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Ociel Baena: ¡Y la que juzgue!

Detrás de las investiduras, existen personas. La expresión de las identidades de las personas, además de ser una cuestión de orgullo, es un derecho humano. Al respecto platica con le magistrade Ociel Baena, a través del podcast Upstanders, Ibrain Hernández.


Jesús Ociel Baena Saucedo es magistrade del Tribunal Electoral del estado de Aguascalientes. Es licenciade en Derecho y maestre en Derecho Constitucional y Políticas Públicaspor la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, y actualmente estudia su doctorado en la Universidad Autónoma de Durango.


¿Cómo decidiste dedicarte al Derecho y cuál fue tu experiencia estudiando Derecho? 

Ociel Baena – Cuando recién ingresé a la carrera, los profesores nos preguntaban: ¿Por qué estudias Derecho? Yo creo que coincidimos la mayor parte del grupo en decir que queríamos evitar la desigualdad o porque fuimos víctimas de injusticias y nos motivaba mucho seguir adelante. En mi caso, yo veía a las personas abogadas como referentes, como gente culta, informada, como una élite o una aspiración para poder mejorar. Yo vengo de una de una familia de escasos recursos y donde nadie estudió, y soy la primera persona ahí con una licenciatura (y uno de los dos hermanos, en una familia de siete hijos). Fue la situación de injusticia a mi alrededor, la discriminación que sufrí, y la necesidad de defenderme lo que motivó mi decisión.

Durante la secundaria, fui presidente de la sociedad alumnos, y desde entonces empecé a tomar liderazgos estudiantiles. Vi en la abogacía una forma de llegar a la política, pero yo sobre todo porque veía que la mayor parte de las personas políticas en México estaban formadas en Derecho. Al último dejé que mi papá resolviera mi disyuntiva: estudiar Derecho o Medicina, porque me gustan las 2. Él me dijo que mi perfil de liderazgo, mi habilidad para hablar y mi feeling encuadraban más con el Derecho.

Era difícil entrar a la Facultad de Derecho. Todas las personas me decían que solo era por palancas,  y yo no conocía a nadie. Afortunadamente, estaba la universidad en un proceso de certificación cuando apliqué, por lo que no necesité contactos ahí; la convocatoria resultó pulcra, transparente. Quedé en los primeros lugares de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Coahuila.

¿Cómo lidiaste con el prejuicio y la discriminación mientras estudiabas Derecho? A pesar de que las cosas han cambiado, yo aún tuve un profesor que hacía comentarios homofóbicos. 

Ociel Baena – Todo depende de la realidad y el contexto en que se vive. A mí todavía me tocó muchísima resistencia; si de por sí ahorita la hay, antes era más fuerte. Estoy hablando de hace 15 años, cuando egresé de la licenciatura. En mi infancia fui una persona sumamente afeminada, me sentía mujer y sufría mucha discriminación. Cuando entré a secundaria sentí que no podía seguir así y asumí que tenía que masculinizarme, por lo que le pedí a mi mejor amigo que me ayudara en el proceso, y eso me sirvió mucho. El patriarcado y la heteronorma fueron una realidad; a partir de que en segundo de secundaria ya me comportaba como hombre y nadie me decía nada.

Cuando entré a la carrera seguí con esa misma dinámica. En ese entonces, el 90 % de los maestros eran varones, había muy pocas mujeres, y expresaban muchos comentarios homofóbicos. Yo me quedaba calladite, me decía “no digas nada, él trae la pluma, él tiene el poder”. Me acuerdo mucho de mi profesor de la clase de derecho ambiental que era homofóbico. Muchas de mis amistades sabían más o menos qué onda conmigo, pero era secreto porque no lo decía abiertamente, y cuando este profesor hablaba sobre la homosexualidad, mis compañeros me volteaban a ver y me decían que dijera algo. Yo prefería quedarme callade, pero si pudiera regresar el tiempo y tuviera la experiencia y la seguridad que hoy tengo, habría hecho una revolución. Pero mi activismo no despertó en ese momento a pesar de mi inquietud por hacer algo.

