¿Para qué sirve la mediación? ¿Qué papel desempeña en la resolución de conflictos? ¿Cómo se promueve la paz? A estas interrogantes responden Víctor Manuel Fernández Vera y Laura Enelly Castro Román.
Es una realidad que en nuestro país, como en el mundo, los desacuerdos y los conflictos están presentes en la vida diaria de las personas, desde un incidente de tránsito menor hasta un juicio pendiente en un tribunal, siendo el común denominador la falta de comunicación o su poca efectividad, por lo general dotada de emociones negativas, más que de ideas que busquen el entendimiento y las soluciones. En esta tierra fértil de conflicto surge un mecanismo alternativo para la solución de controversias, la mediación, la cual brinda a las personas la oportunidad de comunicarse asertivamente, donde un mediador tiene, como tarea principal, facilitar el diálogo entre las partes a través de herramientas que hagan posible la transmisión y la recepción del mensaje, sin el enojo, la frustración o el cansancio de la pugna.
La mediación proporciona a las personas la posibilidad de comunicarse de manera efectiva, para solucionar o prevenir el conflicto, por ser ellas las creadoras de la solución a la medida de sus necesidades.
La mayoría de las personas percibe los desacuerdos como barreras infranqueables que no permiten el entendimiento, ni mucho menos llegar a soluciones, lo cual tiene a nuestros tribunales colapsados con cargas de trabajo humanamente imposibles, debido a que los ciudadanos dejamos la responsabilidad de brindarnos una solución a nuestros problemas a una tercera persona —un juez—, quien sólo conoce versiones parciales del conflicto y quien, en la medida de sus posibilidades, buscará resolver “dando a cada quien lo que en derecho le corresponda”. La mediación está llamada a ser el puente en la sociedad que permita la comunicación y el entendimiento de las personas, comenzando con la familia como el primer núcleo de la sociedad, donde cuestiones tan básicas y primigenias como la manutención de los hijos con padres divorciados o separados ocasiona conflictos desmesurados en los que los niños son los más afectados, porque los adultos no pudieron ponerse de acuerdo y centrarse en lo realmente importante, lo que los une y lo que tienen en común. La mediación proporciona a las personas la posibilidad de comunicarse de manera efectiva para solucionar o prevenir el conflicto, por ser ellas las creadoras de la solución a la medida de sus necesidades en un tiempo verdaderamente corto y económico, en comparación con un juicio, y, lo más importante, restaurando la relación entre los involucrados. Comencemos a ser responsables de nuestros actos y de sus consecuencias, enseñemos a las futuras generaciones que no siempre es necesario llegar a un litigio, que como primera opción debemos investigar soluciones fuera de los tribunales, y si las mismas se buscan con ayuda de un profesional, facilitador de la comunicación, imparcial y neutral llamado mediador, es un hecho que la mitad del camino se ha avanzado. Vivir en sociedad desgraciadamente genera diferencias, pues éstas son parte de nuestro de día a día; sin embargo, comencemos a ver esta situación como la posibilidad de acercarnos cada vez más a la cultura de paz que nos permita, a través de la autocomposición, resolver nuestros conflictos. No por nada la mediación es un derecho humano de conformidad con el cuarto párrafo del artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reconocida jurisprudencialmente como un mecanismo alternativo de solución de controversias a disposición de todos los ciudadanos para acceder a la justicia. Hagámosla nuestra y empecemos a caminar en busca de la concordia y la reconciliación que tanta falta le hace a nuestro querido México.
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