo lo que implica el desarrollo urbano. Esta ha sido una herramienta importante para proyectar a una gran ciudad como Comitán. Posteriormente ha habido otros institutos para generar condiciones urbanas que hacen posible la plena satisfacción del desarrollo humano. Como presidente del Congreso local, apoyé una reforma a la Constitución Política de Chiapas por medio de la cual se establecieron los derechos de los infantes a jugar y a ser felices. El Estado debe proporcionarles las herramientas para que sean jóvenes, hombres o mujeres, que el día de mañana aporten a la sociedad.

Otro de los grandes temas que he trabajado, fue cuando planteamos el gobierno de coalición antes que se hiciera en la constitución federal. El gobierno de coalición fue una propuesta que brotó de los encuentros ciudadanos que hicimos en aquella época. Chiapas es el estado más diverso en materia cultural, en materia de flora, en materia de fauna y en la composición pluricultural étnica: existen más de 12 lenguas. Este gobierno le da una representación política a las culturas indígenas, ancestrales, prehispánicas en beneficio de la población.

En el Senado de la República han sido fundamentales las más de 13 reformas constitucionales que sentaron un precedente importante en materia de educación. Con la mal llamada “reforma educativa” que se implementó en entre 2013 y 2014 hubo una protesta social, concretamente de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y parte de la Ciudad de México, de personas que no compartían la visión de la aplicación de esta reforma educativa porque vulneraba los derechos laborales de los maestros y las maestras. Rehicimos el artículo tercero constitucional para ofrecer una educación más inclusiva. En los años posteriores se hicieron varias reformas en materia de seguridad pública, se creó la Guardia Nacional a través de un ejercicio democrático legislativo sin precedente, pues por primera vez tuvimos un parlamento abierto donde se escuchó a académicos, estudiosos del delito, alcaldes, gobernadores, colectivos de derechos humanos, policías y cuerpos de seguridad, tanto estatales como federales.

La política pública que implementé durante mi gobierno turno, desde el foro legislativo, consistió en establecer las condiciones para que haya una amplia cooperación entre las fuerzas armadas que tienen una base constitucional desde ahora hasta 2028.

Sobre tu experiencia local en Chiapas, me gustaría reparar en dos cuestiones que pusiste sobre la mesa. La primera, tu intención de crear un nuevo constituyente, y la segunda, hacer esto a la luz de la diversidad étnica que existe en ese estado. ¿Cómo imaginas un nuevo constituyente atendiendo a esa visión?

Eduardo Ramírez – Primero, a través del reconocimiento de nuestra pluralidad en Chiapas. La gente de la costa, de Tapachula, del Soconusco, no se parece en nada a la gente de Palenque o Pichucalco, que se sienten más tabasqueños que chiapanecos, y los del Soconusco y de la costa tienen un acento distinto, una forma de vivir diferente y una actividad productiva económica que no necesita nada, ni del gobierno federal, ni del estatal, ni del municipal; esto hace que sea una sociedad muy productiva. Pero si se habla de la gente de la zona de Los Altos en San Cristóbal de las Casas, y de la gente de la zona centro, también nos referimos a dos culturas muy distintas. Por eso necesitamos un poder constituyente que discuta nuevamente una Constitución Política de Chiapas que reconozca, en esta diversidad cultural, a las comunidades indígenas.

Ahora, estas comunidades tienen una representación obligatoria en los partidos políticos cuando aspiran a cargos de elección popular, pero hay que ir más allá de eso. Hay que reconocer sus usos y costumbres. Por ejemplo, en Chiapas se implementó el modelo occidental del ayuntamiento a partir de la conquista; desde hace más de cinco siglos tenemos esta figura sin innovarla. Con esto se implementó la figura de los partidos políticos, sin considerar que en muchos pueblos originarios la gente vota a mano alzada para elegir a su presidente municipal, a su síndico concejal, a sus regidores concejales; en plaza pública, sin la interferencia de partidos los políticos. En este sentido, aquí deberíamos regresar a los usos y costumbres, para que todos esos municipios tomen sus decisiones con base en su historia milenaria.

Otro punto relevante para un nuevo constituyente implica descolonizar el pensamiento chiapaneco, porque aún se sigue teniendo la visión heredada tras la llegada de los españoles y la conquista que distingue entre los pueblos originarios y los pueblos mestizos, entre los pobres y los ricos. Tenemos que romper con ese pensamiento identificando en nuestra historia común una misma identidad. Hoy las mujeres tienen presencia en el debate de la opinión pública, legislativa y política; en Chiapas ya tuvimos mujeres gobernantes, como la Reina Roja de Palenque, más o menos por el año 700 después de Cristo, entre otras mujeres sacerdotisas, guerreras y gobernantes que se desplegaron en Bonampak, Yaxchilán y Palenque. En nuestro mundo prehispánico las mujeres ya desempeñaban una clara actividad política, una actividad que no solamente era asumida por los hombres. Hay que descolonizar nuestro pensamiento a partir del pensamiento de las comunidades originarias, como está sucediendo con la medicina tradicional, que se ha denominado “alternativa”, no como cura del cáncer, o de la diabetes, pero sí como medio preventivo de enfermedades.

El objetivo del poder constituyente es volver a ver hacia atrás, a nuestras comunidades, para recuperar la identidad y nuestras formas de gobierno. Vamos a innovar las formas de gobierno a partir de las actividades prehispánicas que dieron origen a la cultura maya, a la cultura zoque. Esta descolonización tiene que ver con una nueva era en Chiapas, pero no a partir de la visión de un hombre, sino de la de un nuevo constituyente que entienda y comprenda que hay que voltear a ver lo mejor de nuestra identidad. Esto es parte de lo que quiero reflejar en el gobierno. Hay quienes han hablado de establecer el Senado indígena local en Chiapas; estas propuestas van a brotar de la gente. Imagínate tener un Congreso local y un Senado local sujetos a la cosmovisión de las comunidades indígenas como los tzotziles, los lacandones, los tzeltales, los mam…Esto nos va a dar la oportunidad de construir un nuevo modelo constitucional y eliminar aquellos organismos que solamente engrosan la nómina gubernamental. Hay que hacerlo a partir de la visión de un constituyente total, con libertad y soberanía respetando desde luego el pacto federal. Los chiapanecos fuimos consultados si queríamos estar en México o quedarnos en Guatemala; los mexicanos nacieron mexicanos, los chiapanecos somos mexicanos por propia decisión.

Eduardo, ¿hay algún tema que quieras poner sobre la mesa?

Eduardo Ramírez – Yo creo que la participación de las mujeres y de los jóvenes en la política es fundamental, pues tiene que haber un relevo generacional en Chiapas. Un cambio de relevo implica darles confianza. Yo fui un relevo generacional a los 23 años; desde luego, cometí errores. Pero si no se les da la oportunidad a las juventudes, siempre serán espectadoras. El tiempo pasa y no hay relevo generacional en Chiapas. Estoy empeñado tercamente en lograrlo con la participación de mujeres y jóvenes que lleven las riendas de la entidad federativa y de cada municipio en sus regiones, haciéndolos actores y protagonistas públicos, líderes que entreguen buenas cuentas a la ciudadanía. Juventud no es sinónimo de torpeza ni de inexperiencia; juventud es sinónimo de ganas, de deseo, de transformación, de esperanza. Mi campaña va a estar dirigida hacia los jóvenes y las mujeres de mi estado.

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