En cuarto año conocí a mi primer pareja hombre que detonó en mi numerosos cuestionamientos: ¿por qué ocultarlo?, ¿por qué negarlo? En ese entonces, se me atravesó una convocatoria de derechos humanos para personas en situación de vulnerabilidad para escribir una experiencia propia sobre discriminación; el premio para el primer lugar eran 5 mil pesos.  En 30 minutos escribí mi texto a mano, lo pasé a computadora rapidísimo, y lo presenté. Al poco tiempo, una comisionada de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se comunicó conmigo y me preguntó si sería capaz de leer mi ensayo en público. Le dije que no porque eso era parte de la convocatoria. Ella me expresó sus comentarios sobre el texto y reiteró que debería compartirlo públicamente, y ante mi negativa por temor a exponer públicamente algo personal, me dijo que lo iban a publicar y que había ganado el primer lugar. Por supuesto eso cambió la cosa. Así que me preparé para leerlo públicamente. En ese entonces estaba yo contendiendo por la presidencia de la sociedad de alumnos y me acababan de correr de mi casa porque se enteraron de que estaba saliendo con un hombre que me llevaba 10 años. Cuando llegó el día del evento, leí mi texto ante medios de comunicación, de radio y televisión, autoridades políticas, el director, el presidente de la sociedad de alumnos de ese momento; a la mitad del acto, se me quebró la voz y empecé a llorar. Las señoras que estaban ahí conmigo también lo hicieron. Fue un evento muy emotivo. Sin embargo, cuando regresé a la facultad, me empezaron a cuestionar que cómo era posible que hubiera hecho lo que hice públicamente, fui insultade. Desde entonces, me asumí públicamente como una persona gay.

En algún momento salió una campaña negra en mi contra, pero eso me ayudó muchísimo porque yo la utilizaba para afirmar: “sí, soy maricón y me vale, pero tengo el valor de todas las personas que están contendiendo [por la presidencia de la sociedad de alumnos]”. Eso, aunado a mis logros, se conjugó para que ganara la contienda política. Me ha parecido una de mis mejores experiencias. Una persona de la facultad se quejaba de que cómo un maricón iba a representar a la facultad más conservadora, de donde egresaron los gobernadores del estado. Recibí muchas críticas, pero, como dijo Danna Paola, “me vale”. A partir de ahí empezó mi convicción personal de vivir la vida. De por sí ya había sufrido discriminación en casa y en la escuela; ya tenía el caparazón un poquito grueso. Y aquí seguimos.

¿Qué significa ser una persona no binarie?

Ociel Baena –Es un término muy técnico que se ocupa en la academia. La población LGBT+ tiene conceptos que deben de analizarse y abordarse desde el punto de vista de la ciencia y de la técnica. Por ejemplo, no son lo mismo la orientación sexual, la identidad de género y la expresión de género. Cada categoría analiza realidades diferentes que muestran que la diversidad es muy compleja.

Particularmente, la identidad de género es el pensamiento, entendiendo que la percepción de nuestro entorno ha sido binaria, sobre los roles sociales que deben tener los cuerpos a partir de sus genitales. Al tratarse de una construcción social, podemos percatarnos de que no se trata de algo biológico, sino que va más allá de eso. Al tratarse de una construcción social, es evolutiva, y al ser evolutiva nos permite cuestionarnos lo que es o no es correcto. De ahí surge el rompimiento con el paradigma del binarismo de género

El no binarismo nos viene a cuestionar, a poner un reto, a romper lo que entendemos. Personalmente, entiendo a la identidad de género no binario como una no aceptación de los roles y de los estereotipos convencionales de género; por ejemplo, yo no me asumo ni hombre ni mujer, y te lo explico por cómo transicioné (transicionar es aceptar, es una etapa de deconstrucción y de reconstrucción para nosotres, las personas trans, las personas no binarias, las personas de género fluido, entre otras).

¿Cuál sería tu recomendación para las personas que aún no se sienten seguras de salir y mostrarse al mundo tal y como son?

