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Diego Gómez Pickering: Cuadernos de viaje

Siempre es emocionante adentrarnos a las expediciones de los viajeros que recorren el planeta sin destino, descubriendo y redescubriendo el mundo (los mundos) con ojos de asombro, desprovistos de cualquier prejuicio. Por eso regresamos a las ficciones de Julio Verne y de Emilio Salgari, visitamos el cine que construye historias, como Indiana Jones, y reeditamos los trabajos de viajeras como Sara Gallardo, Sylvia Molloy y Clarice Lispector. ¿Es posible seguir descubriendo cosas nuevas en un mundo que ha sido ampliamente explorado? La experiencia de Diego Gómez Pickering nos enseña que sí, que siempre es posible redescubrir los mundos, incluso en los lugares más poblados del planeta.


Diego Gómez Pickering es autor de África, radiografía de un continente (2023), Cartas de Nueva York. Crónicas desde la tumba del imperio (2020) y Diario de Londres. Apuntes de un embajador mexicano en Reino Unido (2019), editados por Penguin Random House.


¿Cómo llegó al mundo de las relaciones internacionales?

Diego Gómez Pickering – Las relaciones internacionales, en general, y la política exterior, en particular, siempre han estado en mi esfera de intereses, incluso mucho antes de desarrollar una carrera académica o de empezar mi formación profesional. Desde una edad muy temprana, en compañía de mi familia y de mi entorno cercano, tuve una inquietud por otras culturas, otras geografías, otros idiomas, otras lenguas, otras maneras de concebir la organización política y social. Conforme pasaron los años, a la par del enorme privilegio que tuve de viajar desde una edad muy temprana a diferentes lugares, tomé decisiones respecto de mi desarrollo profesional y académico en este rubro. La licenciatura, los posgrados y el doctorado estuvieron encaminados a adquirir herramientas para poder leer de modo objetivo la realidad internacional y, así, poder erigirme como un actor capacitado de la política exterior de México y de la construcción y el fortalecimiento del sistema internacional. Mi interés por esas materias siempre estuvo ahí. 

El aprendizaje de idiomas fue una constante a lo largo de mi infancia, de mi adolescencia y de lo que va de mi vida adulta. Viajar por diferentes motivos a los cinco continentes siempre tuvo ese propósito 

Si lo planteamos en un sentido más anecdótico, recuerdo de manera muy fresca una estancia en Jordania en 1997, cuando cursaba el primer año de la carrera de relaciones internacionales en la Facultad de Estudios Internacionales, adonde llegué proveniente de Siria y de Líbano, que me llevó de manera fortuita a conocer en ese momento a una doctora sudafricana especializada en psiquiatría que tuvo problemas en el cruce de la frontera entre Siria y Jordania. Yo viajaba en un taxi sirio que había arrendado de manera particular y que me llevaría de Damasco a Aman —la distancia entre las capitales de Siria y Jordania es muy corta, no supera los 300 km y hay una carretera en buenas condiciones—. En ese trayecto tuve la fortuna de conocer a esa mujer en la frontera, pues muy amablemente se acercó al coche y preguntó si podíamos auxiliarla porque la habían dejado varada ahí. Por supuesto, le di aventón el resto de la hora y media que faltaba de trayecto para llegar a la ciudad jordana y en ese tiempo me platicó el propósito de su estancia en Jordania. La mujer había respondido a una convocatoria de la entonces secretaria general de las Naciones Unidas a expertos en diferentes materias, incluida la psiquiatría, para debatir las perspectivas en torno del conflicto palestino-isrealí. Me invitó al evento y acepté. Presenciar el evento durante las siguientes dos semanas me marcó en muchos sentidos. 

Este podría ser uno los primeros antecedentes que identifico entre los que defineron lo que sería mi devenir profesional.

¿Cómo se vincula su trabajo diplomático con el derecho internacional?

Diego Gómez Pickering – Como diplomático, con una carrera de más de 15 años representando a México en distintas capacidades, he sido un elemento de fortalecimiento del sistema jurídico internacional. Desde mediados del siglo XX, cuando se configuró el sistema internacional que actualmente prevalece, nuestra país ha sido un activo partícipe en la elaboración de los preceptos y las normativas que hacen posible que ese sistema internacional, con todos sus bemoles, funcione.

En ese tenor, cualquier representante diplomático de México en el exterior tiene la gran responsabilidad de sumar y fortalecer ese sistema jurídico que constantemente está siendo cuestionado. (Veamos tan sólo la invasión de Rusia a Ucrania, la guerra civil en Yemen, la intervención de países como Arabia Saudita o de los Emiratos Árabes Unidos, que contravienen todo tipo de preceptos normativos derecho internacional.) La tradición mexicana de defensa y construcción de este marco jurídico es más relevante que nunca.

En los momentos en que he sido representante diplomático de México en el exterior, sea en Inglaterra, a través de la operación marítima internacional, o en Nueva York, en el consulado general, se negoció y se terminó de pulir un poco lo que devino en el Pacto Mundial de Migración, un documento completamente revolucionario, pues fue la primera vez que tantos países se sentaban a la mesa para discutir un tema tan delicado.

