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La Tremenda Corte: la ley conspira contra el pícaro

En su entrega de este mes, Jaime Vázquez escribe sobre el largometraje «La tremenda corte», en el que se pone en tela de juicio la forma en la que los intereses personales son defendidos en los tribunales.


“Lo que yo quiero es ilustrar a la sala contribuyendo así al esclarecimiento jurídico de los hechos probados en relación con la hipótesis fotogénica de la síntesis patológica y experimental de los considerandos”, afirmó José Candelario Tres Patines ante el tremendo juez de La Tremenda Corte.

El éxito del programa nacido en 1941 en la emisora Radio Habana Cuba (RHC, Cadena Azul) se debió al ingenio del guionista, el español Cástor Vispo, y al elenco de actores surgidos del teatro popular que hacían de la sala del juzgado un escenario de comedia. El programa pasó a cmq Radio y de ahí a la fama en Centroamérica, el Caribe, América del Sur y México, con más de 350 capítulos.

La Tremenda Corte parodia lo que sucede en los juzgados y enfrenta la ley con la picardía, siempre blanca y divertida. El antihéroe es el pillo ingenioso pero ingenuo que estafa a sus víctimas y que cae sin remedio ante la ley.

La emisión reunió a una pareja de cómicos muy populares: Leopoldo Fernández como Tres Patines y Aníbal de Mar como el Tremendo Juez. Los acompañaron Mimí Cal como Luz María Nananina y Adolfo Otero como el gallego Rudecindo Caldeiro y Escobiña, entre otros personajes ocasionales.

Con la certeza de que las leyes son conspiraciones contra la “libertad” del pícaro, Tres Patines comete todo tipo de tropelías.

La pareja Fernández-De Mar tuvo en la década de 1940 otros proyectos, como el dúo de Pototo y Filomeno, con películas como Hotel de muchachas (1951) y Olé, Cuba (1957); protagonizaron el Show de Pototo y Filomeno para la televisión y grabaron discos acompañados por la Orquesta Melodías del 40. Una de sus canciones, Carta a Fidel, festejaba a Castro y a la Revolución cubana. Cuando se produjo la nacionalización de los medios de comunicación el programa apagó sus micrófonos. En la década de 1960, los integrantes del elenco habían abandonado la isla. 

México recibió a La Tremenda Corte en Monterrey. La cadena tim, Canal 8, abrió un espacio televisivo para los escandalosos y disparatados juicios. Aníbal de Mar, incluso, participó con Chespirito en programas de Los genios de la mesa cuadrada.

La Tremenda Corte fue un fenómeno de popularidad y vigencia en la radio en Latinoamérica y en Estados Unidos, particularmente en Florida, con la comunidad cubana en el exilio. La emisión fue copiada en Ecuador (La Tremebunda Corte), en Perú y en la Cuba revolucionaria (¿Jura decir la verdad?), pero nunca llegó al cine.

El espacio radiofónico hospedaba esta serie de humor en la época en la que Kalimán, El Ojo de Vidrio, Chucho el Roto y otros programas despertaban la imaginación del escucha. 

En el banquillo de los acusados se sentó el pillo, que busca burlar la ley con alegatos, mentiras y engaños. Eventualmente, La Tremenda Corte se sigue transmitiendo. La popularidad, curiosamente, no de la ley ni del juez, sino del pillo que usa el argumento del complot en su contra para eludir su responsabilidad. El humor lo desenmascara todo, porque, como escribió Calderón de la Barca: “Nada me parece justo en siendo contra mi gusto”.

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