Ociel Baena – Me gustaría decirles a las personas que están intentando salir del clóset o que están descubriéndose y transicionando, que no se presionen, todo va a caer en su momento, no por mucho madrugar se amanece más temprano. En su momento tu transición va a llegar, tu aceptación se va a dar si no quieres transicionar o si no quieres salir del closet. Nadie, absolutamente nadie, tenemos la obligación de hacerlo. Son cuestiones personales. Cada quien tiene distintos momentos dependiendo de sus experiencias, de su vida, de sus convicciones, de sus valores. No se presionen y, principalmente, vivan para ustedes, para darse gusto a ustedes mismes. No hay que vivir la vida para las demás personas. Esto en cuanto a las personas que pertenecen a nuestra comunidad. A aquellas que no lo son, les recomiendo que le den el abrazo, que le den la mano a la persona de la comunidad LGBT+ que tuvo la confianza de compartirles su identidad, que le apoyen sin cuestionamientos, que la hagan sentir bien, que la hagan sentirse incluida en esta sociedad tan discriminatoria.

¿Cuál es la importancia de difundir la diversidad en redes sociales y en medios de comunicación? ¿Cómo utilizas la visibilidad que tienes para difundir la importancia que tiene la participación ciudadana?

Ociel Baena –Es muy importante porque cuando asumí la magistratura, yo ya era una persona no binaria, todos esperaban que llegara a tomar protesta un varón con corbata, saco, con zapato de vestir, pero llegué con otra expresión de género. Tornaron las redes sociales y se molestó el conservadurismo y el patriarcado, y cuestionaron si una persona con una expresión de género no convencional podía impartir justicia. Decidí abrir TikTok gracias a mi pareja quien eligió las fotos y la música que iba a subir. Mi primer video se viralizó, llegó a 5 millones de reproducciones. En ese momento tuve la opción de salir y hablar en TikTok y presentar los derechos político-electorales como derechos humanos y decir que la jotería es parte de nuestra población. 

Decía el doctor Javier Díaz Covarrubias que el poder es la capacidad de mover voluntades a través de símbolos generalizados, y estos son símbolos y tienen la capacidad tanto de mover voluntades como de incluirnos, de romper estereotipos, de normalizar nuestra presencia. Decidí hacer un Tik Tok fuera de lo convencional para mandar el mensaje de lo que somos en la población, de que también hay un magistrade que vive la jotería, que vive la mariconería, que vive y se apropia de estos términos que en un momento fueron peyorativos, para dignificarlos.

Quise salir a dignificar nuestros términos, nuestros símbolos, aquello que nos hace unirnos y que lo normalicemos, y mandar el mensaje de que detrás de esa investidura de la magistratura hay una persona. Me empezaron a llegar solicitudes de información críticas y los colegios de abogados dijeron que estaba homosexualizando el tribunal, que estaba mandando un mensaje negativo a la sociedad de Aguascalientes, que cómo me permitían utilizar el pleno para eso.

Fue entonces cuando saqué otro video en Tik Tok , “¡Y la que juzgue!”, sin decir nada, tan solo parándome bien perra con tacones. Ese video tuvo más de 20 millones de reproducciones. En el siguiente cuestioné la crítica que se me hacía por violentar el “sacramental” pleno: “es como si una persona indígena hablara en su lengua originaria y le criticaran hablar en su lengua materna, es como si una persona con discapacidad a subirse en silla de ruedas o con sus muletas y se expresara desde su experiencia”.

Soy una persona que pertenece a la comunidad LGBT+ orgullose de nuestros símbolos, orgullose de nuestras expresiones, orgullose de lo que nos caracteriza. Poco se habla de la discriminación que vivimos las personas LGBT+, de lo difícil que es acceder a espacios de toma de decisiones, de toda la discriminación histórica y estructural que padecemos para poder ocupar estos espacios, a pesar de estar ejerciendo dos importantes derechos: el libre desarrollo de mi personalidad y el de mi expresión de género.

En la población LGBT+, quienes nos atrevemos a hacerlo, tenemos la obligación de seguir visibilizando, de decir que tenemos capacidad y que podemos estar en estos espacios. Por eso me animé a participar en las consejerías del Consejo General del INE, porque representaba un reto fundamental decir, tengo la capacidad, tengo los elementos y con mi expresión también tengo derecho a competir. Debemos de estar ahí, porque cuando se toman decisiones, se carga siempre la balanza al lado del patriarcado o, en este momento, solamente al feminismo o al género identificado como sinónimo de mujer cisgénero, pero muy poco se voltea a ver a las personas con discapacidad, a las personas indígenas, a las personas afromexicanas, a las personas LGBT+.

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