Me quiero adentrar un poco a su trabajo como escritor. África, radiografía de un continente (2023), Cartas de Nueva York. Crónicas desde la tumba del imperio (2020) y Diario de Londres. Apuntes de un embajador mexicano en Reino Unido (2019) son compilaciones de textos que ha divulgado sobre cada uno de estos lugares mientras los transita/habita; son como sus cuadernos de viaje. Recientemente platicamos con Jesús Silva Herzog Márquez sobre su libro Andar y ver, publicado por Penguin Random House, compuesto por las reflexiones que el autor hace sobre aquello que ve con asombro en su andar, desde arte popular hasta inusitados performances. Me parece que usted hace un ejercicio similar, pero desde la política y la experiencis internacional. ¿Cómo ha sido esa experiencia de andar y ver en su proceso de escritura? ¿En qué se fija en sus viajes?

Diego Gómez Pickering – Cada uno de los viajes que he hecho responde a un objetivo concreto. Hay básicamente cuatro tipos de viajes que he emprendido por mis diferentes cachuchas.

En primer lugar están los viajes que responden a solicitudes específicas de medios de comunicación que echan mano de mi bagaje como corresponsal extranjero y que me solicitan realizar una cobertura de algún hecho concreto o de una coyuntura en cierto lugar, principalmente en África o en Medio Oriente; esos viajes inician siempre con una mirada periodística. En segundo lugar, están aquellos viajes que he realizado como parte de mis responsabilidades como agente diplomático mexicano. Son viajes o misiones diplomáticos que, por supuesto, se suscriben con un ojo de política exterior. En tercer lugar están los viajes vinculados con mi investigación académica. En tanto investigador con especialidad en antropología y en desarrollo cultural, todos los viajes que he realizado para apoyar mis líneas de investigación están vinculados con ese ojo más analítico que viene con la academia. En último lugar están mis expediciones turísticas.

Pero más allá del turismo, en la medida de lo posible y dadas las circunstancias que hoy nos obligan a viajar de manera muy expedita, trato de hacerlo lo más pausado posible, como antiguamente se concebían las expediciones, como un trayecto, sin que necesariamente importeel destino, sino el paso.

Independientemente de que el motivo que me lleve a viajar sea uno u otro, siempre voy con un ojo muy avizor, un ojo que trata de desproveerse de todo tipo de prejuicios, que es lo que sucede cuando viajamos, y más en nuestra época, pues ya estamos saturados de imágenes, de ideas, de lecturas y de historias sobre ciertos lugares. A mí me parece erróneo tener interiorizado nuestro destino apriorísticamente, porque eso produce imágenes incompletas y, ya en in situ, nos negamos la oportunidad de descubrir con ojos propios y forjarnos una visión propia de los destinos y los lugares. 

Para mí es fundamental llevar un ojo virgen a cualquier viaje, indistintamente del motivo por el que visite un destino, sea académico, diplomático, periodístico o de aventura; un ojo dispuesto a forjarse una opinión a partir de lo que está viendo y no a partir de lo que haya interiorizado con antelación; un oído que esté presto a escuchar, un tacto dispuesto  a sentir; procuro desproveerme de todo lo aprendido y aprender a partir del viaje.

Eso es lo que intento y en todos los casos regreso con impresiones muy ricas y con las maletas llenas de lo que he experimentado ahí. Y eso es lo que ha propiciado la producción de cada uno de estos textos y la escritura de cada uno de estos pasajes en los que, como apuntabas, se trata de  dibujar el lugar que visito desde todas las perspectivas posibles. Trato de tomar distancia en tanto redactor de esos textos y de no imprimir ningún tipo de juicio de valor, aunque no imprimir mi visión es imposible, porque siempre hay un lugar desde el cual escribimos. 

Me gusta la idea que plantea en su libro África, radiografía de un continente sobre que, más que haber diferencias entre los continentes, hay muchas coincidencias que hacen posibles puntos de acuerdo. Desarrolla, entre otros, el ejemplo del Che Guevara durante su visita al continente africano. ¿Qué coincidencias o paralelismos encuentra entre las experiencias mexicanas y las del continente en cuestión? 

Diego Gómez Pickering – Todo el mundo piensa en África como lo más distante que puede haber de México, no sólo geográficamente, sino también en nivel de desarrollo, cultura, historia… Desde mi perspectiva, es todo lo contrario. Si tomamos un lápiz y dibujamos una línea desde el puerto de Veracruz o desde la península de Yucatán que recorra el océano Atlántico hacia el este, veremos que hay una equidistancia entre estos puntos y la costa atlántica de Portugal, Andalucía (en España) e Inglaterra, pero también en relación con la geografía de África occidental. A pesar de lo anterior, desde múltiples puntos de vista vemos a Europa como algo mucho más cercano, como un referente, y a África la descartamos de la ecuación.

Desde mi perspectiva, esta separación geográfica, si acaso, sería la única distancia pertinente si hablamos de lo que nos separa de África; todo lo demás es cercano. Hablemos de la coyuntura. África, o las distintas Áfricas, tiene coyunturas muy similares a las que se presentan hoy en México, desde el ámbito social hasta el económico. La migración es una constante en el continente africano, al igual que lo es para nosotros, y no por circunstancias distintas. El nivel de desarrollo económico alcanza a los diferentes actores sociales de la distribución de la riqueza, los efectos del cambio climático, la fortaleza institucional, la impunidad institucionalizada, la violencia generalizada. En cuanto a la coyuntura, no podría haber más paralelismos. 

En términos históricos, el punto es más claro, pero también más ignorado y denostado. En México siempre hablamos del encuentro de dos mundos, de la llegada de los europeos en 1519, y de la toma, a los pocos meses, de Tenochtitlán y del intercambio entre españoles y mesoamericanos que dio como resultado una raza mestiza, pero raramente, fuera de casos muy excepcionales, se menciona la negritud. Hay documentación clarísima que indica que junto con Hernán Cortés docenas de africanos desembarcaron en Veracruz en 1519, muchos de ellos esclavos y otros libertos que incluso participaron en la conquista y en el poblamiento de Cuba, en la conquista de Puerto Rico y en la de la Florida. Fueron protagonistas de los diferentes hechos que condujeron a la toma de Tenochtitlan en agosto de 1521. Y al mismo tiempo que los españoles empiezan a establecer relaciones con los mesoamericanos, también ellos lo hacen. Claramente, el encuentro es de tres mundos y el mestizaje mexicano también es producto africano.

A inicios del primer cuarto del siglo XVIII la población africana más grande de todo el continente americano residía en el territorio de la Nueva España.

Llevemos esta historia algunos siglos más adelante y analicemos el proceso de independencia de los países africanos; un proceso más reciente que el nuestro. En América Latina tenemos en promedio 200 años de vida independiente; en África, 60 años. Recordemos que sus independencias comenzaron en la década de 1950 y se extendieron hasta la década de 1970. Los países más jóvenes, con base en indicadores de desarrollo político, económico y social son similares a los que tiene nuestra región latinoamericana.

En el continente africano hay modelos muy similares de colonización. Los portugueses empezaron la colonización a través de la costa, desde lo que hoy es Marruecos, Sáhara Occidental y Senegal, hacia el sur, dando la vuelta al cabo de Buena Esperanza, hasta lo que hoy son Kenia y Tanzania, a finales del siglo XV e inicios del XVI, y ahí comenzó una larga presencia europea con un modelo de colonización distinto.

No podemos seguir hablando de las diferencias. Salvo la distancia geográfica, yo creo que sólo hay cercanías entre América Latina, en general, y México, en particular, con el continente africano.

Con base en su experiencia como diplomático y viajero, ¿qué puede decirnos sobre la conformación del mundo y acerca de la necesidad de que se piense a los individuos a partir de sus derechos?

Diego Gómez Pickering – Yo creo que el momento por el que atravesamos como  humanidad, y sin duda como países que forman parte de un concierto internacional, es de transición. Queda claro que el modelo, los parámetros y todo el sistema que se estableció en las postrimerías de las guerras mundiales, hoy está sobre la mesa siendo juzgado y en transformación.

Se está recalibrando el poder de los diferentes actores que son parte del sistema, hay un reacomodo de fuerzas y, quizá, estamos atestiguando la conformación de un nuevo paradigma internacional. Es difícil prever o adelantar cualquier tipo de modelo al que podamos llegar, pero responderá a las inquietudes y a las necesidades que hoy estamos viendo en las diferentes sociedades, en América, en Europa, en África, Asia, en Australasia y en Oceanía. Pero, sin duda, es un paradigma en conformación y una coyuntura oportuna para hacer un balance y realizar una introspección más concienzuda sobre el papel de los derechos.

El gran debate que diferentes actores en la realidad internacional siempre traen a colación sobre los derechos implica hasta qué punto un modelo político que ha funcionado hasta cierto punto en Occidente es un modelo que deba funcionar o que deba implementarse en geografías distintas como la africana o la de Medio Oriente. 

Me parece fundamental que en México dejemos de discutir esa cuestión. De acuerdo con mi experiencia —que no es desdeñable, pues conozco buena parte de los países del mundo, el continente americano, el europeo, el africano, el 95 por ciento del asiático y una buena cantidad de naciones insulares de Oceanía—, lo que se busca en uno u otro lugares es muy similar, pues las motivaciones, los miedos, las inquietudes y las esperanzas son muy semejantes. Esta es la prueba clara de que el paradigma que se está conformando hoy tiene que responder, de una manera correcta, a las necesidades del ser humano, y respetar sus derechos. Y esto es indistinto de las geografías, pues trasciende a cualquier debate que de manera rebuscada tenga por objeto desproveer al humano de lo más esencial que es su humanidad. 

¿Dónde podemos seguir leyendo los apuntes de sus viajes? 

Diego Gómez Pickering – En México colaboro con Letras Libres, Nexos, Proceso y Revista de la Universidad. Ahí publico todas las reflexiones que quisiera compartir para conformar un diálogo más amplio sobre el mundo y acerca del papel de México en el mundo.

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